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La muerte silba un blues (1964)

La muerte silba un blues
78 min.
5,5
173
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Sinopsis
Vogel, un importante traficante, delató a dos de sus cómplices, Castro y Smith. El primero fue abatido por la policía, mientras que el segundo fue encarcelado. Diez años más tarde, Vogel adoptó una nueva identidad y se marchó a Jamaica con su esposa, Linda. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
La muerte silba un blues
Duración
78 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Cuando Franco era Jesús
Todos queremos a tío Jess, supongo. El caradura más simpático del cine español, el hombre de las 203 películas (según IMDB), pero que quizá sean algunas más, el erotómano empedernido, el descubridor de la Reina de la Mamada, la Emperatriz de la Felación, la insaciable y siempre ávida de esperma Lina Romay, el creador de la doble, triple y hasta cuádruple versión, el admirador de Orson Welles, el estajanovista por antonomasia, en fin, en una palabra, Jesús Franco. Hubo un tiempo en que hasta hizo películas interesantes, cuando la filmorragia aún no le había atenazado (érase una vez un hombre pegado a una cámara). La muerte silba un blues es una de ellas, una típica historia policiaca de delación y venganza, de guión endeble y paticojo (ésa será siempre su maldición, hasta el fin de sus días: los horripilantes guiones), pero rodada con brío y galanura, imitando el estilo de su amado Orson sin el menor rubor (atención a esa pelea nocturna tan bien iluminada por Juan Mariné), con una banda sonora jazzística obra del propio Jesús (Clifford Brown, cómo no) que no desmerecería en una cinta norteamericana, y unos intérpretes... ejem. Lo dejaremos así. Aparte de nuestros queridos Manuel Alexandre y Agustín González. Bueno, y Conrado le echa ganas al asunto y sale bien librado. La muerte silba un blues (bonito título, ¿verdad?) prometía un futuro brillante para Jesús Franco. Brillante no fue, pero prolífico nadie se lo puede discutir. Os animo a descubrir esta pequeña joya de esa época gloriosa de tío Jess, antes de chapotear en los lodos del porno y el gore. Te queremos, Jesús.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un moreno y una rubia
Ingenioso hallazgo, perfectamente integrado en la trama, el del leitmotiv musical que adquiere categoría de leitmotiv circunstancial puntuando la narración.

Los recursos habituales que permiten crear suspensión están habilmente empleados, mediante una sucesión de escenas que adoptan el sincopado ritmo de una partitura de jazz, con sútiles elipsis del relato, estimulantes colisiones de escenarios dispares, irrupción de misteriosos personajes.
Cierto que se le ocultan al espectador pormenores que le permitirían dal cabal significado a acontecimientos y conductas intrigantes, pero siempre proporcionando las suficientes pistas como que para que en el momento del desenlace, se diga: ¡Vaya tonto de no haber dado en el clavo!
Jesús Franco logra centrar la atención del espectador sobre la inmediatez de la acción, sin darle tregua para que reflexione sobre los motivos ocultos que mueven a los actores del drama.
Consigue así sorprender con el desenlace, que sin esa maestría narrativa pudiera aparecer previsible

Nuestro director ha sabido dar un toque personal a un material clásico, que ha manejado con soltura, ordenando un rompecabezas donde todas las piezas acaban por encajar sin dejar cabos sueltos.
Ciertas escenas que en primera instancia parecen reñidas con la verosimilitud adquieren a la postre su cabal justificación. Así el aparentemente demasiado fácil allanamiento nocturno de la casa del sospechoso.

Cabe resaltar la eficacia de las escenas de pelea. Los mamporros que se arrean los contrincantes saben a puñetazos de verdad.
No faltan detalles transgresivos de ciertas normas de la época en que fue rodada la cinta, por ejemplo el hecho que una agraciadísima blanca esté amancebada con un pescador la mar de negro.

Con esta película, Jesús Franco desmiente la fama que arrastra de mediocre stakhanovista del cine, tal que me inducía a desconfiar de su manejo del legado quijotesco abandonado por Orson Welles. Puede que ahora me anime a examinar ese trabajo suyo.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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