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Una hora contigo (1932)

Una hora contigo
80 min.
6,7
973
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Disponible en:
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Sinopsis
El doctor André Bertier y Colette, su esposa, viven felices hasta que Mitzi Olivier, una coqueta amiga del colegio de aquella, les hace una visita. Mediante intrigas, Mitzi consigue quedarse a solas con André, fingiéndose enferma, e intenta seducirle, pero el marido de ella, el profesor Olivier, ha contratado a un detective para que recoja pruebas de las infidelidades de Mitzi. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Musical Comedia screwball Comedia romántica Comedia sofisticada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
One Hour with You
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1931: Nominada al Oscar: Mejor película
8
Tres veces al día
Realizada por Ernst Lubitsch con la colaboración de George Cukor, se basa en la obra de teatro en tres actos "Only A Dream" (1909), de Lothar Schmidt. Rodada en los Paramount Studios, fue nominada a un Oscar (película). Producida por Lubitsch, se estrenó el 22-III-1932 (EEUU).

La acción tiene lugar en París en 1930/31, a lo largo de dos días. André Bertier (Maurice Chevalier), médico de éxito, felizmente casado con Colette (Jeanette MacDonald), soporta en su consulta el acoso de numerosas mujeres jóvenes, solteras y casadas, que se sienten seducidas por su atractivo personal. Con determinación, resiste la situación, porque está profundamente enamorado de su esposa. Su numantinismo flaquea cuando conoce a Mitzi (Genevieve Tobin), amiga de Colette, casada con el aburrido profesor Olivier.

La película es una comedia de enredos, una historia de amor, un musical y un remake de la película muda "Los peligros del flirt" (Lubitsch, 1924). El estilo del realizador, que sugiere más cosas de las que muestra y explica, permite sortear los escollos de la censura y construir una narración dominada por la sensualidad, el erotismo, la pasión y el deseo. Los elementos de aventura sexual, infidelidad, adulterio y triángulo amoroso, son tratados con soberbia sutileza. Sobreentendidos, malentendidos y dobles sentidos, constituyen recursos expresivos que Lubitsch maneja con elegancia y delicadeza. La trama adicional presenta tres personajes que complican las cosas y enriquecen el relato. Olivier, profesor de historia antigua, presa de sospechas y celos, contrata los servicios del detective privado Dornier (Richard Carle) para que siga a su mujer y obtenga pruebas de su infidelidad. Adolph (Charles Ruggles), el mejor amigo de André, se siente fascinado por el atractivo de Colette, a la que desea ardientemente. Los tres personajes (Olivier, Dornier y Adolph) aportan elementos de intriga, tensión e incertidumbre, que elevan el interés del relato. Hacia la mitad de la cinta el film incorpora un sugerente juego de factores contrapuestos (amor e infidelidad, amistad y deslealtad, afecto y deseos de venganza, sinceridad y mentira, simulación de infidelidades propias para recuperar la fidelidad ajena), generadores de situaciones de perplejidad, tan bien tratada por el realizador como fuente de seducción del ánimo del público. No faltan escenas fuera de campo y elipsis, como el cierre de cortinas ante una cámara estática que aplaza el fundido o la entrada de un nuevo plano.

La música, de varios autores, incluye acompañamientos y un elenco de canciones de aires parisinos del momento, como "What Would You Do", "One Hour With You", "Three Times A Day", "But Spring Is Here". La fotografía, de Victor Milner, hace uso de largos travellings, primeros planos psicológicos, reflejos en espejos y notables escenas nocturnas propicias para la confusión y los malentenidos. Los diálogos, de Sam Raphaelson, chispeantes, ocurrentes y llenos de picardía, desbordan maestría.
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32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Lubitsch sin pulir
“Una hora contigo” es un Lubitsch aún sin refinar. Era la segunda colaboración con el actor francés Maurice Chevalier que por aquellos años, rozaba de gran popularidad por los musicales.

“Una hora contigo” es un “petit” musical donde a mí me sobran las cuatro o cinco canciones que no vienen a cuento pero que la época y las exigencias de los espectadores de entonces inundaron las películas de principios de los treinta con multitud de números musicales. Las canciones, que no aportan prácticamente nada rompen además el ritmo de la película.

Tampoco los diálogos son ácidos y traviesos, no al menos, como ese mismo año empezaría a hacer en una de sus obras más completas: “Un ladrón en la alcoba”.

Nos topamos, eso sí, con una hermosísima Jeanette MacDonald que realiza la mejor actuación de la película y que además, canta de maravilla. También quedan marcados los sobreentendidos y las situaciones comprometidas que dan algo de frescura a la historia, porque hasta el Lubitsch menos eficiente es ya un seguro.
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32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
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