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Hotel Terminus: The Life and Times of Klaus Barbie (1988)

Hotel Terminus: The Life and Times of Klaus Barbie
267 min.
7,1
165
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Sinopsis
Documental sobre el proceso contra Klaus Barbie, jefe de la Gestapo de Lyon, y sobre su vida después de la guerra. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Biográfico Nazismo
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Hôtel Terminus
Duración
267 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Estados Unidos-Francia-Alemania;
Links
Premios
1988: Oscar: Mejor documental
1988: Festival de Cannes: Premio FIPRESCI
1988: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor documental
9
Un estudio sobre la banalidad del mal
A través de una impresionante acumulación de testimonios y asociaciones, Hotel Terminus parece invertir el slogan de los jóvenes franceses de mayo del 68, “todos somos judíos alemanes”, para sugerir que, quizá, “todos somos nazis (o colaboracionistas)”. Unos por cobardía y otros por desidia; unos por conveniencia y otros por convicción; unos por pura estupidez, y otros por una mezcla de varias razones.

La película se estructura a través de la repetición de varios elementos: las imágenes del hotel Terminus de Lyon –cuyo nombre simbólico da título a la película–; las de la nieve y el hielo; algunas difusas fotos en blanco y negro del fantasmal protagonista; fragmentos de canciones populares alemanas cantadas por un coro de niños en estilo ingenuo y sentimental; el leit-motiv, reiterado por numerosos entrevistados, de que habían pasado 40 años desde los hechos de Barbie al frente de la Gestapo de Lyon; etc.

Otra clave unificadora del estilo de la película es el entrecruzamiento de las entrevistas y documentos, que no se suceden de forma lineal sino que aparecen montadas en paralelo, a veces con alternancias muy rápidas, para hacer evidentes las contradicciones de algunos testigos, o bien para subrayar inquietantes paralelismos históricos (las imágenes de la quema de libros en la Bebelplatz de 1933 junto al relato del librero boliviano de los años 80), o bien, simplemente, como estrategia de suspense narrativo (evocando las persecuciones de las películas de Griffith).

Ambos procedimientos, el de las citas recurrentes (que cabría ver como una referencia irónica a la ópera wagneriana), y el de la ilusión contrapuntística creada por la aceleración del montaje alternado, dan a la película un aspecto en cierto modo musical.

De esta forma, Hotel Terminus puede captar la atención (y mantenerla durante su largo transcurso) tanto de los cinéfilos con una visión abierta del cine y sus posibilidades, como de quienes se sientan atraídos por su contenido histórico-periodístico -una excursión sintética a una parte especialmente oscura de la historia del siglo XX.

Pero es evidente que Marcel Ophüls no pretendió trazar aquí una investigación objetiva, sino un documento moral: él juzga abiertamente (si bien con otros medios que los de los tribunales de justicia) a todos los protagonistas, menores o mayores, del drama; hasta el punto de que la visión de la película (dedicada, no por casualidad, a la buena vecina) plantea una pregunta implícita, dirigida a todos: ¿y tú, cómo te hubieras comportado?
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Protección para la bestia
Como documental es mejorable. Son más de cuatro horas de testimonios, a veces reiterativos. Otros formatos, además de las entrevistas, podrían haberle otorgado mayor dinamismo. Sin embargo, la fuerza de esta coproducción reside en que te lanza la verdad a la cara, una verdad que pocos conocen. Klaus Barbie, el jefe de la Gestapo en Lyon durante la ocupación alemana, más conocido como “El carnicero de Lyon”, fue un sádico criminal de guerra, responsable de torturas y asesinatos. Lo increíble es que, tras la guerra, el Gobierno de Estados Unidos, de manera indecente, decidió protegerlo, en teoría por su valor como colaborador en la lucha contra el comunismo. Solo cuatro décadas después, cuando ya era un anciano y no tenía el cobijo de ninguna dictadura sudamericana, pudo ser juzgado. Esto produce mucha tristeza y estupor. ¿Tan necesario era semejante individuo como para faltarle el respeto a las víctimas, al Gobierno francés o a sus propios soldados, quienes sacrificaron sus vidas en las playas de Normandía?
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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