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White God (Dios blanco) (2014)

White God (Dios blanco)
115 min.
6,0
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Disponible en:
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Trailer HD (ESPAÑOL)
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Sinopsis
Una nueva ley da preferencia a los perros de raza e impone un tributo considerable por las razas cruzadas. Rápidamente, los refugios caninos se llenan con perros abandonados. Lili, de 13 años, lucha por proteger a su perro, Hagen, pero su padre lo suelta en la calle. Aún inocentemente creyendo que el amor puede conquistar cualquier dificultad, Lili comienza a buscar a su perro para salvarlo. Por su parte, Hagen lucha por sobrevivir y rápidamente se da cuenta de que no todo el mundo es el mejor amigo del perro. Se une a un grupo de perros errantes, es capturado y enviado a la perrera. Entonces, los perros aprovechan para escapar y hacer una revolución contra los seres humanos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Perros/Lobos Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hungría Hungría
Título original:
Feher isten (White God)
Duración
115 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Hungría-Alemania-Suecia;
Links
Premios
2014: Festival de Cannes: Mejor película ("Un Certain Regard")
2014: Festival de Sevilla: Premio Eurimages
2015: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor película extranjera
2015: Asociación de Críticos de Boston: Nominada a mejor pel. en habla no inglesa
8
¡¡Vivan los perros!!
Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero ¿es esa relación recíproca? ¿Es el hombre el mejor amigo del perro? ¿O acaso es otra de las múltiples relaciones de dominio que el ser humano mantiene con la naturaleza? En White God, Kornél Mundruczo es una de las muchas preguntas que intenta plantear. Lili tiene 13 años y va a pasar unos días a casa de su padre, acompañada, eso sí, de su fiel amigo y protector Hagen, un perro sin raza, de los que en Hungría hay que pagar para poder tener en casa. Ante la negativa del padre y la presión de la administración, Hagen acaba abandonado en la calle. Es entonces cuando conocemos al verdadero protagonista de la película, un ser peludo que olisquea todo y camina a cuatro patas. Pero lo que empieza como un cuento de hadas, desemboca en una historia macabra y bizarra. White God puede recordar en su inicio a esos cuentos infantiles con un toque de crueldad, o a esas películas “Disney style” muy noventeras, como De vuelta a casa, un viaje increíble (Duwayne Dunham, 1993), en la que las desgracias de tres simpáticas mascotas se convertían en el hilo conductor. Aquí pasa algo parecido, pero totalmente diferente.

En una ciudad desierta, casi inhabitada, una niña pedalea con unos zapatos poco apropiados para una bicicleta. El silencio reina en las calles, y únicamente la cadena de su bicicleta acompaña a la imagen. En medio de las calles, coches abiertos y abandonados, tiendas abiertas sin nadie que las vigile, periódicos y restos de papeles surcan el viento. Cuando Lili pasa el primer cruce, el miedo se apodera de ella. Al girar la vista, una jauría de perros cruza la esquina y comienza a perseguirla. Así es como Mundruczo nos introduce su última película, la merecida ganadora de la sección Un certain regard del Festival de Cannes 2014, una gran sorpresa para la mayoría, ya que Jauja, de Lisandro Alonso, se había postulado como la gran favorita. El húngaro juega al engaño, a meter un gol por la escuadra con un efecto parábola, o más bien de metáfora. A pesar de colocar a los perros en un plano principal, el objeto primero de estudio en White God sigue siendo el hombre, de ahí que su título no sea White Dog (como muchos confundían), y empieza su primer juego, un palíndromo de 3 letras que mezcla la realidad fáctica con la representativa, entrando en una de las mayores metáforas de la cinta. Hagen, visualmente, es el perro protagonista de White God, pero representa a cualquier minoría étnica, racial o de cualquier índole. Hay quien ve incluso una metáfora con la identidad misma del hombre, una identidad que abarca cualquier aspecto del mismo: el espiritual, el sexual, incluso a la identidad de género. Mundruczo juega también con un espejo en el que intenta reflejarnos, un reflejo crítico, de ahí que haga referencia a ese “Dios blanco”, al hombre auto-encumbrado en su creída superioridad de identidad y género. Es por ello que Hagen representa esa pequeña parte de la sociedad que estalla, que busca un cambio inmediato y un mejor estilo de vida, alejado de esas perreras (físicas y metafóricas) que a muchos les son impuestas.

