- Sinopsis
- Serie de antología criminal basada en asesinatos notorios de los siglos XIX y XX en España.
- Género
- Serie de TV Thriller Intriga Crimen Serie de antología Miniserie de TV
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1985 / España
- Título original:
- La huella del crimen
- Duración
- 60 min.
- Guion
- Música
Crónica negra y garrote
28 de agosto de 2021
Serie de 6 episodios que recreó algunos crímenes que tuvieron gran repercusión mediática en España. Su creador, Pedro Costa, quiso llevar a la pantalla sucesos de la crónica negra de diferentes épocas. Un acierto fue la música de cabecera, que te ponía los pelos de punta, mientras una huella digital de color rojo giraba en la pantalla.
Un siniestro testigo de muchas de estas historias fue el garrote vil, un brutal sistema de ejecución que pervivió en España hasta 1974.
Esta primera temporada mostró bastante calidad, por sus interpretaciones y su ambientación, que reflejaba de manera admirable como se vivía en aquellos tiempos y las diferencias sociales existentes.
Sancho Gracia hizo un trabajo muy recordado interpretando a un peculiar asesino, Jarabo, un vividor que dilapidaba grandes cantidades de dinero y fue presionado en una casa de empeño. También estuvo memorable Terele Pávez dando vida a la envenenadora de Valencia, una mujer envidiosa que iba sembrando el terror por donde andaba. Ambos casos concluyeron en 1959. Pilar Prades fue la última mujer ejecutada en España.
Especialmente escabrosa resulta la historia del capitán Sánchez y su hija en 1913, con Fernando Guillén y Victoria Abril. Este episodio contó con el debut de una jovencísima Maribel Verdú. También se incluyó el truculento suceso en el que un cadáver llegó troceado en un baúl a la estación de Atocha en Madrid, en 1929 y cuyas investigaciones continuaron en Barcelona.
Considero como episodio más flojo “El crimen de la calle Fuencarral”, con Carmen Maura. Apuesta más por el humor y lo grotesco, pero descuida los entresijos de un crimen cuya investigación sufrió todo tipo de interferencias por la prensa y la opinión pública de la época. Marcó el fin de las ejecuciones públicas en Madrid. Corría el año 1890.
No había problemas en contar historias sucedidas hace mucho tiempo, libres de posibles demandas. No fue así en el caso de un crimen pasional que tuvo lugar en los años 70. Fue necesario cambiar el nombre del protagonista, interpretado por Carlos Larrañaga, y ya puestos se modificó totalmente la historia. Sin embargo, el resultado fue satisfactorio, porque “El caso del procurador enamorado”, ambientado en Salamanca, contó con unos de los desenlaces más sorprendentes de la serie.
Un siniestro testigo de muchas de estas historias fue el garrote vil, un brutal sistema de ejecución que pervivió en España hasta 1974.
Esta primera temporada mostró bastante calidad, por sus interpretaciones y su ambientación, que reflejaba de manera admirable como se vivía en aquellos tiempos y las diferencias sociales existentes.
Sancho Gracia hizo un trabajo muy recordado interpretando a un peculiar asesino, Jarabo, un vividor que dilapidaba grandes cantidades de dinero y fue presionado en una casa de empeño. También estuvo memorable Terele Pávez dando vida a la envenenadora de Valencia, una mujer envidiosa que iba sembrando el terror por donde andaba. Ambos casos concluyeron en 1959. Pilar Prades fue la última mujer ejecutada en España.
Especialmente escabrosa resulta la historia del capitán Sánchez y su hija en 1913, con Fernando Guillén y Victoria Abril. Este episodio contó con el debut de una jovencísima Maribel Verdú. También se incluyó el truculento suceso en el que un cadáver llegó troceado en un baúl a la estación de Atocha en Madrid, en 1929 y cuyas investigaciones continuaron en Barcelona.
Considero como episodio más flojo “El crimen de la calle Fuencarral”, con Carmen Maura. Apuesta más por el humor y lo grotesco, pero descuida los entresijos de un crimen cuya investigación sufrió todo tipo de interferencias por la prensa y la opinión pública de la época. Marcó el fin de las ejecuciones públicas en Madrid. Corría el año 1890.
No había problemas en contar historias sucedidas hace mucho tiempo, libres de posibles demandas. No fue así en el caso de un crimen pasional que tuvo lugar en los años 70. Fue necesario cambiar el nombre del protagonista, interpretado por Carlos Larrañaga, y ya puestos se modificó totalmente la historia. Sin embargo, el resultado fue satisfactorio, porque “El caso del procurador enamorado”, ambientado en Salamanca, contó con unos de los desenlaces más sorprendentes de la serie.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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