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Luna de Avellaneda (2004)

Luna de Avellaneda
140 min.
6,8
16.403
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Sinopsis
Luna de Avellaneda, un club de barrio que vivió en el pasado una época de esplendor, está atravesando una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un Casino, pero esto se aparta de los ideales y de los fines para los que fue fundado en los años 40: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de los fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier precio o conservar el espíritu original del club. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
Luna de Avellaneda
Duración
140 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-España;
Links
Premios
2004: Festival de Valladolid - Seminci: Mejor actor (Ricardo Darín)
2004: Premios Goya: Nominada a Mejor película extranjera de habla hispana
2004: Festival de Montreal: Sección oficial largometrajes a concurso
"Historia hermosa y preñada de metáforas y segundas intenciones. (...) entretiene y emociona"
[Diario ABC]
"Un filme cargado de emotividad, buen cine y certeros diagnósticos sociales sobre la Argentina actual."
[Diario El País]
3
3
Positiva
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Neutra
0
Negativa
10
Lo más importante...
Si fuera hacer un resumen de esta película partiendo tan sólo de las escenas elegiría dos de ellas: la del diálogo de Cristina en la barca y la de Román en la Asamblea.
Las dos son especialmente bellas porque nos hablan del verdadero concepto de la felicidad. La felicidad que obtenemos no por acumular cosas o vivir en un entorno de perfección y belleza, sino más bien la que nos llega de la admiración que nuestra familia, amigos, pareja sienten por nosotros. Simplemente por lo que somos y por lo que les hacemos sentir... Nada más!
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49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dalma aquí es feliz
Juan José Campanella demuestra que posee las cualidades propias de un director de fuste y de gran calidad. La película presenta una historia hecha de cotidianeidad, sencillez, personajes humanos, situaciones normales, reacciones verosímiles, que componen en conjunto un excelente retazo de la vida misma. No hay grandilocuencias, ni exageraciones, ni espectacularidades, porque la vida está hecha de otros materiales: dudas, debilidades, ambiciones, desamores, amor, dignidad, contradicciones. El guión, del que Campanella es co-autor, entrelaza varias pequeñas historias de personas ligadas al Club Luna de Avellaneda (la de Román y Verónica, la de Cristina y Amadeo, etc.) con la historia central, que es la del propio club: sus dificultades de subsistencia, su esplendor perdido, su pasado brillante, su utilidad para el deporte de los jóvenes, para el ballet de las niñas y los niños, las funciones sociales con espectáculos de baile español, los bailes de sociedad, los ágapes de camaradería. La superposición de varias historias se hace con habilidad, con corrección y con resultados positivos para el desarrollo de la acción general, que resulta entretenida, interesante y que, poco a poco, se hace apasionante. La fotografía a la luz del día y a la luz de las farolas es brillante y de una belleza plástica sorprendente. La cámara aprovecha el recurso de los encuadres fijos para realzar el movimiento de los actores y para invitar al espectador a penetrar en su intimidad. En otras ocasiones, el movimiento de la cámara es breve y ajustado, o bien más dilatado, pero en todo caso suave, limpio y respetuoso. La cámara en ningún momento pretende formar parte de la acción, sólo desea reflejarla, y eso en los tiempos que corren merece un elogio. La interpretación de Ricardo Darín está a la altura de su calidad artística, al igual que la de Eduardo Blanco, un secundario de lujo que aporta a la película momentos destacados de humanidad, ternura y emoción. El duelo oratorio entre Román Maldonado (Ricardo Darín) y Alejandro constituye, tal vez, el punto culminante de la película. En su desarrollo se enfrenta el pragmatismo y el utilitarismo de Alejandro con el idealismo y el voluntarismo nostálgico de Román. La secuencia se presenta en términos de gran sinceridad y transparencia: las emociones se distribuyen entre las dos posturas y los votos también. Al fin, los derrotados por escaso margen pueden ser los que ganen, porque la vida continúa.
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32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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