Pero el juego central que mantiene el húngaro es con el espectador, un juego prácticamente mental en el que es muy fácil entrar, pero muy difícil salir. La realidad es que una vez dentro, no querrás salir. White God es, por eso, la perfecta metáfora de la vida misma: todo pinta muy bonito hasta que la realidad nos da de frente, una realidad que sorprenderá a muchos. La revolución canina que protagoniza Hagen contagia esa sorpresa al espectador, sorpresa y revolución de las que participamos y nos alegramos. Ya se sabe que la venganza es un plato que se sirve frío, y tal como lo presenta Mundruczo a la mesa, se disfruta todavía más.
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41 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Siéntate. Túmbate. Rebélate.
‘White Dog’ cuenta principalmente una historia, acerca de la relación entre perros y humanos, pero que llegado cierto punto se divide en dos gracias a la inteligente dicotomía que plantea sobre ese dicho que reza: “el perro es el mejor amigo del hombre”. Desde luego el perro, en toda su inocencia y ciega lealtad, es el mejor amigo del hombre pero, ¿Es el hombre el mejor amigo del perro?

La gran baza con la que juega el húngaro Kornél Mundruczo es su conflicto, que desde que arranca no te suelta. Y es que casi todo el mundo ha querido tener un perro, pero después no todos se han visto dispuestos a asumir las responsabilidades. De este modo, en cuanto llega el más mínimo problema, Hagen (el perro protagonista) será abandonado a su suerte en medio de ninguna parte, un momento que romperá el corazón a cualquiera que no esté muerto por dentro y especialmente a todos los que sepamos lo que es querer a un perro. A partir de este momento la trama se desdobla, ofreciendo por un lado el angustioso retrato de la chica que intenta recuperar a Hagen, y por otro, la visión del propio perro. Y es impresionante como logra esto último, meterte en la piel de ese perro perdido e inocente gracias a un gran juego de miradas y de sabios movimientos de cámara, que hacen de Hagen un auténtico personaje más, con mucha presencia.

La conexión emocional con la trama del perro protagonista me parece tan poderosa y bien llevada, que inevitablemente hace que la película pierda interés cuando se alterna con la otra. Aun así, creo que el director es plenamente consciente de eso, y sabe cómo dosificar el “factor humano” dentro de la historia para ofrecer cierto alivio a la trama de los sufridos canes. Y es que Mundruczo no se corta a la hora de retratar esa desgraciada cara de la realidad en el trato humano-perro, en la que ya sea por indiferencia o directamente a través del abuso o el maltrato, el perro siempre sale perdiendo. Como decía más arriba, no es una película fácil de ver, ya que poco a poco va haciendo polvo las reservas emocionales del espectador. Sin embargo, ‘White God’ sabe cuándo dejar de apretar, dándole la vuelta a la tortilla a través de un “Deus ex machina” cuestionable pero necesario (que se deja entrever al comienzo del film), que transforma la historia en una auténtica metáfora moralista que recuerda por momentos a ‘El planeta de los simios’.

Creo que es a partir de ese punto de inflexión donde, o entras en el cambio de tornas que sufre la película (comprendiendo todo el significado subyacente) o la segunda mitad te parecerá una burda imitación de ‘Los pajaros’. Ni que decir tiene que yo soy de los primeros, y durante la segunda hora no podía ir más a tope con los perros en esa desenfrenada oleada de venganza tan brutal como necesaria, que deja algunas secuencias simplemente espectaculares.

Tenía miedo de como acabaría la película, pero sinceramente creo que acaba de la forma más maravillosa y sobrecogedora posible, sin trucos ni efectismos. Si, el inhumano panorama retratado a lo largo del metraje existe y duele, pero sigue quedando espacio para otra realidad.
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23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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