La amante ingenua (1980)

Entre Cristina Galbó, Alberto de Mendoza y Tony Isbert se desarrolla una historia triangular en la que dos amantes pretenden sacar provecho de un tercer personaje para que sean mejores sus condiciones de vida, ya que por ejemplo ella está aburrida de ser mecanógrafa. El interés del film es discutible en el sentido de que otros cineastas españoles abordaron anteriormente y con una mayor sutileza el tema del triángulo amoroso como por ejemplo José María Forn y Carlos Saura. La dirección de José Ulloa es sin embargo eficaz desde el punto de vista técnico, y aparecen en la película coches de bonito diseño como el Seat de color rojo que elige la protagonista, o el Seat azul que conduce en un momento dado también la chica. Hay escenas curiosas como por ejemplo aquella en la que a Cristina Galbó van a pegarle una bofetada pero ella reacciona a tiempo de manera que ella abofetea casi al mismo tiempo a quien la quiso agredir. El argumento tenía implicaciones sociales, pero no se profundiza demasiado en temas como el machismo o el papel de la mujer dentro de nuestra sociedad por lo cual el interés de la película va por otro lado, quizá por la convincente definición de los personajes. Asumiendo los defectos propios de gran parte del cine español de la Transición, este film tiene un cierto poder de sugestión que justifica que se le preste algo de atención.