El jugador (1958)

Tras las presiones que tuvo para publicar por entregas su inmortal novela, “El Idiota”, ya que, sobre la marcha se veía obligado a resolver problemas argumentales y de caracterización, surge para, Fiódor Dostoyevski, un problema mayor cuando bajo contrato debidamente firmado, debía presentar para su publicación, el 1 de noviembre de 1866, su nueva novela, “El Jugador” (Игрок), a cambio de que le sacaran una recopilación de sus obras, pero, de no cumplir con la entrega, el editor tendría derecho a publicar sus novelas y cuentos durante 9 años, sin pagarle compensación alguna.

Por fortuna, y gracias a que pasaba por una época de altísima inspiración, Dostoyevski trabajaba hasta altas horas de la noche, pero además, el escritor pudo contar con la talentosa taquígrafa, Anna G. Snitkina, quien transcribía luego los dictados con una agilidad prodigiosa. Con esa narrativa genial que incluía mucho de su propia vida -para este caso, sus tiempos de febril ludópata y su pasional relación en Europa con, Apollinaria (Polina) Suslova- y con la gran ayuda de Anna, el escritor ruso pudo cumplir a tiempo con la entrega de su obra y, “El Jugador”, pasaría a ser otra de las grandes novelas que llevan su firma.

Con un magnífico guion, escrito en versión libre por, Jean Aurenche, François Boyer y Pierre Bost, el director, Claude Autant-Lara, se propuso trasladar a Baden-Baden, Francia, la historia que originalmente ocurre en Roulettenbourg (nombre ficticio para, Wiesbaden, Alemania)… aunque también es cierto que, Dostoyevski, estuvo en París durante su estancia en Europa; y es allí donde, Alexei Ivanovich (alter ego del escritor), vivirá su aventura con, Pauline, una guapa chica comprometida con el marqués Des Grieux e hijastra del general, Alexandre Zagorianski, quien a su vez pretende a la muy bella, Blanche de Cominges… pero, convencido de que, tanto la aristocrática Blanche, como Des Grieux, solo buscan el dinero que no tiene, pero, que está próximo a heredar el general de una tía millonaria que está a punto de morir, Alexéi planea una amarga, pero brillante estratagema, con la que espera liberar al general y a su hijastra, para, entonces, poder quedarse con la joven.

La trama evoluciona y se mueve en crescendo con acertados giros e interesantes variaciones; con una efectiva mezcla de drama y comedia; y con un par de antológicas secuencias desarrolladas en un casino. La ambientación, muy apropiada para dar el perfecto toque de época; y el director, Autant-Lara, preserva, a todo lo largo de la historia, una ácida crítica contra la aristocracia, a la que muestra necia y ambiciosa hasta las peores consecuencias (motivo, sin duda, para que, en ciertos países, ésta valiosa película se haya mantenido embodegada); y las interpretaciones de, Gérard Philipe (Alexéi), Françoise Rosay (la tía Antonina), Bernard Blier (el General), Liselotte Pulver (Pauline), Nadine Alari (Blanche)… y Jean Danet (Des Grieux), son estimulantes y muy calificadas.

Como es bien sabido, “El Jugador”, también inspiró una ópera de Sergei Prokofiev; y ya había motivado otras adaptaciones cinematográficas: “Le Joueur” (Gerhardt Lamprecht y Louis Daquin, 1938), “The Great Sinner” (Robert Siodmak, 1949)… además de una versión hecha para televisión, dirigida por Tony Richardson, “The Gambler” (1956).

<<EL JUGADOR>>, es de esa suerte de películas que ¡hay que ver más de una vez!