El diablo también llora (1965)

Nieves Conde baja el nivel de películas anteriores y nos ofrece sólo detalles de su pasmosa habilidad para tratar el cine negro. No se comprende la casi exasperante lentitud en el desarrollo de la historia, ni los bruscos cambios -tanto de música como de volumen- de la banda sonora, ni el catastrófico montaje que destroza sin compasión la película (malo sería que estos cortes no fueran de su versión original, porque supondría que alguien, aposta, se la ha cargado). Sí es reconocible el ingenio del director segoviano en la segunda parte de la película cuando los giros argumentales comienzan a sorprendernos y obligan a nuestro coco a echar humo. Eso es lo que nos gusta. La lástima es que el ritmo monótono y cansino de la primera parte es un lastre que la película ya no puede soltar.
Magnífica la interpretación de Eleonora Rossi-Drago (especialmente en aquellas secuencias en las que no habla) que se come por completo al elenco protagonista, con la excepción del siempre notable Alberto Closas. También dan la cara y están excelentes las actrices que dan vida a los personajes de la madre de Ana y de la amante de Ramón.

Ana Sandoval (Eleonora Rossi Drago) esposa del Dr. Ramón Quiroga (Fernando Rey) tras mantener una de las frecuentes discusiones consecuencia de la falta de amor y malos rollos entre el matrimonio, decide irse a Madrid a casa de su madre (cosa que al parecer hace con frecuencia), siendo sorprendida por el doctor cuando está buscando dinero para el viaje por los cajones (la tiene controlada los gastos, donde viene y donde va), cosa que no la impide dirigirse a la estación de el tren con tan solo 200 pts. En el bolso y subirse en el con dirección a Madrid.
El marido, que ha salido tras ella, llega a tiempo para verla partir y después le vemos coge el Seat 1500 y se dirige a una casa de las afueras donde le recibe una señora que resulta ser su amante, pasa la noche con ella y de madrugada se despide de esta diciéndola que vuelve a la consulta, cosa que no hace ya que toma rumbo a Madrid.
Mientras tanto Ana se encuentra con un problema cuando el revisor (Antonio Ferrandis) la pide el billete y ante la falta de este y de las 1000 pts. De la multa sale a “dar parte”, cosa que le impide el otro habitante del compartimiento, Tomas Baeza (Francisco Rabal) un apuesto, caballeroso y galante abogado que vuelve a Madrid tras un viaje de negocios en Gijón, ofreciéndose a prestarla el dinero y una vez en Madrid acompañándola en taxi a la casa de su madre y despidiéndose como compañeros de viaje que han conectado de algún modo (nada sexual, ni amoroso, solo simpatía mutua).
Ya tenemos en Madrid a Ana, al marido visitando a su familia (una especie de aristócratas venidos a menos), comentando su vida marital con su hermano Fernando (Alberto Closas), un joven apuesto que está saliendo con la hija de un banquero (con evidente alborozo por parte de los arruinados padres) y al abogado de vuelta a su trabajo, donde también conocemos a Mari (Graziella Galvani) una compañera de bufete que luego tendrá bastante peso en la historia.
Sigue en spoiler por falta de espacio: