Cyborg 3 (1994)

Contra todo pronóstico, esta tercera parte es infinitamente mejor que la anterior. Y eso que es del mismo director. En esta película abandonan todas las veleidades a lo "Blade Runner de todo a 100" que tenía la anterior y nos ofrecen una película distópica madmaxiana, con desiertos, motos, vehículos trucados, tiros, sexo, combates, sociedades raras y cutres, al más puro estilo de Mad Max 2 o de sus imitaciones estadounidenses, filipinas e italianas, con algunos toques de esos cyborgs cutres y mecánicos estilo "Terminator" que tanto gustan a los fanáticos del género.

El villano, un brutal y totalmente entregado Richard Lynch - uno de los grandes malvados de la serie Z con esa cara quemada tan única- es un reciclador que arranca de cyborgs vivos sus miembros artificiales para venderlos ... y luego los mata. Lleva un camión blindado al estilo de otra película madmaxiana -la neozelandesa "Battletruck AKA Destructor" y va sembrando el caos allá donde llega. La protagonista del segundo filme, Cash -con cambio de actriz- será acosada por Lynch debido a un motivo muy curioso y que luego repescaron en "Blade Runner 2049". Nadie explica porqué en el segundo filme huyó a Mombasa (Kenia) y ahora está en los EE.UU. Por el camino reclutará la ayuda de un Zach Galligan clavadito a Isco el futbolista y ambos se ocultarán en Cytown, donde Zach ejercerá de M.A. Baracus reparando cyborgs y poniéndolos a punto para el combate final contra Lynch y su ejército de motoristas asesinos. Y el final es tan cutre y de serie B que es maravilloso, como el asalto de Chuache en "Commando" a la isla del malo: explosiones, disparos, actos heroicos, maquillajes de cicatrices, apéndices mecánicos, katanas, granadas, mutilaciones, sangre, gente volando, motoristas chocando ... ¡orgásmico!.

Obviamente hay pocos medios, ya que el filme era para el mercado del video, pero tiene ese regusto naif tan característico, como ver un telefilme del Equipo A.

Dirección apañada, con tomas aéreas para la batalla, en un lago salado, muy épicas, una BSO más que aceptable y unos secundarios conocidos. Así Katt compone un ciborg ejecutivo y tartamudo y McDowell un gancho por lo poco que dura en pantalla.

Y es que Schroeder nos presenta una película completamente ochentera, exagerada, hiperbólica, cutre, bizarra, con mucho del "Knights" de Albert Pyun y de la saga de "Oblivion", disfrutable por su desenfado y falta de miedo al ridículo. Un descubrimiento.