El difunto es un vivo (1955)

Como película es bastante flojilla, por no decir muy flojilla. Eran los comienzos en papel protagonista de un mayor Paco Martínez Soria que tendría trabajos mejores, aquí como en muchos de sus personajes interpreta a un mañoso señor, que está mangoneado por su suegra Mary Santpere (parecía su mujer por edad, Paco 1907, Mary Santpere 1913) pero es lo de menos, pues como película es mala, pero como intento de musical es nefasto y digno del peor Bollywood.
Como obra de teatro que es de donde proviene, sería entretenido, pero pasado a pantalla grande queda un poco cutre.
Mira que me duele, ya que soy un gran aficionado de Paco Martínez Soria y me he reído mucho con sus delirantes películas, aunque veo que en esta página no es muy del agrado de sus críticos.
Claro que tampoco son un referente muy fiable viendo algunas de las votaciones a películas en mi opinión 100 veces peores que la del astro español, pero como siempre lo de fuera siempre es más valorado.
Pero en esta película le doy parte de razón a las notas de los usuarios, ya que es muy mala y larga y eso que solo dura hora y media, pero con sus cantes y bailes se hace la mar de pesada.
Si de verdad queréis disfrutar del gran cómico ver otras de las muchas y graciosas películas que tiene, olvidar este bodrio.

Buenos sentimientos, pero mala comedia inverosímil repuesta escasamente en la televisión de sobremesa. Un patinazo del gran Paco Martínez Soria.

No es amor genuino, es apego. Esta "comedia" bonachona, bienintencionada repuesta infinitamente en la televisión de sobremesa ha creado muchos buenos sentimientos incluso del público de más de 40 años por este tipo de comedias bienpensantes.


Paco Martínez Soria cómico fetiche español representa al arreglalotodo "cateto", en la España de los años 50. Todos los personajes típicos de un pueblo están representados con cariño. Las intenciones son buenas. La pobreza es representada u omitida con dignidad. El argumento es salvable y bonachón. ¿Entonces qué falla? Pues eso mismo: todo.

El humor nunca hace daño sobre cosas auténticas, los personajes deberían estar o mejor explicados o representarlos de forma más verosímil. Pero si incluso lo único que importase fuera soltar la carcajada, lo lograría mal y ha envejecido peor aún.

Los actores secundarios serán recordados siempre con cariño por su público y por las escasas reposiciones de la televisión pública para nostálgicos.