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El imperio del sexo (1972)

El imperio del sexo
89 min.
5,1
34
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Sinopsis
Historia de un hombre pobre, lujurioso, que pone intercambios con un shogun estudioso y llega a un festín con todas las concubinas que desea. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Erótico Siglo XIX Prostitución
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Tokugawa sekkusu kinshi-rei: shikijô daimyô (Tokugawa Sex Ban: Lustful Lord)
Duración
89 min.
Guion
Música
Compañías
6
EXPLOITATION MADE IN JAPAN
Tokugawa Sex Ban: Lustful Lord consigue entretener. Una trama simple que permite un desarrollo fluido a lo que apunta: mostrar erotismo, erotismo y más erotismo.

Lo que hace de Tokugawa Sex Ban: Lustful Lord sumamente interesante es, precisamente, el cómo se abordan las escenas sexuales: vertiginosas cámaras con abrutos zoom que van y vienen consiguiendo planos detalle de una u otra zona erogena (pezones, labios); también la música presente durante todo el metraje que deja en claro que estamos frente a una película que debe catalogarse dentro del género Exploitation, que a otra etiqueta (de lo contrario puede parecer fuera de contexto). Armonías medias funkys, harakiris incluidos, sexo, masturbación, desnudos, bisexualidad, abuso y claro, prohibiciones que recaen en el aspecto sexual.

La historia se sitúa en el Japón Feudal durante el periodo Edo (fines del siglo XIX) cuando el emperador de la dinastía reinante decide casar a una de sus hijas con un noble de otras latitudes del país. Se trata de un hombre de avanzada edad, virgen y misógino. El peor candidato que se pueda escoger.

La princesa, virgen hasta de pensamiento, viaja a su encuentro para contraer matrimonio y realizar “el acto sexual” con el único motivo de procrear. Ajena al deseo y al placer, la princesa se verá inmersa en un escenario de incertidumbre en donde su prometido la repudia por su frivolidad. ¿Podrán las mujeres de la casa adentrarla en el mundo del sexo?

Por otro lado, el noble también presenta sus limitaciones. No sabe cómo tratar a las mujeres. Sus sirvientes para ayudarlo le traen mujeres de distintas latitudes del planeta destacando a Sandra, una bellísima francesa apasionada. Esta suerte de muñeca sexual desatará la lujuria en un hombre otrora misógino lo que podría traer graves e inesperadas consecuencias en la población local.

Un acierto situar la historia en el Japón feudal. Tanta lujuria y perversión en un ambiente en donde lo que más importa es el honor y no blasfemar. Saca aplausos.

* cineconpalillos.com
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7
Entrenamientos eróticos, sexo interracial, hara kiris como castigo a la procreación... Hilarante Pinku-Eiga de la Toei
Para quien suscribe estas palabras, el Pinku-Eiga es uno de los géneros más fascinantes del cine japonés. Su imprevisibilidad, locura erótica y perversión hizo las delicias del país nipón en los años 60, 70 y 80. Un género que se fue caldeando poco a poco desde sus primeros escarceos pseudo-eróticos a finales de los 50, los basukon eiga (films de educación sexual) o el cine independiente alternativo de gente como Koji Wakamatsu y Masao Adachi empeñados en envolver al sexo y por tanto a la figura de la mujer de simbolismos políticos y sociales respecto a la alborotada situación social que vivía Japón en los 60. Cuando el pinku llegó al mainstream y a los grandes estudios, una de las vertientes del género que pronto destacó y que luego lo explotaría la Nikkatsu a las mil maravillas con su interminable serie de roman-pornos fue llevar el erotismo al terreno de la comedia más loca.
Uno de los nombres más destacables del género fue Norifumi Suzuki, quien dirigió joyitas en los años 60 y 70 del calibre de Sex and Fury (1973), Convent of the Sacred Beast (1974) o la genial Beautiful Girl Hunter (1979). El film que nos ocupa hoy, El imperio del sexo (1972), obtuvo un potente éxito y tuvo cierto recorrido internacional al introducir en su reparto a la estrella del cine erótico francés Audrey Cruise.

En El imperio del sexo (1972) o Tokugawa Sex Ban: Lustful Lord, cómo se la conoció, cuenta la historia de un lujurioso shogun, padre de una cincuentena de hijos/as y que dedica su tiempo a repartirlos por los diferentes reinos para casarlos con los reyes o princesas de las diferentes localidades. Su hija número 34, Kiyohime, es enviada para casarse con Ogura, el señor del clan Kyushu. Desgraciadamente Ogura no solamente es virgen sino que siente repulsión hacia las mujeres. Todo cambiará cuando es sometido a un entrenamiento donde conocerá a la francesa Sandra. Ogura quedará fascinado por las capacidades sexuales de la gabacha.
El imperio del sexo (1972) es una buena muestra de ese Pinku eiga que más disfruto. Alegre, cómico, exagerado e imprevisible. El film en ese sentido nos regala perlas delirantes constantemente, destacando el momento en el que Ogura, encolerizado porque no le dejan tener una amante a la vez de una esposa ordena un decreto prohibiendo las relaciones sexuales de todo el poblado. El film se hace bien entretenido y ligero a través de sus agradables 89 minutos. Destaca el apartado visual del film así como algunas de sus diversas soluciones visuales y atrevidos movimientos de cámara. El film estuvo producida por la Toei, y el dinero se nota en su producción. La historia, ambientada en el periodo Edo (uno de los periodos históricos favoritos para el erotismo japonés) tiene cierta influencia de los films de Teruo Ishii como El placer de la tortura (1968) o Orgies of Edo (1969) donde se mezclaba el erotismo con las torturas más estrafalarias ambientadas en el periodo de Edo. El imperio del sexo (1972), siguiendo esta influencia, contiene algún que otro momento sangriento inesperado y una muerte final que nos recuerda a la iconografía de Ishii.

Como indico, el film tuvo cierto éxito, no solamente a nivel local sino además internacionalmente al incluir en su reparto a la francesa Audrey Cruise quien había participado anteriormente en cine erótico francés. Cruise comparte plano con una de las estrellas del cine pinku de la época como Miki Sugimoto (Girl Boss Blues: Queen Bee's Counterattack (1971) o Girl Boss Guerilla (1972)), por lo que el film se promocionó intensamente como la reunión entre "la reina del cine erótico blanco" y la "reina del amarillo". Norifumi Suzuki repetiría la jugada en Sex and Fury (1973) al introducir a su reparto a otro nombre occidental como Cristina Lindberg, más apreciada por un servidor.

Así, El imperio del sexo (1972) es una buena muestra de Pinku-Eiga, llena de un humor delirante y exagerado con maestros del amor, sexo interracial, técnicas imposibles o hara kiris como castigo a la procreación y que parece cachondearse de todo: la virilidad masculina ¡hasta de la religión cristiana!, quedando un producto picantón y muy entretenido que hará las delicias de los fans del género.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
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