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Kolya (1996)

Kolya
110 min.
7,3
4.348
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Sinopsis
Franka Louka es un concertista de violoncelo y profesor de renombre en la Checoslovaquia ocupada por los soviéticos. Al perder su puesto en la orquesta, no le queda más remedio que tocar en los funerales para sobrevivir. Pero ha contraído muchas deudas y no puede saldarlas. Por eso, cuando el señor Broz, el enterrador, le sugiere que resuelva sus problemas económicos casándose con una joven rusa que quiere conseguir la nacionalidad checa, acepta. Ella se aprovecha de esta situación para emigrar con su amante a Alemania Occidental, dejando a su hijo de cinco años con su abuela. Pero cuando la abuela muere, Kolya deberá vivir con su padrastro. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Música Infancia Melodrama Comedia dramática
Dirección
Reparto
Año / País:
/ República Checa República Checa
Título original:
Kolja (Kolya)
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción República Checa-Reino Unido;
Links
Premios
1996: Oscar: Mejor película de habla no inglesa
1996: Globo de Oro: Mejor película de habla no inglesa
1996: Nominada Premios BAFTA: Mejor película de habla no inglesa
1996: Festival de Venecia: Mención Honorífica (Jan Sverák)
1996: Premios del Cine Europeo: Nominada a mejor película
"Pintoresca, emotiva, delicada, divertida"
[Cinemanía]
"Maravilloso filme (...) Impresionante la interpretación del veterano Sverák"
[Diario El País]
3
2
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
6
...o como con la sencillez, brillar con luz propia
Visto lo visto, a estas alturas, cuando uno se encuentra con una propuesta como Kolya, lo mínimo que puede hacer es atender, disfrutar y agradecer el esfuerzo realizado por llevarla a cabo.
Ya que, en el tercer largometraje conducido por el cineasta checo Jan Sverak, nos encontramos con unos engranajes tan simples como lúcidos, que logran aportar al espectador una buena dosis de melancolía y encanto al mismo tiempo, donde una trama sencilla funciona de modo notable gracias a los múltiples aspectos que se nos presentan en la cinta, desde las entrañables y penetrantes interpretaciones, hasta momentos de cine con mayúsculas, verdaderamente sensibles y delicados.

Sin embargo, nada funcionaría igual sin la cuidada y trabajadísima realización de Sverak, que combina a la perfección planos detalle que sugieren más que muestran, una banda sonora gratamente racionada a lo largo de toda la película, sin caer en los peores excesos sensibleros, una fotografía magníficamente manejada, en la cual ningún encuadre parece estar fuera de lugar o un tempo llevado con estabilidad y fuerza, pese a lo largo que se pueda llegar a tornar dicho trabajo en el tramo final.
Detrás de esa gran labor, también hay alguna que otra falencia, como un final que parece poco trabajado, aun y sin caer en los abusos sentimentaloides, un relato al que le falta algo más de dedicación durante ciertos puntos o algunas secuencias que no parecen tener cabida dentro de esta deliciosa historia.

Tampoco le faltan intérpretes competentes (todos cumplen su parte del compromiso con sencillez y amabilidad) y un tema, que se podría haber tratado con mas pericia, y se deja en un segundo plano, en detrimento de la historia principal.
Ojalá de vez en cuando pudiesemos contemplar y aplaudir simpáticas crónicas como esta, aunque hoy en día el cine parece más empeñado en sorprender con forzada originalidad o torpones giros que no con naturalidad y lucidez.
Un aplauso para Jan, y otro para su guionista y protagonista, que pese a no tener un gran guión, pone empeño y fuerza, obteniendo un más que encomiable resultado para los amantes del arte cinematográfico más clásico.
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30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
SOLTERO MADURO, SIN HIJOS, SE RECONCILIA CON LA VIDA POR ACOGER A UN NIÑO
Sentimental y encantadora complementación de dos personas que se necesitan: un hombre sin hijos y un niño sin padre. Pero con la sazón genial de que encima el pequeño es un foráneo extranjero en el país del adulto que le acoge, y para mayor inri ambos hablan idiomas diferentes.

Las sucesivas circunstancias por las que tienen que pasar estas dos personas hasta despertarse en el interior de ambos el afecto de uno hacia el otro, es de una naturalidad, belleza y comprensión aptas para cualquiera. Conmueve profundamente ver como ese hombre que no sabe tratar con niños, ha de aprender de repente y con la ternura, paciencia y pedagogía tan espontánea que lo hace. Luego el final, debido a su gran realismo (como suele ser la vida: sí, la vida que no se casa con nadie), completa un film muy bueno y con méritos de sobra para obtener todos los premios y reconocimientos que ha obtenido en el mundo.

Felisísima exposición del hombre maduro y soltero, independiente, liberal, que eligió la soledad y no el matrimonio como la manera menos complicada de vivir a gusto; que no obstante para mantenerse más o menos feliz se busca de vez en cuando el mejor antidepresivo que existe: una amante. Porque una amante a la que amar, acariciar, abrazar... es lo que más apasiona y nos hace sentir dichosos o equilibrados; porque una amante, con la que acostarse y disfrutar piel con piel, ocupa terapéuticamente nuestro pensamietno antes de acostarnos e incluso después de quedarnos dormidos, o también en buena parte del estar despiertos; porque una amante, mujer, es lo que más nos hace sentir la vida, la felicidad y el sentido universal.

Fej Delvahe
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34 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
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