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Toma el dinero y corre (1969)

Toma el dinero y corre
85 min.
7,2
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Escena (Español)
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Sinopsis
Una serie de entrevistas, con quienes lo conocieron, nos introduce en la vida del incompetente atracador Virgil Starkwell, que desde el principio estuvo abocado a la delincuencia: durante su infancia vivió sometido y humillado por los chicos más fuertes, y cuando descubrió que su carrera musical no tenía futuro, a Virgil no le quedó más remedio que robar, pero su escaso talento pronto lo conduciría a la cárcel. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Crimen Robos & Atracos Falso documental
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Take the Money and Run
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1969: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión original comedia
7
Ópera prima
La carrera “per se” del Woody Allen director comienza con esta producción del año 1969. Se trata de la primera película en que se hace con el control absoluto de las operaciones: aparte de firmar por primera vez el guión de la película, Allen se reserva el papel protagonista. Aspecto que el director norteamericano convertirá en costumbre a lo largo de su carrera, tal vez por aquello de que si alguien tiene que destrozar un chiste, nadie mejor para hacerlo que el propio autor.

Con muy poco dinero, con unos medios francamente limitados, pero con un entusiasmo del que sabe que realiza su ópera prima, Allen se lanza en solitario a la gran pantalla con una cinta realizada entre amigos (es en Toma el dinero y corre cuando Allen conoce al que será durante muchos años su operador de montaje, Ralph Rosenblum) De una manera casi artesanal, Allen levanta contra viento y marea su primer proyecto cinematográfico, para lo cual, a falta de la experiencia que otorga una carrera avanzada, echa mano de los clásicos para dar vida a la trama.

En el inicio del cine de Allen se impone lo visual, con homenajes explícitos al modo de hacer de Chaplin, de Keaton, pero sin arrinconar para nada a la palabra. Al contrario, la acción en Toma el dinero y corre se encuentra acompañada ya de esos diálogos que harán famosa la filmografía de Allen.

Toma el dinero y corre supone todavía una fase de formación, pero sin dejar de observar ya claros indicios de la mano de Allen en cada fotograma de la película. Muchos de esos aspectos anuncian al Allen posterior. Toma el dinero y corre sólo ha sido el comienzo de un buen augurio.
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68 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La leyenda del indomable Virgil Starkwell
Le pusieron de nombre Virgil y de sexo, varón. Fue criado sin amor y creció entre golfos. Se refugió en la música, pero se topó con la incomprensión de su profesor de violoncelo y de sus compañeros de banda. Dejó la escuela, entró en una pandilla juvenil e intentó robar un furgón blindado. Fue encarcelado. Salió en libertad provisional y encontró el amor de una mujer, pero las circunstancias le obligaron a delinquir para ser un hombre honrado. Volvió a la cárcel. Tras varios intentos frustrados de fuga, logró huir de la prisión. Virgil sería, a partir de entonces, uno de los criminales más buscados y peligrosos de los Estados Unidos de América.

Montado como un falso documental (técnica que retomaría después en “Zelig”) en la que padres astutamente disfrazados, profesores, ex-convictos o agentes del FBI desgranan sus recuerdos del temible bandido Virgil Starkwell, el debut de Woody Allen tras las cámaras es una parodia de los dramas criminales, que, pese a tratarse de una obra de aprendizaje, muestra ya algunas de las que serán las constantes de su cine. Ahí están el psiquiatra, la opresiva y cargante familia, el rabino, los paseos por Central Park o la música ragtime. Sólo faltan, de hecho, los austeros títulos de crédito en blanco y negro para hablar de una clásica película de Woody Allen.

El comienzo de la peli es potentísimo, impropio de un director novel. Los chistes funcionan, las frases y situaciones echan chispas, el ritmo es ágil. Los primeros veinte minutos pasan volando. Cuando aparece la chica (una adorable Janet Margolin), el ritmo, de pronto, decae y se ralentiza y, por desgracia, ya no vuelve a recuperarse. A partir de aquí, la peli se convierte en una irregular sucesión de gags, algunos de ellos realmente afortunados (la reata de presos encadenados) y otros demasiado obvios o que se estiran demasiado (el atraco al banco frustrado por la mala caligrafía de Virgil). La peli es traviesa y vivaz, pero las costuras del guión están mal cosidas y se echa en falta un hilo conductor más sólido y que dé más de sí. La consecuencia es que la eficacia acaba quedando en manos de la vis cómica de Allen, que unas veces basta y otras no.

Como ocurre con todas sus películas hasta “Annie Hall”, el humor aún se sustenta más en las situaciones absurdas en las que se mete el patoso y enternecedor personaje de Allen (el desfile, la partida de billar, los atracos, la máquina plegadora) y que remite al “slapstick” y a los clásicos de Chaplin, Keaton o Lloyd, que en el humor verbal o en las alusiones cultas, la clase de intelectualismos que, con razón o no, tanto molestan a sus detractores. Aquí no hay amores contrariados ni dilemas morales, sólo ganas de hacer reír. Es precisamente esa falta de pretensiones lo que sigue haciéndola, pasados tanto años, tan simpática y entrañable, lo que consigue, por muchas veces que la haya visto, arrancarme muchas risas y más de una carcajada. Y tal como está el mundo, amigos, eso es sencillamente impagable.
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45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
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