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La casa del terror (Haunt) (2019)

La casa del terror (Haunt)
92 min.
5,4
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Sinopsis
Harper, una adolescente que acaba de romper con su novio, decide salir de fiesta con sus amigas en Halloween. Aunque la noche no pinta demasiado bien, pronto entabla conversación con un atractivo joven que despierta su interés. Se juntarán así varios jóvenes que deciden entrar en una casa encantada que promete ofrecer una experiencia extrema a base de explotar sus miedos más profundos. La noche se volverá mortal cuando se den cuenta de que algunos monstruos son reales.
Género
Terror Thriller Halloween Gore Slasher
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Haunt
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
¿QUIÉN SE QUIERE REÍR DE LOS PAYASOS?
Reducir «Haunt» a un mero recuerdo de los estilos de terror de los 80 y 90, es no hacer justícia a la cinta firmada por Scott Beck y Bryan Woods, que dan un concierto a cuatro manos, realizando en equipo ambos trabajos de darle a la tecla, y a la claqueta.

«La Casa del Terror», que es así como nos ha llegado traducido el título de este filme, va más allá de la pretendida nostalgia de resucitar un tipo determinado de género o subgénero; logra un ensamblaje de estilos y referencias que, por muy tópicos o de cliché que nos parezcan, acaba en un producto con su propia identidad única, mientras que otros de similares características y motivaciones, apenas consiguen parecer un asomo de Frankenstein, de fragmentos mal cosidos, lo único que tienen de terroríficos o monstruosos.

Todos los elementos clásicos que podamos identificar, son articulados de manera reflexiva y meditada. Pocos de ellos se antojen como gratuitos o forzados, en un todo que adquiere sentido propio. Cada uno de los componentes de «Haunt», parejos con los de aquellas que es hermana, prima lejana, hija (o incluso nieta), cumplen en su contexto una función narrativa, simbólica o funcional, en el conjunto de su estructura.

La fotografía nos mantiene durante casi todo el rato en un aire obscuro y tenebroso, y apenas hace asomo algun plano luminoso, como es el de la visión de Harper, de su vuelta a casa, donde es recibida por su madre. La cámara, constantemente, se halla en pos del grupo de personajes que se adentrarán en las fauces de la terrorífica casa, situando al espectador como si fuera uno más de ellos. Con lo cual, nos acerca más a la espantosa experiencia que vivirán allí dentro. El ojo de los realizadores, nos convierte en acompañantes de los protagonistas, y hace de lanzadera que con ellos nos transporta, a través de los diferentes planos diegéticos de la historia. El mundo «real» en el que se presenta (el piso donde conviven Harper y su amiga, la discoteca donde se juntan todos los de la pandilla, el coche que los trae a la aventura...); el escenario del pasaje del terror en el que se aventuran al cruzar el umbral de la casa, donde, poco a poco se irá confundiendo la fantasía con la aterradora evidencia; la denodada lucha de los jóvenes para salir de allí con vida, en un entorno de presencia onírica; y, finalmente, el aterrizaje forzoso y accidentado a lo verídico en la resolución. Sin duda, para algunos de ellos, este viaje tendrá sólo billete de ida.

En todo este periplo a través de diferentes planos de vivencia subjetiva de esta pesadilla, los encuadres, la ambientación, los efectos visuales y los decorados se acoplan al desarrollo de la trama en sus principales momentos. Aquí cabe destacar los interesantes recursos de los que echa mano. Por una parte, la atmósfera recreada nos recuerda a películas donde tenemos una surtida colección de monstruos variopintos, generalmente en mansiones o museos, evocadoras del mundo de Edgar Allan Poe, en el que tantas veces vimos presentes a actores como Vincent Price, Peter Cushing o Cristopher Lee; en segundo lugar, esa progresiva inmersión en la ensoñación, la alucinación a la que son sometidos los visitantes de la macabra atracción de «Halloween», cuya única esperanza de salir con vida de ella, es el retorno al mundo consciente (referencia que hallamos, sin ir más lejos, a la franquicia de «A Nightmare on Elm Street», con el malvado Freddie Kruegger); y, para citar una última masa madre de la que se nutre «Haunt», la que consiste en convertir símbolos representativos de lo inocente, lo cotidiano, o lo gracioso, en iconos tópicos del horror. Como, por ejemplo, los juegos de niños, los propios niños (véase «El Buen Hijo», la saga de «La Profecía», la colección de los «Chicos del maíz»), la gente mayor (abuelitas o abuelitos, que representan lo más tierno y acogedor, convertidas en sádicas asesinas), los muñecos («Chucky»), los títeres («Dead Silence») o, como es el caso de «La Casa del Terror»... los payasos (cuya explotación en la iconografía de las de miedo, tiene su referente inequívoco en Stephen King, con «IT»). Más pavoroso que una momia o un vampiro, resulta aquello en donde se supone que jamás hallaríamos precisamente miedo, convertido en monstruoso (nuestra mascota con ojos rojos y echando espumarajos, nuestra mamá persiguiéndonos con un cuchillo de cocina, un cura bautizando con sangre, o nuestra hermana poseída por un demonio...).

