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Matterhorn (2013)

Matterhorn
87 min.
6,8
506
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Tráiler HD (HOLANDÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Fred, un devoto viudo calvinista, lleva una vida respetable, rutinaria y aburrida desde que expulsó a su único hijo. De repente entra en su vida Theo, un adulto con una edad mental de cinco años; un hombre con un comportamiento extraño que apenas habla y parece no tener a nadie. Cuando Fred decide adoptarlo, empieza a disfrutar la “paternidad” de nuevo, se vuelve protector e incluso lo defiende del acoso de los chicos y del pretencioso y fanático sacristán. Pero ello desafía la rígida moral de sus vecinos y pone en riesgo su reputación. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda)
Título original:
Matterhorn
Duración
87 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2013: Seminci de Valladolid: Mejor nuevo director
7
La nostalgia y el dolor por lo que hemos perdido nos distancian de la vida y su pleno disfrute
Hay películas raras e inclasificables… y ésta es una de esas peculiares muestras de talento, alejadas de todo convencionalismo, imposible de prever, insólita y caprichosa, que parece que va en una dirección pero acaba yendo en el rumbo opuesto (u otro, ¡qué más da!) y que concluye en una breve pero apoteósica escalada en los Alpes suizos para saborear y deleitarse en la visión sin igual de la cumbre del monte Matterhorn (4.478 metros de vértigo) con su llamativa forma de pirámide natural, como cincelada por los caprichosos dioses.

Desde la Holanda profunda y recalcitrantemente calvinista de iglesias yermas de imágenes y color, sobrias, tristes, pacatas, desesperadamente uniformes y cancerberas – hasta el estallido de color y musicalidad de un portentoso cielo azul y cinceladas nieves eternas donde se abrazan lo mejor del más espiritual J.S. Bach y lo más carnal y reivindicativo de Gloria Gaynor (aunque interpretado por un prodigioso e inolvidable Alex Klaasen, desconocido para nosotros pero de portentosa y electrizante voz). Es una súbita síntesis y fusión entre la libertad más absoluta y el enaltecimiento a la vida en su compleja ramificación e imprevisible pujanza.

Deleite para los sentidos. La aparente impasibilidad del protagonista (estricto cumplidor de los ritos religiosos de la Holanda contumaz), la demencia infantiloide del que desencadena toda una serie de acontecimientos fortuitos y sorprendentes, la sabia aceptación de una esposa enamorada y comprensiva, la inhóspita, recalcitrante y envidiosa sinrazón del vecino que arrastra una queja añeja apenas agostada por el tiempo o el infortunio y cuya intransigencia se disuelve como un azucarillo en el mar de la vida a poco que manifiesta su congoja y da cuerpo a su lamento… ¡Hay tanta vida, tanta pasión, tanta peculiar honestidad en esta breve obra de mínimos detalles y azarosa complejidad!

Quizás sea una cinta tan rara e incunable que nadie vaya a verla pese a su diáfano mensaje de reconciliación personal, redención espiritual y rendición total al amor. Abrazar la vida es dar cabida a todo un mundo de alegrías, fértil, acogedor, reconfortante y suave. Abrazar la vida es dar gracias por todo y acoger a las personas que nos trae el destino, sean como sean y vivan como vivan y se manifiesten como se manifiesten.

Déjense sorprender por este portento indefinible. Contiene unos quince minutos finales prodigiosos que ponen la carne de gallina y emocionan hasta al más impasible y reacio. No ver venir por dónde aparece la salvación es parte del camino que hay que recorrer para encontrar la plenitud. Una joya.
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Tolerancia y libertad
Matterhorn nos cuenta una historia sencilla y hermosa. Un hombre viudo, amargado, se refugia en la rutina y la sobriedad de su parroquia protestante. A falta de familia y de otros alicientes su vida se centra en la religión. Pero cuando por ser buen cristiano, y acoger a un necesitado en su casa, su comunidad le da la espalda. Cuando su soledad y su aburrimiento son apaciguados por la extraña compañía de ese vagabundo sus vecinos le reprenden. Siente el odio y el desprecio de la sociedad sin haber hecho nada malo, y se pone en la piel de las víctimas de la homofobia religiosa.(Y el protagonista probablemente no sea homosexual). Su nuevo y extraño amigo en cambio no piensa en el que dirán, vive libre, como un niño, un animal. En una preciosa escena el viudo recapacita y decide cambiar su rumbo, mientras su pueblo va a misa vestido de negro, los dos amigos van a contracorriente, en dirección contraria hacia esa libertad que él confundía con libertinaje.
Todo está narrado con gran personalidad, de una forma lenta y pausada pero eficiente, que hace destacar los brillantes momentos de humor y surrealismo. El uso de la música, la espléndida fotografía en tonos cálidos pero brillantes y las acertadas interpretaciones, hacen de esta película una pequeña joya.
Y ese final perfecto, en el que se descubre el error del pasado del protagonista, y que une la emotividad de la resolución de conflictos, las diferentes músicas, un montaje preciso, maravilloso con varios tiempos en paralelo, y la espectacularidad de la imagen y de los paisajes en un clímax perfecto que consigue que te den ganas de aplaudir.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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