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Nosotros que fuimos tan felices (1976)

Nosotros que fuimos tan felices
100 min.
4,7
88
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Sinopsis
Después de un larga ausencia, Ulises, un autor teatral, regresa a su casa para volver junto a su mujer, Carlota, y el hijo de ambos. Sin embargo, al llegar a Madrid descubre que Carlota se ha convertido en una gran actriz de teatro y que está unida sentimentalmente a Miguel, un reconocido dramaturgo que copia las comedias que había escrito el propio Ulises.
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Nosotros que fuimos tan felices
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
5
Guiños cinéfilos y poco más
Que una película no pueda ser original, a pesar de la cinefilia de su director, no debe ser obstáculo para imponer una cierta personalidad del autor, dentro de una producción comercial de aquella época. El problema de Antonio Drove es que no sabe liberarse de ese convencionalismo para explorar o al menos proponer algo interesante de su cosecha. Por lo tanto, asistimos a una rutinaria mezcla de “Historias de Filadelfia” con “Eva al desnudo”, desde una mirada celtibérica, más que española. Nada menos que banalizar a maestros como George Cukor y Joseph L. Mankiewicz, pero no queda ahí esta parodia, incluso llega a la osadía y el desacato de parodiar a “M, el vampiro de Dusseldorff” del maestro Fritz Lang, en los primeros minutos del film ilustrándonos con la famosa melodía de Edward Grieg, “En la sala del Rey de la Montaña”.

El hecho de que nadie hasta el momento haya escrito nada sobre esta peli, me estimula a hacerlo para que al menos quede constancia crítica sobre ella, a la hora de visionarla y saber qué nos podemos encontrar, en general se deja ver pero sólo la recomiendo para espectadores poco exigentes. Se trata de una comedia de enredo nostálgica por los tiempos poco aprovechados, algún desnudo que otro, por aquello del destape que se exigía entonces, con el componente teatral que siempre da un marchamo de producto culto, desangelada y con un casting poco afortunado. Sólo se salvan un par de secundarios y Amparo Soler Leal, que aunque no es Katherine Hepburn ni tampoco Bette Davis, sale airosa en una película que está hecha a su medida gracias a su marido, en aquel tiempo el productor de la cinta Alfredo Matas.

Historia del típico hombre que vuelve al hogar, (no es banal el nombre del protagonista, Ulisses, ¿Volviendo a Ítaca?, queriendo recuperar su espacio natural que le ha sido usurpado, no solamente a nivel fraternal y sentimental sino también a nivel profesional como dramaturgo. Una clara ironía sobre el mal aprovechamiento del talento, que no es reconocido por un comportamiento estrafalario y algo grotesco. Frases rimbombantes que suenan vacías, situaciones archiconocidas que ya no sorprenden. Algo positivo son los personajes que mienten constantemente como actores que son pero trasladándolo a la realidad, y sobre todo esas visiones antagónicas de la forma de entender el teatro y la vida. Como apunté anteriormente, en mi opinión es flojita pero se deja ver.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Dos visiones antagónicas/complementarias del arte...y de la Transición
He descubierto en el programa sobre cine español de La 2 este largometraje, con un reparto curiosísimo, y con un guión que contrapone a dos escritores teatrales antagónicos, los protagonizados por Vicente Parra y el argentino Norman Briski, que con este film comenzaba su exilio y su etapa profesional en el cine español. Briski (con la voz doblada, claro) representa la libertad de la creatividad y Parra la seguridad de la comercialidad, y si bien son extremos opuestos, en el fondo se complementan entre sí perfectamente. Si continuamos con la interpretación alegórica, que sobrepasaría el mundo del teatro, hablaría del cine, y hasta del arte en general, y la estiramos hasta el contexto político de la Transición, podemos entender que los ya mencionados personajes pueden representar las dos opciones políticas planteadas entonces, la ruptura o la reforma. El de Briski es un personaje que, con su excentricidad y su histrionismo, se adapta muy bien tanto al propio Briski como al propio Drove. El personaje de Amparo Soler Leal es un punto de unión entre esos dos polos opuestos.

La comedia está algo lastrada por los elementos recurrentes con los que el cine -el cine de Hollywood, en primer lugar- trata el mundo del teatro: los ensayos y sus problemas, los egos de los actores, los fallos del texto, el estreno de una obra que acaba en fracaso, la creatividad del dramaturgo. En esta misma película se produce, en el fondo, el mismo choque de enfoques: las citas culturales abundan en un mundo intelectual, y un poco esnob, que se toma muy en serio mientras trata de reírse de sí mismo, mientras que el perro lanudo de la familia, y el chalé, y el niño, son de anuncio de champú...
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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