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Max (2002)

Max
106 min.
5,8
561
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Sinopsis
En 1918, un judío, pintor y profesor de arte (John Cusack), entabla amistad con uno de sus alumnos, un joven llamado Adolf Hitler. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Nazismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Canadá Canadá
Título original:
Max
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Canadá-Alemania-Hungría;
Links
Premios
2002: National Board of Review: Mención especial
2002: Premios Genie: Mejor edición de sonido. 2 nominaciones
4
El retrofuturismo según Adolf Hitler
En el libro "Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo", la autora Rosa Sala Rose, defiende su utilidad alegando que para no caer en la barbarie no basta con condenarla, sino que hay que comprenderla. Por ello películas como "Max", son desde un punto de vista educacional más que necesarias. No hay que limitarse a mostrar los horrores del nazismo, sino comprenderlo desde las raices, y para ello nada mejor que reflejar la juventud de su líder, Adolf Hitler, y mostrarnos sus fobias, sus prejuicios, y porque no sus frustaciones e incluso las ideas "positivas" que pudo tener pero que acabaron ocultas y desvirtuadas en la historia por la magnitud de la tragedia que desencadenó.

Pero todo este catálogo de buenas intenciones queda automáticamente invalidado cuando la apreciación histórica, es decir lo que muestra la película no son más que retazos de la biografía de Hitler, mal situados cronologicamente, cuando no directamente patadas historiográficas de primer nivel. Si bien son ciertas algunas apreciaciones de Hitler sobre el tabaquismo, el alcohol, los toros, y el arte de vanguardia, da la sensación que se utilizan como mera excusa para buscar un argumento que le permitiera al director establecer la imposible relación de Adolf con un marchante de arte judío. Pero eso no es lo peor, sino que absolutamente todo el origen de las concepciones políticas, del partido nazi y los primeros discursos están absolutamente falseados.

Todas estas inexactitudes acaban por conformar un cuadro que repele al conocedor del personaje y que no aporta nada al neófito que no sea confirmar los propios prejuicios sobre el personaje y el movimiento. Dejando en nada pues su proposito instructivo.

Otro de los problemas de la película está en su indefinición. Ya que, aunque trata de poner su centro de gravedad argumental en el personaje de Cusack, mostrándole como el reverso positivo de Hitler, su personaje acaba desdibujado y perdiendo todo interés en favor de la vida del cabo bohemio. No es que Cusack esté mal, sino que el problema radica en lo mal construido que está su personaje y en la poca solidez argumental para sustentarlo. Casi lo contrario que Noah Taylor, que ofrece una interpretación casi de grand guignol y reduciendo a una burda parodia la capacidad de seducción oral del futuro führer.

Por todo ello, y aún siendo un telefilm rodado de forma bastante competente, Max supone un decepción por su absoluta falta de rigor y el poco esfuerzo de documentación con que se ha llevado a cabo. Quizás con otro enfoque y centrándose más en la vida del joven Hitler hubiera tenido un resultado más positivo.

Lo mejor: Sus buenas intenciones.
Lo peor: Que al final no aporta nada nuevo.
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32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Hola, me llamo Adolf Hitler. Cuidao, que estoy muuuuuuuuu loco!!!
Estaba Hitler loco? Pues Menno Meyjes parte de la tesis de que sí, de que estaba muuuuuuuuy loco, y además tenía una serie de aspiraciones artísticas que, al no verse satisfechas, lo llevaron a descargar esa frustración en la política, fundamentalmente en su odio hacia los judíos. Vamos, que Hitler exterminó a chiquicientos millones de judíos porque un pasante de arte judío no le hizo la ola cuando le enseñó sus cuadros. Hombreeeeee!

Yo es que no creo que Hitler estuviera tan loco como Meyjes pretende y como se refleja en la demencial expresión de Noah Taylor a lo largo de todo el film. Yo creo que Hitler era un tarado, sí, y probablemente un maniático antitabaco, antialcohol y antitaurino, seguro. Pero en absoluto me creo esa dicotomía pintura-política que se plantea en la película como si se tratara de dos talentos contrapuestos que están en liza y como si sólo uno de ellos pudiera imponerse. Ohhhhhh, qué pena, como Hitler no pudo desarrollar su carrera artística, qué iba a hacer el hombre sino planificar exterminios a mansalva?

Y como lo de Hitler no me termina de convencer demasiado, paso de él olímpicamente y (la primavera qué mala es) me dejo seducir por el personaje de John Cusack. Qué savoir faire, qué elegancia, qué mirada, qué carisma, qué todo!!! Max, ese macho con aroma de hombre de verdad, que manco y todo, con una sola manita tiene satisfechas y totalmente entregadas a dos señoras de rompe y rasga: la suya propia y otra de alquiler. Un verdadero paradigma de la optimización de recursos.

Señores que con las dos manos intactas son incapaces de cumplir medio aceptablemente con sus novias y esposas, tomen nota. Igual les convendría cortarse un brazo para conseguir la técnica impecable de Max-Cusack.

O a unas malas, igual se reencarnan en Cervantes y escriben El Quijote.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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