Compuesta y sin novio (Serie de TV) (1994)

Acabo de terminar de volver a ver la serie (está completa en YouTube, los 13 capítulos. Aunque la calidad de imagen de algunos de ellos no sea la mejor). Recordaba haberla visto de niño y es que parece increíble, pero es un producto que acaba de cumplir 30 años desde su emisión en televisión por primera vez.

Y ese es principal problema, no se puede juzgar esta serie con ojos de 2024. Si haces eso, le darás la razón a todas esas puntuaciones tan, tan malas. Si eres capaz de juzgarla, como lo que fue, verás que la cosa cambia mucho. Hay que pensar que estamos hablando de 1993, que Antena3 apenas llevaba unos años funcionando. Que fue un éxito total de audiencia y que, para la época, tiene un presupuesto altísimo. Rodada íntegramente en exteriores y escenarios naturales y no en platós de cartón piedra. Madrid, Benavente, Palma de Mallorca, Galicia, Marbella, Miami, Puerto Rico…

¿Y la lista de actores invitados o que realizan cameos o pequeñas intervenciones? Lamentablemente, la mayoría de ellos ya no están entre nosotros, pero es que estamos hablando de gente importante en su momento como: José Luís López Vázquez, Alberto Closas, Pilar Bardem, Juanjo Menéndez, Agustín González, Queta Claver y hasta Tito Valverde y José Sacristán (que aparecen en el último capítulo y había olvidado por completo). Me dejo muchas más caras conocidas, pero esas las irás descubriendo y reconociendo en su visionado.

La premisa inicial hoy en día no se sostiene. Suspender una boda en plena celebración debido a que el novio, ha dejado “supuestamente” embarazada a otra chica y la novia (Lina Morgan) decide dejarlo todo atrás para recomponerse y ver que hace con su vida. Eso pasa hoy y a lo mejor en ese momento se suspende si, pero una prueba de ADN lo soluciona todo y zas, fin del follón. Aquí mencionan de pasada algo “de la prueba de la sangre”, pero vamos como que oyen llover. Que se acaba el enredo demasiado pronto y no puede ser.

Hay otras cosas que chocan mucho, como que todo el mundo fuma. No es raro que algún personaje lo haga, pero aquí es que hasta el apuntador lo hace. Fuman a cada escena todos y todo el tiempo, hasta gente mayor, muy mayor y sorprende porque parece que los patrocina tabacalera. Hay gente que conduce borracha (menudo ejemplo), nadie lleva los cinturones puestos en las escenas de coches. Hay algún personaje que hoy sería denominado de “tóxico” para arriba con ideas y razonamientos anticuados, etc. Podría seguir, pero prefiero centrarme en lo bueno.

Lo mejor de todo es el carisma de la grandísima Lina Morgan. No se puede explicar con palabras, pero traspasa la pantalla. Tiene algo, algo que la hace muy expresiva, risueña y entrañable. Pero ojo, eso sí, cuando no se pasa de vueltas. No había nadie para la comedia como ella, pero brilla más en los momentos que está más natural. No cuando se fuerza la máquina con algunos gags, chascarrillos y manías. Están tremendamente exagerados y te sacan un poco de la historia ya que no aportan realmente nada.

No puedo dejar pasar tampoco a la grandísima Analía Gadé (en su papel de doña Julia). Todo lo que ocurre cuando se van de crucero al Caribe, vale oro. Son los mejores momentos de la serie sin duda.

Y sin olvidar tampoco a Tote García Ortega (como Herminia), la deslenguada abuela de Valentina. Suelta cada perla por la boca, que es imposible no reírse o por lo menos sonreír, en cuanto la ves aparecer.

Quien le iba a decir a José Coronado (con lo que es hoy en día), que a principios de los 90, estaría en un producto así y con un papel protagonista tan pasadísimo de vueltas o de revoluciones. Hay que verlo para creerlo. Y Rafael Alonso, (como padre de Avelino), otro grande, muy grande en su papel de patriarca autoritario y mandón.

Si estás leyendo esto porque la has visto, recuérdala con cariño y pasa por alto todo lo que te chirrearía hoy en día. Pasarás unas cuantas horas muy amenas volviéndola a ver.