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La casa es negra (C) (1963)

La casa es negra (C)
22 min.
7,6
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Sinopsis
Aclamadísimo documental iraní que relata la vida y sufrimiento en una leprosería, y calificado como una pieza imprescindible del género emparentado con obras como Las Hurdes (Luis Buñuel) o Freaks (Tod Browning). La única obra cinematográfica de Forugh Farrokhzad comienza con la cita "El mundo está lleno de fealdad. Aún habría más si el hombre apartara la mirada. Van a ver en pantalla una imagen de la fealdad, un retrato del sufrimiento, que sería injusto ignorar" y posteriormente muestra, de forma cruda y poética, la vida en una colonia de leprosos. (FILMAFFINITY)

"Khaneh siah ast" ha sido recientemente restaurada por la Fondazione Cineteca di Bologna y Ecran Noir Productions, en colaboración con el propio Ebrahim Golestan, con el apoyo de Genoma Films y Mahrokh Eshaghian, en el laboratorio L'Immagine Ritrovata. La restauración se completó en el año 2019 y tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia.
Género
Documental Enfermedad Pobreza Cortometraje
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Irán Irán
Título original:
Khaneh siah ast (The House is Black)
Duración
22 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
8
La poesía de lo cotidiano
Hablar sobre un trabajo como "The House is Black" es complicadísimo. Y lo es porque verlo quita el habla, por su dureza y al mismo tiempo su sinceridad, por tratar un tema difícil y hacerlo sin dar el brazo a torcer. Por fusionar el buen hacer cinematográfico con la poesía más descarnada y salir bien del intento, sin darse de cara contra un muro.

Forugh Farrokhzad, realizadora y poetisa iraní, se inició en el cine con este trabajo y su fallecimiento cuatro años después del estreno de esta obra dejó un vacío en el género del documental. Dura como lo es "Noche y niebla" de Resnais, "La casa es negra" nos lleva a una colonia de leprosos en la Irán de los años 60, en un momento en el que el país asiático estaba en una lamentable situación. Dentro de este marco, Farrokhzad nos azota con imágenes terribles pero a la vez bellas, gracias a una maestría inaudita del uso de la cámara, seleccionando perfectos encuadres para dar lugar a escenas que, de tan perfectas, casi parecen algo sobrenatural, como la bellísima secuencia inicial.

Con "Noche y niebla" como clarísimo referente, repitiendo ciertos esquemas como una voz en off que en esta ocasión consiste fragmentos del Corán, el Antiguo Testamento y varios poemas de la propia Forugh, la palabra (que la hay, pero poca) sobra ante la potencia de la imagen. Un trabajo que cuesta ver, desagradable por su sinceridad y su nula concesión hacia el espectador. Es "Freaks" de Tod Browning en el mundo real, es "Noche y niebla" sin recurrir a un hecho histórico para estremecer. Es cine de alto nivel y una de las obras más bellas, lúcidas y generosas que ha dado el género documental.
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46 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La rebelión de la belleza
Cuando se ve el magnífico documental de Farrokhzad es inevitable pensar en Freaks o en Elephant Man. En ambas películas la cámara, aunque simpática y detallista, no puede evitar (o incluso ése es su objetivo) dibujar a los protagonistas como un "otro". Y en ambas la fealdad, lo distinto, se rebela y en la rebelión alcanza su condición humana. Pero ambas comparten esa idea: sólo a través de la lucha el freak se reivindica como ser humano (aunque sea arrastrándose sobre el barro bajo un carro o tirado y humillado en el suelo de un baño).

Sin embargo, en "La casa es negra" los "observados" no necesitan esa lucha. Tal vez sea porque el género documental no tiene la naturaleza agonística de una película con una trama lineal, pero lo cierto es que la mirada de Farrokhzad consigue con una naturalidad estremecedora borrar la barrera de los "otros". Al contrario, casi es la belleza la que por momentos se rebela y pugna por aparecer, atraida por una cámara fascinante, en encuadres siempre inteligentes, en el punto justo de imperfección.

Y por ello, aunque la casa es negra, hay muchos más colores. Al comienzo la autora reivindica con sutileza, voz sobre negro, acción humana para humanos, rompiendo el fatalismo divino que marca casi inevitablemente todo acercamiento a una enfermedad como la lepra. Hay una llamada, pero la lírica la aleja de la dura simpleza de la arenga (la comparación con Las Hurdes es elocuente). Es alucinante cómo el documental lleva al espectador a través de un magistral montaje que cambia los ritmos con la facilidad de un encantamiento: el vértigo estático de la escena de la pared (lunes...martes...miércoles...enero), la lluvia de imágenes febriles, la paz de las escenas del agua, de nuevo el vértigo del juego a la pelota, y esa escena perfecta del hombre regresando a la casa (negra) en el ocaso, plon, como cada tarde, plon, hasta que un día sea la última, plon. Directo pero sutil, nunca evidente (todos esperamos algo terrible cuando la cámara rodea a la niña a la que están peinando), con lo difícil que es mirar a esta realidad sin caer en el morbo, la exageración, el pesimismo fatídico o la compasión paternal.

Una joya de una dureza extrema, pero a la vez un extraño (por infrecuente) poema vitalista y humano; realista y militante, pero a la vez lírico y esperanzado.
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26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
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