20.000 leguas de viaje submarino (TV) (1997)

Sin alcanzar la calidad o el entretenimiento de versiones anteriores y, especialmente, la que dirigiera Richard Fleischer con James Mason y Kirk Douglas, esta miniserie se deja ver desde el sofa a una distancia razonable. Siendo un reparto bastante interesante me esparaba algo más, iluso de mi.
La verdad es que le da un toque exotico a la novela de Julio Verne con unos paisajes y unas aventuras algo extrañas y un poco liosas.
Dicho todo esto la conclusión es que se puede pasar sin verla perfectamente pero si se tiene el día tonto de no saber que hacer la verdad es que entretiene

Aceptable serie de televisión pero resulta insufrible y no le llega al borde del disco de metal donde se guarda el rollo fílmico, a la película del mismo título dirigida por Richard Fleischer (USA 1954).

Cuenta la famosa historia de aventuras y ciencia ficción que escribió el autor francés Julio Verne acerca de un tal capitán Nemo y su maravilloso submarino con el que recorría los fondos marinos y vivía bastante al margen de la sociedad de su época.

No obstante, en esta versión de Rod Hardy hay un romance bonito entre el joven científico y la hija del capitán Nemo que tiene su punto culmen en estas palabras que ella le dice sensual y sexualmente muy receptiva a su amado: "Una mujer se entrega o no. Las únicas mujeres que son seducidas son las que no desean que las vean entregándose."

También tiene bellas imágenes de auroras australes que los viajeros del submarino Nautilus puedes presenciar embelesados cuando unos días que pasa en la superficie durante unos reparaciones al submarino entre los bloques helados de las agua próximas al Polo Sur.

Una aurora polar se produce cuando una eyección de masa solar choca con los polos norte y sur de la magnetósfera terrestre, produciendo una luz difusa pero predominante proyectada en la ionosfera terrestre. Es decir, las auroras polares ocurren cuando partículas cargadas (protones y electrones) son guiadas por el campo magnético de la Tierra e inciden en la atmósfera cerca de los polos. Cuando esas partículas chocan con los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno, que constituyen los componentes más abundantes del aire, parte de la energía de la colisión excita esos átomos a niveles de energía tales que cuando se desexcitan devuelven esa energía en forma de luz visible de varios colores.