Barcelona (1994)

Un auténtico bodrio romántico con unos ridículos tintes sociopolíticos y cierto regustillo alternativo infumable (a pesar de que en la película todos los personajes fuman compulsivamente como si no hubiera un mañana).

La peregrina historieta que nos cuentan es la siguiente: En la Barcelona de mediados de los 80, en plena polémica sobre la permanencia de España en la OTAN, dos primos estadounidenses sufren en sus carnes el descarnado rechazo de la sociedad española hacia todo lo que huela a barras y estrellas, pero ambos héroes de ultramar hacen de tripas corazón y con tal de ligar y calentar la cama con las libertinas nativas, tragan con todas las humillaciones que hagan falta.
En este apasionante choque de civilizaciones, los ciudadanos barceloneses son retratados como seres hostiles y violentos, lobotomizados por la propaganda soviética, fumadores empedernidos y fiesteros, superficiales y snobs, y más bien tontainas. Por su parte, los ciudadanos yankees se nos muestran como seres de gran nobleza, tolerancia y bondad, que aguantan con resignación y santa paciencia todo tipo de barrabasadas e insultos.

Con este panorama, el efecto conseguido es el contrario, y los que realmente salen peor parados en la película son los dos primos americanos, nunca mejor dicho lo de primos, ya que quedan casi como un calco de "Dos Tontos muy Tontos", pero con un aura de mártires que los hace aún más ridículos.

Antes de visionar esta película, esperaba al menos ver un retrato paisajístico de la Barcelona pre-olímpica y muchas escenas de exteriores, pero tampoco es el caso, porque aunque sí hay algunos exteriores, no abundan demasiado y además hay varios gazapos temporales previsibles (se supone que estamos a mediados de los ochenta, pero por ejemplo en las imágenes panorámicas de la ciudad aparecen el Hotel Arts y la Torre Mapfre, que no empezaron a construirse hasta 1990).

Los diálogos son infantiles y tontos, basados en baratas disertaciones románticas y pseudoexistenciales en absurdo bucle, y a pesar de que el film dura poco más de hora y media, se hace muy largo y cansino.

Ni siquiera la presencia de una jovencísima Mira Sorvino (interpretando a una de las protagonistas barcelonesas), entre otras caras conocidas a ambos lados del Atlántico, hace de esta película algo que merezca la pena perder hora y media de tiempo.
Probablemente la obra más cutre y floja de todas las producciones extranjeras que he visto ambientadas en esta ciudad.