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Colombo: Hazme un asesinato perfecto (TV) (1978)

Colombo: Hazme un asesinato perfecto (TV)
100 min.
6,5
311
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Sinopsis
Una ejecutiva de TV, ganadora del Emmy, asesina a su amante que era también su jefe. Episodio Nº42 de Colombo.

Aunque Colombo tiende a ser definida o considerada como una serie de TV, nunca fue una serie propiamente dicha. Exceptuando la presencia recurrente del personaje principal, no presenta ninguna de las características de una serie tradicional (episodios semanales, de duración regular, con cast, dirección y equipo de producción fijo). Pensados como telefilms (de hora y media como promedio de duración), cada episodio cuenta con una historia independiente y con un director y un equipo de producción distinto. Los films tuvieron una transmisión irregular, pero con un mínimo de tres o cuatro producciones por año hasta 1978. Más de diez años después, Falk retomó su personaje por dos años (1989-1990). A partir de 1990, Columbo dejó de emitirse con regularidad, y los siguientes films fueron estrenados como especiales. Por estas razones, los 68 episodios de Colombo se dispersan irregularmente a lo largo de 35 años (1968-2003). (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Comedia Crimen Serie [Colombo]
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Columbo: Make Me a Perfect Murder
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
La exasperante presencia de Colombo en vida ajena
Make me a perfect murder (Hazme un asesinato perfecto) (1978), dirigido por James Frawley es el tercer telefilm de la séptima temporada y cuarenta y tres de la serie. Un plano general de seguimiento junto a primeros planos intercalados nos muestra el irregular arranque del telefilm completado con algún plano detalle, una secuencia inicial con poco o nulo sentido argumental si no es otro que el de contrariar los tradicionales comienzos en la serie. Toda la parafernalia de la secuencia inicial no tiene otra aparente intención que la de presentar a nuestro querido Colombo entre situaciones rayano lo cómico y algún incidente menor, nada excepcional.

Después de la gratuita traca inicial, el realizador nos lleva hasta los entresijos en las historias de poder y ascensos en la cadena CNC entre sus responsables creativos y de dirección. Es el caso de una de sus responsables, un deseo largo tiempo anhelado apoyándose en su socio. Por otro lado y desde su posición, Frank Flanagan (Patrick O’Neal), directivo de la cadena nos proporciona en plano medio y algún primer plano intercalado, los elementos necesarios que dan pie a la sorpresa envuelta en forma de inesperada buena noticia para uno y dura realidad para otra, dotando así a la trama los elementos necesarios que desencadenarán los inesperados desencuentros entre Kay Freestone (Trish Van Devere) y Mark McAndrews (Laurence Luckinbill.

Las cosas no siempre salen como se desean, presentándose la realidad ante la ambiciosa y desencantada Kay, a la que solo le cabe una respuesta, cuyo resultado hará entrar en acción al teniente Colombo (Peter Falk) quien en el esquivo juego de los despistes entre las dos partes, acapara los hechos y sus iniciales pruebas que darán pie a conocer las interioridades de la CNC que, como toda cadena del ramo, se mueve por los porcentajes de las audiencias y sus resultados en cualquier sentido, así, con todo el peso mediático, el esquivo juego de la protagonista por evitar al omnipresente Colombo resulta poco menos que inocuo para las investigaciones de este, tomados en largos plano secuencia a base de pequeños fragmentos a modo de continuidad argumental.

Después de su turbulenta relación con Mark, Kay da por hecho su ascenso en la escala directiva, que le planteará discretamente a Frank Flanagan, convirtiéndose así su deseo en un complicado camino de obstáculos para sus ambiciones, agravándose con la turbulenta relación mantenida junto a la desafortunada actriz Valerie Kirk (Lainie Kazan) en un sobreactuado rol poco convincente, a lo que debemos añadir, en un alarde de sagacidad a la que nos tiene acostumbrados, la exasperante presencia de Colombo en vida ajena, los resultados de una trampa cebo a la principal sospechosa que le hace ver la realidad, tras haber llegado al límite de la simulación, del silencio, de la venganza por haberse sentido apartada en un proyecto de previsible incumplimiento.

Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en cinco ocasiones, otro personaje lo hace en una ocasión. Además, Colombo cita también en una ocasión a un hermano suyo, a un sobrino en dos ocasiones, otro personaje lo cita (al sobrino) en una ocasión y, finalmente, Colombo cita en una ocasión a sus cinco hermanos y una hermana.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ni la lluvia de Tennessee Williams tenía las manos tan finas.
Una amante despechada dispuesta al asesinato, la ambición y la falsedad del mundo de la televisión, drogas, una pasión lesbiana que lleva a cierta autodestrucción profesional, referencias a El Padrino o los recuerdos de una infancia con necesidades económicas.

Sorprende lo actual que son esta historia y sus referencias, mientras que su estética es plenamente de los setenta. Interpretaciones rutinarias, algo más estimable la de Trish Van Devere pero sin aprovechar la gradación dramática de la historia.

¿ Pero qué es lo que falla en este buen guion para que el capítulo quede en la memoria? ¿por qué esto es un telefilm o una capítulo de serie más? la falta de un dramatismo y psicología profundos como hacía Hitchcock que elevaba la tensión al máximo en su serie de televisión sin embargo ya no son los años 50 sino los 70 y va a un público mucho más masivo.

Falta un sentido más retorcido del suspense en que la protagonista se sienta acorralada de verdad y provoque su perdición, insistir más en las escenas visualmente potentes como la del collarín del esguince del cuello de Colombo, las imágenes de las televisiones en el tiovivo (¿reminiscencia lejana de "Extraños en un Tren") de la parte al final cuando Colombo la está siguiendo.

Tanto los años 70 como los 80 en la televisión van en un proceso in crescendo de pérdida de dramatismo a favor de la narratividad.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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