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Cover Up (1949)

Cover Up
82 min.
6,5
30
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Un investigador de seguros (Dennis O'Keefe) llega desde Chicago para investigar el suicidio de un anciano local. Cuando lleva media hora en el pueblo, empieza a sospechar que se trata de un asesinato. Sin embargo, tanto el comisario (William Bendix) como la hija del finado declaran que fue un suicidio... (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Cine negro Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Cover Up
Duración
82 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Serie B agradable y muy entretenida
Muy entretenido film de intriga policíaca, que cuenta como su mejor aval con un buen guión, que saca partido a una historia mínima, pero que se sigue bien y en todo momento interesa.
Buenos diálogos y un divertido (que no cómico) personaje soberbiamente interpretado por William Bendix, como el sheriff del lugar.
Ocurre que, en realidad, se trata de una cinta de pura serie B, pero realizada con mucho oficio por Alfred E. Green, autor de algunas estupendas películas, como por ejemplo el excelente western "Cuatro caras del oeste", donde sorprendentemente no se dispara un solo tiro, o la simpática e imaginativa "Aladino y la lámpara maravillosa".
De visión agradable, deja un sabroso sabor de boca a cine bien elaborado
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Negro sobre blanca (Navidad)
El prolífico y pionero hollywoodiense Alfred E. Green dirige este noir extraño, cuanto menos, que mezcla decentemente los campanilleos de la Navidad anglosajona con las intrigas que siempre rodean a las compañías de seguros y a la aplicación de las cláusulas de indemnización en sus enrevesadas e infinitas pólizas. Con un guion escrito por Jerome Odlum (I Was Framed, de D. Ross Lederman, 1942 o Each Dawn I Die, de William Keighley, 1939), prestigioso autor de intrigas criminales y policiacas, y en el que también colabora el protagonista, Dennis O'Keefe, Cover Up se aleja de las oscuridades y miserias que rodean al cine negro americano en su versión estándar para abrazar con entusiasmo el cándido espíritu navideño en el que se desenvuelve temporalmente la historia. No hay asesinatos (al menos durante el metraje de la historia), no hay femme fatale, no hay comportamientos siniestros de personajes abyectos y miserables, no hay corrupción moral ni material, no hay disyuntivas éticas; por no haber, no hay ni un disparo. Pero hay intriga. Y pistolas; concretamente una Luger alemana. Y también, y eso es de agradecer, una increíble Barbara Britton, glamurosa y brillante como casi muy pocas veces en su carrera.

La historia se sitúa en Junction City, Illinois, un pueblo del midwestern americano, cercano a Chicago, al que llega a investigar lo que parece ser un suicidio Sam Donovan (Dennis O'Keefe), un agente de seguros con olfato de sabueso y que, sin duda alguna, pasó sus tiempos pasados alternando turnos en la división de homicidios de algún departamento de policía con sesiones de Jameson en la barra de cualquier tugurio del underground urbano. Allí, o mejor dicho mucho antes, concretamente en el tren que le dirige a la pequeña ciudad de provincias, conoce a Anita Weatherby (Barbara Britton), quien estará finalmente, junto con su distinguida familia, involucrada en el caso que Sam va a dilucidar. De aquí saldrá una historia de amor, con una fantástica escena de beso incluida, que, aunado al espíritu navideño que rodea a la historia, endulzará lo que podía haber sido una historia negra, negrísima, en donde la vida tranquila y sosegada de una pequeña ciudad americana se ve sacudida por la presencia de personajes que despiertan dudas cabales en cuanto a su reputación y comportamientos. Terminarán de articular el relato el sosegado e ideoso Sheriff Larry Best (William Bendix) y las apariciones, sorprendentes y magníficas, de Hilda (Doro Merande), la ama de llaves de los Weatherby que, desde el sarcasmo y la ironía, además de ser vehículo fundamental de la trama, añade puras dosis de entretenimiento al espectador.

La química entre O´Keefe y la bellísima Barbara Britton, la ambigüedad, más tarde justificada, con la que los ciudadanos de Junction City enfrentan la situación, la invisibilidad a la que se somete al espectador durante el metraje sobre las verdadera naturaleza del fallecido e investigado, junto, como comentábamos antes, las apariciones de Doro Merande, aderezan una película más del interminable ramillete del noir americano durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, especialmente, y que permitió a decenas y decenas de realizadores acercarse a una sociedad que aun lidiaba con las consecuencias de la posguerra mientras intentaba gestionar, a veces incluso con éxito, ese complejo crisol socio-cultural en el que se convertían todas y cada una de las ciudades americanas, desde Nueva Inglaterra hasta los confines californianos de la costa oeste.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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