Corrupción de una familia (1970)

Película muy entretenida sobre un muchacho (interpretado por un jovencísimo y delgaducho Michael York) que quiere conseguir a toda costa su ambicioso plan para introducirse en la familia de los Ornstein, dueños de un maravilloso castillo. Y para conseguirlo no dudará en utilizar cualquier método a su alcance.

La verdad es que la he disfrutado muchísimo. No sólo el personaje maquiavélico de Konrad es fascinante, también Ángela Lansbury está fantástica como la condesa así como la mayoría de personajes que salen en la película.
Hay escenas buenísimas como, por ejemplo, la de la habitación nazi y esos diálogos entre policía y mayordomo (prestad atención a esas frases repetidas que se cruzan entre ellos). Y esos hermanos… genial el personaje de la hija de la condesa, Lotte.

Una comedia negra muy buena, entretenida y muy completa. Y sobre todo con un final genial que deja de diez toda la película. Recomendable para pasar un muy buen rato.

Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: MUY BUENA.
En una época en la que el cine está agostado por los efectos especiales, una narrativa tediosa o bien afectada por el tema de los derechos de colectivos aparentemente inferiores, visionar una película de estas características es todo un placer. Tenemos una historia sugerentemente atractiva desarrollada en un preciosista marco bucólico, unas interpretaciones maravillosas a cargo de Michael York, una impagable Ángela Lansbury y una pizpireta Jane Carr, capaz de hacer las delicias de cualquier aficionado al buen cine. Una película de estas características debe cuidar muy bien la ambientación, el atrezo y la fotografía, algo que hace de forma tan elegante como exquisita. Por supuesto, el débito es del gran guion de Hugh Wheeler, basado en la novela "El cocinero", de Harry Kressing. Sea como fuere, y sabiendo que toda película es el resultado de una labor de conjunto bien coordinada, solo resta dar gracias por esas veces en las que el engranaje funciona a la perfección y el cine nos regala con perlas como la presente.