Consejo de familia (1986)

No es esta una de las películas más aclamadas de Constantin Costa-Gavras, más bien al contrario. Acostumbrado a transitar con brillantez por los terrenos del drama político, el greco-francés parece a primera vista algo soso a la hora de narrarnos las peripecias de la familia de ladrones de guante blanco que protagoniza esta comedia. Sin embargo, Consejo de familia rezuma ingenio, acidez e ironía, y Costa-Gavras continúa haciendo patente su compromiso. Y es que, paradójicamente, la mentada familia de cacos es en muchos aspectos mucho más íntegra y honesta que cualquier otra familia considerada “honrada”, revelador contraste que viene acompañado de una interesante loa a la fractura generacional.

“Mis héroes huyen tanto del éxito social como del fuego. Son los últimos hombres libres”, confesó alguna vez el escritor parisino, Ives Delville (1920-2007), quien firmó muchas de sus novelas policíacas como Francis Ryck, entre ellas, “Le Conseil de Famille” (1983), en la que, por enésima vez, lanza una implacable y acerada crítica contra la sociedad que, por 87 años, le tocó vivir.

Esta novela, es la que ha servido al director y guionista, Costa-Gavras, para embarcarse, por primera vez, en una comedia con resultados bastante satisfactorios ya que consigue manifestar ese estimable sentido del humor que ya habíamos visto aflorar, de manera momentánea, en algunos de sus títulos más comprometidos, pero, ahora consigue que envuelva la totalidad de la historia, logrando que veamos ciertas liviandades humanas sin juicios de ningún tipo y hasta dándonos la ocasión de reír en unas cuantas ocasiones.

Los protagonistas, son un par de ladrones profesionales, experto Louis en abrir cajas fuertes y experto su socio, Maximilien Faucon, en advertirle cuando alguien viene y en decirle cuando es la hora exacta de marcharse. Louis, tiene una familia muy “especial”: Su esposa Marianne (nombre que le viene perfecto, pues, su marido es una suerte de Robin Hood que roba a los ricos para darlo a los pobres… ¡ellos!), además de cierta ascendencia aristocrática, es una intérprete del violoncelo, instrumento con el que, en el pasado, parece haber tenido cierto éxito, aunque ahora, sólo acoge lo que su marido decida y hasta busca que, su hijo François, se le parezca y le siga… aunque no sea muy santa la profesión que, el progenitor, ha escogido. La menorcita, Martine, fisgona y coqueta, no consigue controlar los deseos incestuosos por su hermano, pero éste es desdeñoso (hasta donde puede) y su única aspiración es ser sociable… aunque para lograrlo no siempre elige la menor manera.

El filme tiene momentos muy divertidos y uno hasta consigue encariñarse con esa familia de desadaptados que cada día procura ser feliz a su particular manera. La crítica a la necia opulencia de ciertos sectores sociales también queda bien servida, y al final, nos sentimos satisfechos con una comedia de humor negro que realmente resulta divertida.

Entre los protagonistas, la vieja gloria del rock europeo, Johnny Hallyday (Louis), en su primer rol importante y protagónico en el cine, resulta bastante peculiar enseñando a su hijo a ser todo un hombre… ¡y un verdadero gánster! Guy Marchand (Faucon), también cantante y músico de jazz, el buen socio que nunca falla. Fanny Ardant (Marianne) debatiéndose entre su pasado y su presente, y anhelando, en silencio, tener un presente como su pasado. Laurent Romor y Juliette Rennes, estupendos como los pequeños que se abren camino en un entorno nada fácil para ellos.

Con “CONSEJO DE FAMILIA”, se podrá presenciar el comienzo y final de un floreciente verano.