La Celestina (1969)

La tragicomedia de Calisto y Melibea, más conocida como “La Celestina”, en versión del cineasta César F. Ardavín es recordada principalmente por contener el primer y púdico desnudo femenino permitido durante la época franquista, cuya férrea censura comenzaba a ser algo tolerante. El film cosechó un gran éxito de público, mucho me temo, más por el aspecto erótico que por su calidad cinematográfica, que la tiene si la comparamos con la zafia y descafeinada adaptación que hizo Gerardo Vera en 1996 de la obra. Después del tiempo transcurrido, más allá del erotismo y los parciales desnudos, lo que interesa de la obra de Fernando de Rojas publicada en 1499, es su fascinante relato amoroso y el contexto donde se desarrolla, y que este cineasta y productor poco valorado, logró adaptar a la gran pantalla si no brillante, al menos de forma correcta y bastante fiel al espíritu de la obra literaria.

Su prosa es diligente, medida y acertada respetando la calidad literaria de la obra, firmada por el cineasta y asesorado por el profesor Manuel Criado de Val. La trama sucede durante la procesión del Corpus, en Toledo, Calixto, joven impetuoso de clase alta descubre a la joven Melibea de familia acomodada, de la que se enamora. Tras ser rechazado, éste es aconsejado por su sirviente para recurrir a los servicios de Celestina, una anciana libidinosa especializada en juntar parejas, utilizando malas artes. No era la primera adaptación literaria del cineasta, pues diez años antes, había ganado en Berlín el Oso de oro por “El lazarillo de Tormes. “La Celestina” lleva en su argumento implícita la sexualidad y hasta la prostitución en una historia romántica de pasiones desmedidas, amores imposibles como ocurría con Los amantes de Teruel o Romeo y Julieta.

El film se deja ver a pesar de los años transcurridos, pues su realización es sobria, contenida, elegante sin caer en la vulgaridad y de estructura académica, articulada por actos, pues aunque hay escenas de exteriores rodadas en Toledo, el film no reniega de su origen escénico, con excelentes decorados que diseña el propio cineasta. Una prodigiosa Amelia de la Torre como Celestina encarna un personaje que domina la obra por completo, pues la sosita Elisa Ramirez (Melibea) y el despistado Julian Mateos (Calisto) algo mayores para encarnar a los jóvenes amantes, cuya química deja mucho que sesear, quedan muy lejos de la anciana alcahueta. Un film interesante para los buenos aficionados al cine de origen literario y con una prosa culta. Nada que ver con el cine actual.

Adaptación algo simplista y apresurada a cargo de C.F. Ardavín de la inmortal obra del Siglo de Oro de las letras españolas.
Una ambientación voluntariosa pero demasiado colorista, unos decorados poco convincentes y una interpretación rutinaria tampoco ayudan al éxito.
La película resulta convencional y sin brillantez pero no se le puede negar cierto sentido histórico.
Seguramente los factores ajenos a la obra, como la cuestión de los desnudos y la censura, estuvieron más presentes en la producción que la obra propiamente dicha.
No sabemos si a F. de Rojas le habría gustado pero, si hay alguien que no haya leído el libro, esta versión no le animará a hacerlo.