Cantando a la vida (1968)

Angelino Fons empezó con buen pie con su primer largometraje, "La busca" (1966), pero luego su segundo largometraje, que era un vehículo para el lucimiento de la cantante Massiel, fue un batacazo en toda regla, y no sólo por su condición de vehículo, pues en esos mismos finales de los 60 Mario Camus y José María Forqué, por ejemplo, se vieron en la misma situación y salieron mucho más airosos del intento. "Cantando a la vida" no vale ni como musical, ni como película de intriga: los diálogos son extenuantes, aburridos y ridículos, las canciones no valen gran cosa, y la modernidad que se nos presenta, mediante una fiesta "hippie", y sesiones de fotos, y modelitos a la moda, resulta superficial y epidérmica. Massiel, que al menos se defiende como actriz, sin embargo está doblada salvo cuando canta (como le hacían a Peret, por esos mismos años, en sus películas), lo que merma su interpretación, y por otro lado no convence ni como cantante ni como la estrella "sexy" y fotogénica que se propone al espectador. Rolf Zacher, en el papel de Martín, el fotógrafo, es un actor horrible.

La trama de intriga que se va superponiendo a esta melosa y empalagosa fotonovela (perdón, melodrama) parece una copia depauperada del argumento de "Blow-Up" (1966), de Michelangelo Antonioni: Martín descubre, por casualidad, haciendo fotos en un aeropuerto, a un nazi huido de la justicia internacional (Gérard Tichy, el malo de la película) y querrá indagar más en el tema, cayendo en un dilema moral entre el dinero y la honestidad.

Le hubiera venido mejor un título más coherente con el verdadero contenido de la película ya que "Cantando a la vida" es un título que sugiere algo amable, optimista o convencional. Y luego la película tiene un tono de frialdad y unas inesperadas desviaciones argumentales que la hacen singular. Mezclando asuntos de microfilms con una estructura musical bien lograda y reminiscencias de la denominada "Escuela de Barcelona" el film no puede dejar indiferente y lógicamente está dominado por el deslumbrante talento musical de Massiel que además como actriz revela una cierta personalidad. El resto de sus experiencias fílmicas si que fueron bastante más convencionales como por ejemplo en los casos de la fallida "Vestida de novia" o de la agradable "Codo con codo". En el resto del reparto se encuentra a la bella actriz argentina Erika Wallner que al estar casada con Carlos Estrada que fue un actor argentino que desarrolló buena parte de su carrera en España también probó suerte en el cine español a partir de 1966 con "Amor a la española" y hasta finales de los años 70. Asimismo resulta demasiado corta la intervención de Óscar Pellicer, un actor que tras su debut en "Playa de Formentor" no obtuvo practicamente ningún papel de envergadura y que debería haber tenido más suerte. Es esta una película respetable que si pasó sin pena ni gloria fue injustamente.