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Huracán (1939)

Huracán
90 min.
6,7
171
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Sinopsis
Philip Chagal, un pianista francés de está de gira en Estados Unidos, queda prendado de Helen, una camarera, que cree que se trata de un espía sindical de la empresa donde trabaja. Una vez resuelto el malentendido, tienen que refugiarse en una iglesia ante la inminente llegada de un huracán, y allí se declaran su amor. El problema es que Philip está casado con una mujer desequilibrada que le impedirá ser feliz. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
When Tomorrow Comes
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de James M. Cain
Links
Premios
1939: Oscar: Mejor sonido
6
AMOR IMPOSIBLE EN MEDIO DE LA TORMENTA
Melodrama entusiasta y expresivo, con un guion creado por el novelista James M. Cain ("El cartero siempre llama dos veces"). Philip Chagal, un pianista francés, de gira en Estados Unidos, queda obnubilado de Helen, una camarera, que le cree un espía sindical de la empresa donde trabaja. Una vez solucionado el lío, ambos se tienen que refugiar en una iglesia ante la llegada de un huracán, que ya les ha sorprendido en el coche, y en esa iglesia se declaran su amor.

Pero Philip está casado con una mujer con trastornos mentales que le impedirá seguir adelante con su nuevo amor. Una historia entretenida, con mucha fuerza y vigor por parte de los 2 protagonistas, que les hace empezar un amor imposible.

Esta pareja acababa de estrenar ese mismo año otra historia de amor de gran éxito, Tú y yo, y la Universal intentó repetir el éxito de taquilla con este filme donde Bernard B. Brown consiguió el Oscar al mejor registro de sonido. El remake de Huracán lo llevaría a cabo Douglas Sirk –especialista en nuevas versiones de clásicos de Stahl– en 1957 con el título de Interludio de amor. Un 6,5.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Melodrama
Melodrama. El Rey del Melodarama, el "Auténtico Rey del Melodrama" podría decirse, con permiso de Sirk, que es quien llevó el género más lejos.
Stahl es un directo algo olvidado, seguramente no muy conocido por el gran público y casi seguro que con una filmografía poco editada.
Todo gira en torno al drama que acontecerá. No sabes por qué, ni cuándo, pero sabes que acaecerá, antes o después, con mayor o menor dolor, pero sucederá. Es inevitable. Además en esta cinta sabes qué va a ser, cuál es la manifestación de ese melodrama.
La mejor película del género es Un lugar en el sol (George Stevens, 1951), aunque a mi me han gustado siempre las de Sirk. Pero hay que reconocer que Que el cielo la juzgue (1945) y, sobre todo, Murallas Humanas (1948) Stahl se ha ganado un hueco en mi videoteca. Me parece magnífico, delicado, con sutilezas y madurez emotiva. Las tres que he visto de él, incluida esta, me han gustado, aunque esta la que menos.
La trama es sencilla: un pianista muy famoso entre a comer en una cafetería el menú del día y se queda prendado de una camarera, a la que invita a salir un par de tarde. Una de ellas cae una gran tormenta, y les obliga a refugiarse en una iglesia para guarecerse de la tormenta, del huracán. Él está casado, pero con una mujer enferma mentalmente por el nacimiento de un hijo muerto, y al conocer a la camarera entiende que su momento ha llegado. El final es previsible.
Los protagonistas son Irene Dunne, y Charles Boyer, ambos muy metidos en el papel de enamorados sin futuro que caracteriza este tipo de amores ruidosos y tórridos desde el punto de vista emocional.
Charles Boyer tiene esa tristeza tan característica del hombre torturado y suficientemente maduro como para saber lo que tiene que hacer, que no siempre coincide con su felicidad. Su interpretación es sobria, poco emotiva, dura sin ser arisca, educada sin pedantería. Siempre le recuerdo en papeles atormentados, poco felices, sin remisión por sus pecados, incapaz de dar un giro a su vida para obtener lo que persigue. No es un actor al que tenga simpatía, quizá precisamente por esa infelicidad que transmite. Sí le recuerdo con intensidad en Arco del triunfo (Lewis Milestone, 1948), La tela de araña (Vicent Minelli, 1955), y Los cuatro jinetes del Apocalipsis (también de Vicent Minelli, 1962), y, sobre todo en Luz que agoniza (George Cukor, 1944), quizá su papel más recordado y, seguramente, el que le lanzó a la fama.
Irene Dunne era una gran estrella, una dama del cine, sobre todo de los años 20, 30 y 40. Siempre en papeles dulces y sobrios, trabajó con los mejores: La Cava, Cromwell, Negulesco, George Marshall, George Stevens, Curtiz, Charles Vidor, Clarence Brown, Victor Fleming, y Leo McCarey.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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