Malas influencias (1990)

Cuando era un adolescente y hacía alguna trastada que otra mi madre siempre escudriñaba entre mis amistades para saber de donde había salido tamaña perversión. Supongo que casi todas las madres piensan que su hijo es como el buen salvaje de Russeau, buenísimo por naturaleza, y que el mal siempre ha de venir de afuera, o sea las malas compañías. A mi madre nunca se le ocurrió que la mala compañía pudiera ser yo, en fin ya se sabe, amor de madre.

Pues este film haría las delicias de las madres porque les da la razón. El personaje de Rob Lowe, quizá en su mejor papel, es un cabronazo sibilino de mucho cuidado. Y lleva a James Spader a un camino de perdición implacable. Eso sí, no es tan maniquea como a simple vista parece, porque el bueno no lo es tanto.

En fin, muy entretenida y recomendable. Menos a tu madre, que si la ve no te deja tener amigos hasta que entres en un convento.

No es la misma película que vi hace más de veinte años. Es lógico, no es ella la que ha cambiado, lo he hecho yo. Mis experiencias son otras, la vida ha girado modificando de alguna manera mis intereses.

Cuando la vi, me fascinó. Ahora me ha gustado y aunque casi la había olvidado. Si recuerdo que durante unos años fue una de mis películas de referencia... Ese film emblemático que guardas en tu cabeza y que te apasiona.

La he calificado con un ocho, pues aunque ahora la veo un tanto irregular, con diálogos y situaciones desaprovechadas; creo que la fascinación que provocó en su momento, ha influido de alguna manera en mi votación.

Me ha gustado, me ha entretenido, aunque el cine en los últimos años ha pervertido y malcriado los gustos de casi todos. Pero siempre guardaré entre mis buenos recuerdos, esas MALAS INFLUENCIAS que en los noventa, tanto me impresionaron.