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Luna Park (1992)

Sinopsis
En la Rusia post-comunista, Luna-Park es el lugar de encuentro de la banda de extrema derecha "Los Limpiadores", de la que Andrei es el capo. Tienen la misión de purificar Moscú de las minorías que, según ellos, manchan la capital: extranjeros, homosexuales y, especialmente, judíos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Racismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Rusia Rusia
Título original:
Luna Park
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Rusia-Francia;
Links
Premios
1992: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
6
¿El nacionalismo después del internacionalismo?
луна парк (Luna Park, 1992) se trata de una coproducción entre Rusia y Francia dirigida por el cineasta Pavel Lungin poco después de la caída del bloque soviético. Como muchas películas de los años noventa rusos, se trata de una obra mal hilvanada, caótica, tediosa, pedante y no por todo esto menos magnética. Cine de un período que en el futuro debería estudiarse por tener unas características tan marcadas como conjunto como lo estuvo en su momento el Neorrealismo italiano o la Nouvelle Vague francesa.

Un crítico de pacotilla o un sensacionalista resumiría Luna Park como la American History X rusa. Ambas presentan la evolución de un personaje neonazi que se da cuenta del error que genera la violencia por la violencia y deciden enmendarse. Nada más lejos de la realidad, si en la cinta americana nos encontramos con una película comercial que presenta sucesos que van del punto A al punto B, en la película de Lungin nos encontramos con una película tan absolutamente caótica y sucia que es fácil perderse veinte veces durante el visionado de la misma.

Nuestro personaje principal está interpretado por Andrey Gutin, un neonazi que vive con su madre interpretada por Natalya Yegorova, en un Luna Park, es decir, una especie de parque de atracciones. En la primera secuencia ya se nos presenta el tono del filme, cuando vemos al personaje de Andrey (quien por cierto su personaje recibe el mismo nombre) liderando su banda de nacionalistas contra una banda de moteros en una pelea que roza el paroxismo por el absurdo del concepto.

Sin embargo hay un misterio que envuelve la vida de Andrey, y es que no sabe quien es su padre. Finalmente, su madre le dirá la verdad, su padre es un compositor judío. Algo que hará tambalear toda la ideología del propio personaje. En la segunda parte del filme, el personaje de Andrey tratará de establecer contacto con su padre judío, interpretado por Oleg Borisov, un veteranísimo actor.

La película, como muchísimas obras de estos años noventa rusos está hecha a propósito con la intención de provocar asco en el espectador. Un asco que se mueve en muchas direcciones. Una de ellas son las escenas del grupo nazi ejerciendo su absurda violencia (aunque la película no explora ningún sensacionalismo violento, no como en otras películas del subgénero). Un asco que también va especialmente en su estética, con una fotografía decrépita que nos presenta un mundo que se cae a pedazos, en su expresión literal (cuando nos adentramos en el piso donde vive el padre, en una casa hecha a pedazos, en un submundo donde viven todos los males de la nueva sociedad capitalista). Un asco que sólo termina con la redención, en un final agridulce. 

El comunismo había caído y con él las teorías sobre el internacionalismo. Surgió en los noventa y con mucha fuerza un nacionalismo ruso que como vemos en la película, en una de sus variantes llegó al extremismo de formar grupúsculos neonazis. En este sentido, la película, tan temprana históricamente hablando, anticipa un problema del que aún no se ha librado Rusia, y es la compaginación del comunismo internacionalista y a la vez la historia y tradición rusa, que inevitablemente han de chocar, a pesar de que el gobierno de Putin ha sabido en los últimos tiempos hacer una mezcolanza un tanto extraña de ambas direcciones.

La película retrata precisamente como estos grupúsculos nazis utilizan la bandera rusa para cometer sus actos antisemíticos y en contra de los homosexuales. Evidentemente el filme se posiciona en contra y denuncia el absurdo de las teorías que muestran a los personajes, que se mueven únicamente por el odio.

Sin embargo la película es tan caótica, que no se para a diseccionar explícitamente el odio, simplemente nos lo presenta aderezado de una gran cantidad de escenas que en ocasiones no tienen un sentido directo en la trama. De todas maneras que la película cumplió y cumple sus objetivos de denuncia puede comprobarse en los propios comentarios que hay en Youtube (el filme está entero en esta plataforma) donde muchos neonazis rusos siguen tildando al filme de pro sionista y de ir en contra del propio país.

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que Pavel Lungin es uno de los directores con más personalidad del cine ruso. En todas sus películas hay una constante: La reconstrucción de la identidad rusa después de la caída del comunismo. En su obra más famosa, Exorcismo, 2008 o en El Zar, 2009 exploraba el nuevo sentido de la religión después de los acontecimientos políticos. Con Luna Park, Lungin explora el papel del nacionalismo en la nueva Rusia. Era un tema candente en el arte de aquella época, y lo podemos ver en otras cintas coetáneas como Russia That we've lost, 1992 de Stanislav Goborujin.

Luna Park es una película solo apta para los cinéfilos más arriesgados, aquellos que ya han visto de todo y quieren probar nuevas sensaciones. En el ámbito local, el filme es una pieza más en el rompecabezas del cine ruso de los años noventa, una etapa a redescubrir.

Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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