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Rufianes y tramposos (1984)

Rufianes y tramposos
106 min.
5,1
205
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Sinopsis
Un comando de la Legión Extranjera tiene que transportar un cargamento de lingotes de oro al Norte de África para evitar que caigan en manos de los alemanes. Pero, tras una serie de peripecias y escaramuzas con el enemigo, uno de los soldados decide quedarse con el oro. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Acción Bélico II Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Les morfalous
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
Oro al sol
Una buena comedia muy entretenida que recuerda a “Cien mil dólares al sol”, película que había rodado veinte años antes Henri Verneuil junto a Jean-Paul Belmondo, esta vez sin Lino Ventura, en la que el tema y las motivaciones del personaje son las mismas.

Belmondo es un pillo codicioso y caradura que ve la ocasión perfecta para apoderarse de un botín que le solucione la vida. Junto a él, otros personajes curiosos y tan codiciosos como él intentarán obtener su parte cueste lo que cueste. Las situaciones son divertidas y la película posee buen ritmo, pero se sostiene en el carisma de Belmondo, quien por entonces había acuñado ese personaje divertido, capaz de pelear, disparar, y que siempre tenía algún escarceo amoroso, para contar una historia de codicia, en la que irónicamente el oro hace miserables a quienes lo persiguen, pero manteniendo el humor.
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6
“Soñar como un millonario, mientras vives como un mendigo”
Recuerdo que, de pequeño, me encantaba jugar haciendo pompas de jabón. Las lanzaba al aire y me ponía eufórico cuando conseguía que subieran bien alto… En ocasiones, lo que ocurría era que me quedaba extasiado mirándolas cuando veía los cambiantes y bellos colores que los reflejos del sol producían sobre su transparencia… y cuando segundos después explotaban, pensaba en lo frágiles y/o pasajeras que son tantas cosas bellas: los arco iris, las mariposas, las estrellas fugaces…

En la novela del suizo-francés, Blaise Cendrars, “El oro” (1925), historia del trágico destino de Johann Augustus Sutter, un millonario que se arruinó al encontrar oro en un terreno de su propiedad, aparece una paradójica frase que reza: “Yo era el hombre más rico del mundo, pero el oro me llevó a la ruina”. Por si alguien siente absurda esta frase, puede leer el libro… o ver la película de Henri Verneuil “RUFIANES Y TRAMPOSOS” (aunque me gusta más Los Codiciosos, ya que los tipos son unos buenazos y asaltar un banco es, por sobre todo, aplicar la ley del búmeran), donde la idea quedará muy claramente explicada.

Inspirado en “El oro”, en 1968, el también escritor francés Pierre Siniac (1928-2002) -un autor al que me gustaría leer porque siempre toma como personajes a individuos cuyo valor, inteligencia y honestidad no son de lo más sobresaliente, es decir, no son héroes-, publicó su primera novela “Les Morfalous” (en jerga, Los Codiciosos) en la que - quizás por homenajear a Cendrars, quien fuera miembro de la Legión Extranjera -, creó a sus personajes llevando ese feo uniforme y en plan de apoderarse -antes que los alemanes- del oro de un banco en Ksour, Túnez, durante la II Guerra Mundial. El plan, inicialmente encomendado, es llevar el oro al gobierno francés, pero, en vista de que, el comandante de la misión es eliminado por los alemanes junto a la gran mayoría de los expedicionarios, el sargento Augagneur (nada menos que Jean-Paul Belmondo), piensa en quedárselo y compartirlo apenas con quienes le ayuden.

En escena entrará, entonces, la esposa del director del banco, Hélène de La Roche-Fréon (Marie Laforêt), una ambiciosa mujer que apenas sabe dividir entre dos… ¡y el segundo no es su marido!, la cual va a dar un rumbo insospechado a esta loca historia.

Una vez más, Verneuil se toma las cosas bastante a broma, se pasa por la faja algunos reclamos de la lógica, y con gran desenfado convierte a “RUFIANES Y TRAMPOSOS” en una divertida aventura con la que pretende volver a demostrar cómo, el Fatum, siempre se juega sus cartas.

El filme sirvió de nuevo para el lucimiento de Belmondo, quien, por entonces, andaba de plácemes convertido en el actor más taquillero de la France y, de hecho, estuvo en la lista de los títulos con mayor acogida en 1984. La producción fue iniciativa suya y que contara con Verneuil era de esperarse, pues, este gran director ya lo había dirigido en algunos de sus mayores éxitos: “Cent Mille Dollars au Soleil”, “Week-end à Zuydcoote”, “Peur sur la Ville” … ¡y ésta sería la despedida de este gran binomio!

Título para Latinoamérica: LOS BUITRES
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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