La banda sonora, sin pena ni gloria, se queda casi relegada a los momentos que requieren el efectismo de algún sustete que otro, aunque casi nada tira del sobresalto. Basta con este cuadro de máscaras y asesinatos casi rituales, para que la adrenalina vaya sola. La partitura es, junto a los diálogos, insulsos y poco elaborados, lo que menos trabajado está, sin que termine por poner en peligro el resultado final.

El trabajo de los actores, bastante (por no decir del todo) desconocidos, resulta algo más que decente, aunque muy mejorable. La demanda de esfuerzo interpretativo no sería tan exigente de haber contado con artistas de más caché, cuya presencia, bagaje, experiencia y reconocimiento les suele facilitar bastante la tarea. Precisamente, por tratarse de chavales y chavalas novicios en la pantalla, hacía falta un plus de esmero ante la cámara. A los payasos, con el maquillaje, las máscaras y las pintas, ya no les hace falta tanto... ni casi hablar.

Con todo, si al principio alguno de los jóvenes principales resulta poco convincente o creíble, como es el caso de Will Brittain (Nathan), guapo, atlético, prototipo de buen y deportista estudiante universitario norteamericano, con la gorra del revés, que se camela a la Stevens (Harper) con su encanto y un par de cuentos chinos, la evolución dramática posterior de todos ellos les va poniendo a la altura. Lo que nos parezcan pijos o chonis, tontos histéricos cuando las cosas se ponen chungas, creo que va más porque el guión no les deja salir de los tópicos del género.
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33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Muy bestia, gracias señor Roth.
La cinta está co-escrita y co-dirigida por Beck y Woods (Un Lugar Tranquilo) y producida por el siempre polémico Eli Roth (Cabin Feber, Hostel), famoso por sus escenas sangrientas, violentas y con mucha casquería. Es de agradecer haber notado la larga mano de Roth, pues la película no se queda corta en cuanto a todo lo nombrado anteriormente. Protagonizada por Katie Stevens (The Bold Type), que nos sorprende con este papel, ya que nos tiene acostumbrados al de la serie de Amazon –bastante mojigato- acompañada por Will Brittain (Kong: Isla Calavera), Lauren McClain (miembro del grupo de Pop y R & B grupo de chicas) o Andrew Cladwell (Miedo a Morir, Confesiones de un Mujeriego).

Tenemos un Slasher de los buenos y respetando todas las reglas –como le gustaba al bueno de Craven- pero mejor llevada a la gran pantalla –sin contar Scream-. Claro que el señor Craven nunca colaboró –que yo sepa- con un Eli Roth que le diera más caña y seriedad al asunto. Aún así, es de agradecer que la película respete el subgénero y que –yo- al menos, me lo haya pasado bien y la haya disfrutado como hacía años que no me pasaba. Aquí no hay comedia que valga –algo que últimamente se lleva mucho y que a mí no me molesta- pero volver al «origen» es un honor. Esto es un festival de sangre, de carne, de vísceras. Sientes el sufrimiento de los protagonistas, su miedo, sus dudas. No hay JumpScare, solo música sin subir de tono y la propia tensión del metraje. ¿Es todo un juego? ¿Es real o son trucos para Halloween?
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36 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
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