El gran dragón, espía invisible (1966)

Película europea de espías en el ordinario estilo, llena de acción, irónica y con los componentes habituales: persecuciones, fuego cruzado, luchas, conspiración internacional, mujeres explosivas y otras características que solían aparecer en el género. Protagoniza agente SuperSeven (Roger Browne) a quien su jefe Stan Harriman (Daniele Vargas) le asigna una misión peligrosa que ejecutará a cualquier precio, incluso matando sin piedad a sus enemigos. Después de recuperar un dispositivo electrónico que puede cortar el suministro eléctrico de ciudades enteras, se asigna al agente secreto SuperSeven (Roger Browne) la tarea de eliminar a las únicas tres personas restantes que conocen el artefacto. SuperSeven deberá aludir a las autoridades estatales y al círculo internacional del hampa mientras intenta localizar a los enemigos.

Una película europea de espías corriente y moliente, sin nada especial, con los ingredientes habituales: emoción, ruidosa acción , giros en la trama, traiciones, varios oscuros villanos, peleas, tiroteos con un alto número de muertos, y resultando ser un entretenimiento mediocre de principio a fin. La historia es un divertido enredo, empezando por algunas espectaculares localizaciones desde Madrid, con su siempre habitual corrida de toros, Londres, Génova, París y especialmente Atenas (incluida la Acrópolis), en esta última es donde se desarrolla mayoritariamente la acción. Siguiendo el mutuo espionaje y tontos enfrentamientos con muchas peleas violentas, saltos y fuego cruzado, junto con la aparición de guapas y sospechosas femme fatal espías. Una película de espías de moda, pero común y corriente en ese momento, lo que significa que se apegó a mucho de lo que era popular en ese momento, pero aquí incluye algunas escenas vergonzosas y sin sentido. Inspirado en el éxito de las películas de James Bond, ya que este subgénero de espías toma prestado en gran medida de la serie OO7 que en su momento protagonizó Sean Connery, como: Dr. No, Desde Rusia con amor, Thunderball y Goldfinger. El contenido sigue siendo el mismo que el título: un villano desconocido como autor intelectual, hermosas chicas en minifalda, junto con escenas de acción ridículas, tensas y extremadamente tontas desde un punto de vista actual. Una película al estilo de los años sesenta suele tener una fecha de caducidad corta, y esta película no es una excepción. El papel principal lo desempeñaba normalmente Roger Browne, habitual de Peplum, que era un jugador popular y sin talento en ese momento, un actor mediocre que no podía llevar incluso un producto destartalado como este. Protagonizó algunas películas de espías, como: Rififi en Amsterdam, Operazione poker, Operación Mogador y Superseven chiama Cairo que fue la entrada anterior de Superseven también dirigida por Lenzi. El guión tampoco le ayuda, ya que consiste en la habitual intriga para enfrentarse a una poderosa organización, mientras nuestro protagonista recorre el mundo y en realidad no cuenta más que diferentes personas que se espían y golpean entre sí con la esperanza de conseguir algo. Está puesta en escena de forma irremediablemente amateur, nos muestra hileras de peleas desnudas y varios enfrentamientos con numerosos muertos en la peor coreografía. El guión funciona con contradicciones e inverosimilitud innecesarias, incluidos momentos hilarantes o absurdos, y la historia es más floja de lo que suele ser en obras de este tipo, el subgénero euro-espía. Hay coloridos exteriores del camarógrafo Augusto Tiezzi que muestran visitas turísticas desde las típicas ciudades europeas con vistas desde costas soleadas y playas mediterráneas. Tiene algunos defectos y lagunas, ya que tiende a envejecer un poco, incluida la naturaleza repetitiva de algunas escenas de lucha y excesivas incongruencias, pero a veces es un poco divertido, así que le importa. El elenco principal y secundario -todos divirtiéndose- son regulares, ligeramente adecuados a sus personajes funcionales. Aparecen algunos rostros conocidos que trabajaron en los habituales subgéneros de los 60, 70: Peplum, Spaghetti Western, Giallo, terror, euro-thriller, como actores españoles, como: Fernando Cebrián y Pilar Clemens e italianos: Daniele Vargas. , Marino Masé, Sal Borgese, y el siempre imprescindible Sal Borgese.

La película fue dirigida mediocremente por el prolífico cineasta Umbert Lenzi. El talentoso y versátil escritor y director Umbert Lenzi ha realizado una amplia gama de películas, a menudo sólidas y entretenidas, en todo tipo de géneros como terror, comedia, western y ciencia ficción en una carrera que abarca más de 40 años. Umberto debutó como director con ¨La reina de los mares¨ (1961). Siguieron otras películas de piratas/espadas, empezando por ¨Piratas de Malasia¨ (1964) protagonizada por Steeve Reeves, que fue parte del apogeo de la carrera de cuentos ficticios de personajes históricos legendarios como Robin Hood, Catalina la Grande, Zorro, Sandokan y Maciste. Durante la década de 1970, Lenz filmó una serie de Giallo y thrillers, entre ellos: ¨So Sweet, So Perverse¨, ¨Seven Blood-Stained Orchids¨ y ¨Eyeball¨. Lenzi recurrió a los thrillers policiales llamados ¨Polizieschi¨, que rejuvenecieron su confianza y su popularidad. Lenzi fue un experto en el género bélico como lo demostró en ¨Comandos del desierto¨, ¨Batalla de comandos¨, ¨Del infierno a la victoria¨, ¨Young Lions¨ y ¨Puente al infierno¨. Previo a los Polizieschi, Lenzi dirigió ¨Man from Deep River¨, que supuso el inicio del subgénero caníbal italiano. Posteriormente, dirigió dos largometrajes de caníbales de la jungla muy sangrientos, ¨Eaten Alive¨ y ¨Make Them Die Slowly¨ que fue prohibido en 31 países, hicieron que Lenzi se distanciara del género caníbal. Luego Lenzi dirigió ¨Nightmare City¨ (1980), una película de zombies, y ¨Iron Master¨ (1983). En los años 90, sus películas tenían un presupuesto extremadamente bajo y fracasaron en taquilla.