Believer (2018)

A lo largo de la historia, el cine en general, y el de temática policiaca en particular, nos ha proporcionado grandes villanos, malos, malísimos que han quedado de manera indeleble en nuestra retina. Su búsqueda y captura nos ha dejado grandes títulos, en los que esforzados detectives han dejado lo mejor de sí en el intento de darles caza.

Sin necesidad de recurrir a la época dorada del cine negro americano, me viene a la cabeza David Fincher, con dos obras maestras del cine que son “Zodiac”, en la minuciosa y larga persecución del asesino del zodiaco; y “Seven”, con la perversión que tan bien supo mostrar, el ahora caído en desgracia, Kevin Spacey. No podemos olvidar al psiquiatra Hannibal Lecter, o la oscarizada interpretación que hizo Javier Bardem de un psicópata a sueldo en “No es país para viejos”.

Believer se centra en los intentos de un grupo de detectives por acorralar a un misterioso personaje, que parece controlar el mercado de la droga, un tal señor Lee, del que nadie conoce su identidad. Nos encontramos ante una película menor de entre las de su género, por supuesto sin comparación con los títulos antes referidos.

No logra el director que este señor Lee adquiera, a lo largo del metraje, la entidad o el aura que se le presupone a un capo o mafioso de semejante índole. Es más, se van dejando demasiadas obviedades en el camino, hasta el punto que cuando este aflora, la sorpresa brilla por su ausencia.

Pese a todas sus deficiencias y un guion no exento de ciertos artificios, es sobresaliente la capacidad del cine coreano de facturar thrillers. Los amantes del género, si dejan de lado determinadas exigencias, pueden incluso pasar un buen rato