Hipo (Hukkle) (2002)

"Hukkle" es uno de esos films tan complicados y arriesgados como la temática que aborda y el modo de introducir al espectador en el mismo, pues Pálfi empieza por meternos en la historia a base de planos estáticos o semi-estáticos y puede que más de uno halle la dificultad de seguir la propuesta, ya sea por sus formas, o por ese "silencio constante" que la rodea (y digo "silencio constante", puesto que el realizador húngaro juega sus mejores bazas tendiendo un esquema suficientemente claro al espectador, como para que este pueda seguir cada una de las acciones, sucesos o personajes a través de los ruidos que emiten o que les acompañan).

Sin embargo, es más adelante cuando esos planos estáticos desaparecen, y se tornan movimiento, cuando la propuesta pasa a tener mayor interés, ya que tras esos "asesinatos" uno no puede más que verse atraido e inmiscuido en lo que se está narrando, amen de intentar sacarle algún tipo de juicio o valor.
Los crímenes, todos con un nexo en común, son enfocados desde una perspectiva que permite al espectador ver y captar que es lo que realmente está sucediendo en pantalla, y ponerse tras todo ese manto de inquietud, intentando destapar por qué sucede lo que sucede solo visualizando cada uno de los fotogramas que vamos observando.

Lo mejor de la propuesta de Pálfi, que toma todo tipo de riesgos, y en ningún momento se desentiende de su estilo tanto narrativo como visual para ofrecer algún tipo de pista clara o evidente, queda en el trabajo fotográfico hecho por el director de fotografía que, mediante unos ejes muy simples, logra algo totalmente visual y explícito, es decir, no hay ninguna sola toma restante, pues todas ellas nos indican algo y forman un eje alrededor del cual debe girar este trabajo.
También están muy presentes en todo momento los sonidos que se emiten (la edición de sonido es magnífica también) y que arrastran al respetable de un lado para otro sumergiéndose en esta peculiar historia de criminalismo y gran hipnotismo en el medio rural.

Puede que algunos resulten escépticos ante una propuesta de tal magnitud, por considerarla pretenciosa o, sencillamente, un método para llamar la atención, pero tras ver el año pasado en Sitges su segundo trabajo "Taxidermia", podría decirse que, por poco complacientes que puedan resultar sus películas a según que tipo de espectador, siempre tienen tras de sí un fondo que, resulte más o menos sugestivo, como mínimo puede llegar a transportarnos a algún lugar o situación, cosa que no se puede decir de muchos actualmente.

Las mejores películas son las que más hablan con imágenes y menos palabras.

Esta es una de ellas. El contenido de la cinta es una especie de sinfonía muda inclasificable que desvela, como el David Lynch de Twin Peaks, los secretos más oscuros de un bonito pueblo húngaro. Todo esto envuelto con humor negro en papel de documental. Pero lo bueno de esto es la sutileza: muestra poco de dichos secretos, pero lo sabe mostrar en el momento y, sobre todo, en el lugar precisos para que se nos pongan los pelos como escarpias al igual que dibujemos pequeñas sonrisas en nuestras caras de vez en cuando mientras el misterio se va resolviendo...

Nadie está a salvo en este pueblo: ni los vecinos, ni los animales, que parecen tener también un papel coprotagonista en esta demencia rural del director de Taxidermia.

Y, mientras tanto, el hipo va marcando el ritmo del film...




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