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Alfred Hitchcock presenta: Sábado lluvioso (TV) (1956)

Alfred Hitchcock presenta: Sábado lluvioso (TV)
25 min.
6,4
269
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Sinopsis
Una chica comete un crimen pasional. Enterado, su padre intenta proteger a su familia buscando por todos los medios inculpar a un tercero. Episodio 2x01 de la serie "Alfred Hitchcock presenta". (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Crimen Serie [Alfred Hitchcock presenta] Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Alfred Hitchcock Presents: Wet Saturday
Duración
25 min.
Guion
Fotografía
Compañías
6
Sir Cedric Hardwicke.
145/05(04/05/22) Entretenidillo sin más, este primer episodio de la segunda temporada de la popular serie creada por Alfred Hitchcock para la CBS y la NBC, dirigido por él mismo, en lo que se ve como un material juguetón de costumbrismo caricaturesco de la flema de la clase alta inglesa. El guión de Marian B. Cockrell (lo fue en 11 capítulos de la serie) adapta una historia de John Collier (del que hay 7 historias en la serie), en lo que es un desarrollo de enorme ligereza, hecho sin tensión, sin intriga, sin misterio y sin giro sorpresa acostumbrado.

El episodio comienza cuando se entera de que Millicent Princey (Tita Purdom) ha asesinado a alguien. Su padre (Cedric Hardwicke) insiste en que, por el bien del apellido, deben ocultar el asesinato. Entonces, decide culpar a un conveniente chivo expiatorio que aparece inocentemente por allí, el Capitán Smollet (John Williams).

Una narración que indaga en el hedonismo y superficialidad de las clases altas, en su ensimismamiento, en su arrogancia, en su narcisismo, todo esto reflejado en su estupendo protagonista Sir Cedric Hardwicke, sublime en sus maneras exquisitas, en su imperturbabilidad, en el modo de interrogar a su (irritante) hija, un patriarca que domina la escena por todos lados, tipo que no maquina para salvar a su retoña, lo hace por salvaguardar el buen nombre de la familia (la hija le comenta que desea morir y él le replica que por desgracia eso no mejorará la situación, se pone a llorar la hija y el padre le espeta: “No llores, es un lujo que no te puedes permitir”) reparte las cartas y luego las manipula a su antojo (“Nuestra familia ha ocupado una posición de respeto en esta comunidad durante generaciones... No tengo la intención de que esa posición sea destruida por la estupidez de una mujer tonta"), con una labia proverbial, con réplicas y contra réplicas punzantes, con elegancia y sofisticación despliega sus dotes de maestro de marionetas de forma formidable, brillante en su soliloquio final sobre como esa experiencia les fortalecerá como familia (¿?), lástima que el relato sea tan poco tenso.

Es un episodio donde prima el hablar y donde cualquier acción resulta casi inexistente. De hecho el crimen central se produce antes de que comience el metraje, i se nos es ‘mostrado’ a través de la narración de la asesina. Con una estructura muy teatral, pues solo hay dos escenarios y pocos personajes, evoluciona de modo oral un thriller en modo farsa. Donde las marcas hitchcockianas se pueden atisbar en lo voluble que puede ser la culpabilidad o no de un crimen, depende de las (falsas) apariencias, está el humor negro, pero poco más se puede extraer de las huellas del creador de “Rebeca”. Más bien parece por su parte un pasatiempo trivial para seguir dando cartel a la serie. Acabando con una nota retorcida de villanía, pero acorde al capítulo, aunque el epílogo hitchcockiano intente enmendarlo por mor de la censura buenista.

En el lado de lo horrible está una híper-histriónica Tita Purdom (y eso siendo benévolo), da grima verla contorsionarse una y otra vez, llorar, agarrarse el rostro, gimotear, cubrirse el rostro con la blusa, terrible actuación de las que denotan que Hitchcock no ponía mucho de sí para intentar mejorar el desatino, o que le hacía gracia tanto aspaviento insoportable; Al contrario que por ejemplo Jered Barclay como el hijo George, que demuestra ser lento de reflejos, mimado, pero lo hace con sutileza, sin caer en la sobreactuación grotesca de ella; Kathryn Givney como la madre cumple sin más; El que está notable con su rol es un siempre estimable John Williams, con su papel de cabeza de turco, con comentarios ocurrentes y una faz muy expresiva.
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