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Un minuto de gloria (Glory) (2016)

Un minuto de gloria (Glory)
101 min.
7,1
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Disponible en:
Suscripción
Tráiler HD (BÚLGARO con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Cuando Tsanko Petrov, un trabajador del ferrocarril, se encuentra un millón de levs en las vías del tren, decide devolver la totalidad del importe a la policía. El Estado le recompensa por ello con un nuevo reloj de pulsera... que pronto deja de funcionar. Mientras tanto, Julia Staikova, jefa de relaciones públicas en el Ministerio de Transporte, pierde su viejo reloj. Así comienza la lucha desesperada de Petrov para que le devuelvan no sólo su viejo reloj, sino también su dignidad. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Bulgaria Bulgaria
Título original:
Slava (Glory)
Duración
101 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Bulgaria-Grecia;
Links
Premios
2016: Festival de Locarno: Competición Internacional
2016: Hamptons International Film Festival: mejor película
2016: Festival de Gijón: Mejor película, guión y premio FIPRESCI
2017: Festival de Edimburgo (EIFF): Mejor film internacional
8
¿Para qué te arrepientes, Hidra?
Kafka en Bulgaria… o camino de perdición. Podría enumerar un sinfín de títulos posibles – a cual más tremebundo, desolador o desengañado – para esta cinta y cada uno de ellos desvelaría una faceta de esta sencilla propuesta, pero ninguno de ellos sería capaz de capturar y hacer justicia del impacto emocional que puede llegar a ocasionar la astuta suma de sus sobrias imágenes y – sobre todo – de su tajante desenlace. En pocas ocasiones he transitado durante la proyección una gama tan amplia y heterogénea de opiniones: primero tuve la impresión de que me iba a aburrir como una ostra con la desaliñada cámara en mano y sus pringosas imágenes que basculan entre el apócrifo documental antropológico y el plañidero cutrerío tercermundista; pero poco a poco va creciendo la intensidad y la malicia de la cinta, ofreciendo una radiografía apabullante y áspera del calamitoso presente burocrático y cochambroso que bascula entre la funesta corrupción y el arribismo oportunista.

No es para almas pacatas o estómagos sensibles: es un mazazo rotundo y seco que te deja pegado a la butaca, abofeteado por unas imágenes que tardan en borrarse de la retina, como no queriendo abandonar nuestra memoria y dejar sitio al alivio o la esperanza, como una mala pesadilla o un delirio etílico mal metabolizado. Pocas veces ha brillado a semejante altura la cicatera ruindad de lo mezquino, pocas veces la pobreza moral y la indecencia ostentosa de la putrefacción ética ha tenido un reflejo tan austero como veraz. Una historia mínima que pudiera perecer que sólo debería ocupar apenas unos minutos de metraje se ramifica y enmaraña hasta alcanzar cotas de desasosiego e incomodidad imposibles de digerir y olvidar. El talento y el ingenio es lo que tienen: con elementos mínimos son capaces de construir un edificio en ruinas y sepultarnos bajo los escombros del descalabro total e inapelable. Es el hundimiento y abolición de la bondad, su sarcófago definitivo.

Un humor negrísimo jalona toda la trama pero en nada alivia el descorazonador hedor a descomposición que desprende su fatalista recorrido repleto de sebo y excrecencias, donde el egoísmo señorea a sus anchas y dicta una absurda lógica del fracaso. La precisión milimétrica de una planificación invisible convierte esta tragicomedia en una elegía al naufragio de cualquier confianza o ilusión; la utopía en una sociedad compasiva queda abandonada en aras de una frustración roñosa y ruin que destruye la fe en un mundo mejor y establece la tiranía de la arbitrariedad y la amargura como única realidad despótica.

Unas excelentes interpretaciones, un guión astuto y perverso, así como una dirección y montaje modélicos configuran una obra tan concisa como implacable.
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23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿Honrado o pardillo?
¿Qué harías si te encontrases una gran cantidad de dinero tirado en medio de la nada? La tentación de quedarse con el botín sin decir palabra probablemente atraparía a mucha gente, pero no a Tsanko Petrov. Este humilde trabajador de los ferrocarriles decide avisar a la policía tras toparse con nada menos que un millón de levs búlgaros (algo más de medio millón de euros) al lado de una vía de tren situada en el campo. Mientras sus compañeros del trabajo le califican de pardillo, desde el Ministerio de Transportes se intenta vender su acción como la de un héroe. Julia Staikova, líder del departamento de relaciones públicas de la mencionada institución, será la encargada de organizar el protocolo que reconocerá el buen comportamiento del ciudadano, aunque realmente a ninguno le importe qué piensa el propio Petrov.

Un minuto de gloria (Slava) es el nombre de la película búlgara de Kristina Grozeva y Petar Valchanov (directores de La lección) triunfadora en el pasado Festival de Gijón y que trata en tono paródico todo lo que rodea a esta sorprendente noticia, desde la propia personalidad del protagonista, un tipo cuyo desgarbado aspecto y notorio tartamudeo contribuye a que muchos comenten lo estúpido que fue al no quedarse con el dinero, hasta una Staikova que responde bastante bien al perfil de persona a la que solo le importan ella misma y su trabajo, descuidando los sentimientos de todos aquellos que le rodean. Una contraposición de actitudes que se complementa con el ministro que solo busca hacerse la foto, el aguerrido presentador televisivo o las corruptas fuerzas de seguridad, todo ello otorgando un cóctel cinematográfico en el que el humor está irremediablemente presente.

Lo mejor de Un minuto de gloria es que jamás llega a sobrepasar el terreno de lo creíble. Es cierto que el punto de partida requiere cierta complicidad por parte del espectador, ya que puede parecer difícil imaginar que en la vida real haya tipos como Petrov. Pero precisamente el perfil de este es lo que ayuda al film a remarcar uno de sus mensajes, que parte de la confrontación entre buenas personas pero muy ingenuas, caso del protagonista, y las personas de dudosa moral pero excelente bagaje profesional, como Staikova, para preguntarse cuál de los dos modelos merecería la pena seguir en la vida. En cualquier caso, queda claro en la película que estas figuras son solo una mínima parte del mayúsculo engranaje burocrático y político que pide rectitud a sus ciudadanos a la vez que entorpece peticiones tan nimias como recuperar un reloj perdido.

La hipocresía de todo lo que rodea el homenaje a Petrov es probablemente el punto más representativo de Un minuto de gloria. Una amplia secuencia donde está presente el fino humor de la obra, comicidad que también se enmarca en esa línea de no acudir a lo exagerado para explicitar todavía más lo que se quiere contar. Dicho de otra manera, el film no se convierte en una parodia de su propia parodia. Y es en esa serie de escenas, claves para el devenir de la película por lo que vemos (la pérdida del reloj o las conversaciones entre Petrov y el ministro) y por lo que interpretamos (nadie está cómodo en la ceremonia, es una farsa organizada solo por motivos políticos), donde se sintetizan a la perfección las virtudes de esta sorprendente, fresca y notable obra cinematográfica búlgara, que remarca lo impostado de muchas acciones y opiniones de la vida pública contemporánea bajo un tono satírico que ayuda a mantener el interés por todo lo que sucede en el marco argumental de la cinta.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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