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Clément, Alex y los otros (2019)

Clément, Alex y los otros
75 min.
5,2
65
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Sinopsis
Clement y Alex están buscando un nuevo compañero de cuarto gay. Y encuentran a Leo, un encantador estudiante que está en serios problemas para encontrar un lugar para dormir. Leo hará cualquier cosa para conseguir esa habitación, lo que sea necesario.
Género
Drama Comedia Romance Homosexualidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Clément, Alex et tous les autres
Duración
75 min.
Guion
Fotografía
7
Crítica de Clément, Alex et tous les autres por Cinemagavia
*La idiosincrasia LGBT

Cheng-Chui Kuo realiza un viaje sobre las vivencias personales y el bagaje que supone la propia experiencia en ámbitos tan amplios como el amor, el deseo y hasta la sexualidad. Clément, Alex et tous les autres es una película que acierta en la manera de exponer la humanidad de sus personajes. En ningún momento hay una pretenciosidad de hacer una reivindicación del colectivo LGBT rasgando sus vestiduras, sino que crea un paralelismo ligero e incluso, cómico, donde la heterosexualidad es la diferente en esta conjugación social. Juega con el mecanismo de desarrollar un universo en el que, realmente, la sexualidad acaba en un segundo plano. El realizador busca ahondar más en las heridas que brotan de sus personajes, externamente si el motivo de su desesperación es un hombre o una mujer. Por lo tanto, lleva a una normalización que se debería aplicar socialmente.

La personalidad de sus personajes contiene mucha verdad en ellos y no necesita profundizar sobre su contexto social-biográfico para poder desarrollarlos. Habla de los traumas acarreados por una vida marcada por la pérdida o la ausencia de sentimientos. Las relaciones entre todos los personajes se mueven dentro de una naturalidad y una viveza cotidiana que consigue conectar con el espectador. Al igual que su propio título, la esencia se enfoca sobre todo en Clément y Alex, pero deja un espacio emocional y sensitivo para el resto de elementos que forman parte de la cinta. El verdadero protagonista de este largometraje coral es el sentir. Sin embargo, la manera de componer la historia de Jeanne no termina de casar con el motivo principal del film. Aporta artísticamente al principio, pero desestabiliza al espectador en su desenlace.

*Sin aditivos

Esta comedia francesa cuenta con un reparto muy enriquecido. Clément, Alex et tous les autres ha sabido dar a cada uno de ellos su sitio para poder lucirse interpretativamente. Yannis Bougeard se mete en la piel de Clément y ofrece una visión aparentemente pausada de su personaje. Bougeard sabe lo que reside en él y lo exterioriza de una forma muy sutil. Los fantasmas del pasado se presentan en esa frialdad y distancia, lo que conlleva a crear un vínculo con el espectador de empatía. Por su lado, Carolina Jurczak brilla con luz propia. Su actuación como Alex es fresca, alegre, pero, además, la dota con una complejidad distinta. Utiliza la expresividad corporal y gestual para transmitir al público el abanico de sensaciones y las caretas emocionales que puede haber detrás de una sonrisa.

Bellamine Abdelmalek es el único que, en cierto modo, no termina de entrar en esa sinergia que sí comparte el resto del elenco. Hay que comentar que su reto es algo más difícil, a nivel expresivo, pero no entra en las entrañas de su personaje y se muestra algo fuera de este plano íntimo. A diferencia de Chloé Berthier, que, aunque sea un personaje más secundario, realiza una labor actoral sobresaliente. Es una actriz que ilumina y revela esa fragilidad, que se convierte en su mayor fuerza. Junto con Bougeard, se complementan perfectamente. Por último, hablar de Laura Boujenah que trae a una Maeva perfecta, mostrando esas taras y esa contrariedad, que acaba dando pinceladas de enredos que transmite más movimiento en escena. Por lo tanto, es un grupo de actores en los que fluye una química muy orgánica.

*Ligera como una pluma

La realización de Clément, Alex et tous les autres no innova en su fotografía, aunque muestra una calidad y un buen planteamiento visual. Su estética recuerda a otros filmes “feel-good” como “Entre copas”. Uno de los elementos más característicos es la cámara fija en diversas secuencias, donde consigue que el espectador enlace su perspectiva con el propio encuadre. Se transforma en su propio ojo. De esta manera, aprovecha los fueras de plano y acerca la película al público de una forma directa. Una estrategia que triunfa y aporta dramatismo a la propia obra. Luego, la dirección artística mantiene un ambiente igualado en todo momento, cuidando todos los detalles, incluyendo el color. Hay una tonalidad suave, que da equilibrio. Evoca un efecto de serenidad y de reflexión que mete a la audiencia dentro de este universo del día a día.

Únicamente no van a su favor las extrañas secuencias de Jeanne. Al principio, esa manera de recrear y hacer un homenaje al cine de antaño, contrasta con esa identidad liviana y de carácter independiente. Sin embargo, durante el desarrollo del desenlace no encuentra su lugar y acaba entorpeciendo el acabado de la cinta. Pese al transcurso notable del largometraje, en su capítulo final no sabe encauzarlo y da un resultado que no hace justicia. La semilla no termina de germinar, pero, aun así, el resultado global es satisfactorio. Con respecto a la banda sonora, destaca por la ausencia de musicalidad, pero subrayando los silencios de la propia voz interior. Se escucha la afasia del suceso, pero, en ocasiones, se rompe por la intensidad vital. Un tratamiento increíble con una conclusión precipitada e inadecuada.

*Conclusión

Clément, Alex et tous les autres es una película reflexiva, ligera y muy humana. Dibuja unos personajes que representan sus propias vivencias, dejando la posición del colectivo LGBT como una característica más de sus personalidades. Una normalización por la que debe lucharse. Durante la mayor parte del film demuestra una profundidad interesante y crea unos lazos afectivos entre sus personajes que se agradece. Un reparto con química, destacando sobre todo la labor de Carolina Jurczak. Sin embargo, sucumbe a un final desacertado, que no redondea el potencial que muestra durante todo su metraje. Una cena entre amigos en los que los sentimientos y las emociones vuelan sobre ellos y encuentran un poso de realidad, pero sin rematar la acción.

Escrito por Diego Da Costa
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