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Sundown (2021)

Sundown
84 min.
6,2
1.423
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Sinopsis
La adinerada familia británica Bennett disfruta de unas relajadas vacaciones en un resort en Acapulco cuando una llamada anuncia un fatal suceso. Alice (Charlotte Gainsbourg) decide interrumpir el viaje de inmediato mientras que Neil (Tim Roth) finge haber perdido el pasaporte y se queda en México, indiferente a una noticia tan trágica. Esta actitud agudiza las diferencias entre ellos hasta llegar a límites insospechados. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ México México
Título original:
Sundown
Duración
84 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción México-Francia-Suecia;
Links
Premios
2021: Festival de Venecia: Sección oficial a concurso
8
You can't go home again
Nada más abrir la película, vemos a Neil, que su vez observa con preocupación unos peces que boquean fuera del agua. Ya con una sola imagen, Franco establece los símbolos, el marco geográfico y lo que podría ser el subtexto que recorre el periplo de este inglés, que viaja con su familia a un Acapulco aislado de México.

Otra imagen muy descriptiva es la de Neil estirado sobre la tumbona mientras contempla el ocaso y debajo de él se ve la piscina, cuyas paredes establecen a su vez otra separación respecto al Océano Pacífico. Esta familia inglesa no necesita conocer una sola palabra de español, todo está condicionado para su disfrute, su dinero les proporciona desde el servicio de margaritas en su terraza privada a que puedan devorar selectos solomillos, nada que ver con las carnitas o los tacos locales. Estamos frente a una historia que, dentro de su honestidad, se desarrolla con notoria ambigüedad, permitiendo que el espectador pueda volcar su propia lectura de las nada explícitas motivaciones del protagonista. En mi caso me pareció que es un hombre que se siente próximo a la muerte (de ahí la metáfora inicial) y que, al verse siempre envuelto en una burbuja, es como si no hubiera experimentado el mundo de verdad. Durante los días de descanso lo vemos ausente, como que tiene la cabeza en otra parte, por eso, cuando de golpe irrumpe unas malas noticias de su entorno familiar, parece que Neil ya tiene claro que aprovechará la oportunidad para romper con todo y experimentarse como individuo.

El agua es otro de los símbolos que persistente y reaparece a lo largo de la historia. Tras el momento de la piscina para expresar el aislamiento, vemos a Neil cómo nada sólo, posteriormente, cuando inicia su aventura personal, se le puede observar sentado en unas sillas de plástico, en un restaurante situado en la playa, tan cerca de las aguas que las olas pueden mojar sus pies, de modo que progresivamente lo vemos "empaparse" de ese Acapulco más mexicano. Esa escena, además, tiene otra versión y es que Neil no se mueve por idealismo o por una especie de ánimo de reconquista de la vitalidad, muchas veces parece tan indolente como de costumbre, pero sí que ha iniciado su proceso de autodescubrimiento, puntualmente señalizado con las sucesivas salidas del sol. Ya hacia el final hay un bello picado en el que vemos a Neil mientras nada en las aguas oceánicas, ahora sí envuelto de más bañistas, dando a entender que por fin se ha empapado del mundo.

En esa andadura personal, Neil conocerá un México más real, con su dosis de peligro, pero también con goces sensuales, diversiones populares, en forma de música callejera, comidas más sabrosas pero menos selectas y otras posibilidades que dentro de su familiar burbuja le habría quedado vedadas. Era un viaje en el que sólo estaba desplazándose geográficamente. Tan cerrado era su mundo que incluso las relaciones familiares resultan ambiguas, al principio esa familia aparenta una cosa y luego vemos que es otra cosa diferente, sin embargo la resonancia más o menos perversa persiste, de hecho cuando Neil parte con todo, su familia parece que lo trata como un traidor, es un abandono mucho más doloroso que lo que se explicita.

Y ésa precisamente es una cualidad que en este título ofrece el gran Michel Franco, uno de mis directores preferidos, experto retratista de familias en descomposición y de los hábitos menos corrientes de las clases altas occidentales, ya sean mexicanas o, en este caso inglesa. Vuelve a demostrar su capacidad para condensar tanto una historia con diferentes tonalidades de violencia con esas connotaciones existencialistas y sociales. Un director que mueve con mucha soltura su cámara por los escenarios, siempre transmite una atractiva capacidad de ocupar el espacio de sus personajes, a los que siempre perfila con finas líneas y sin explicaciones concluyentes para que cada cual pueda volcar sus inquietudes.

Llegados a cierto punto, aparecen cerditos en escenarios imposibles, que son proyecciones mentales de Neil, quizá una representación de su sentido de la culpa, pues su familia en teoría ha hecho gran dinero con una gran empresa cárnica. Habrá quien vea ahí una crítica especista. O también una crítica al capitalismo, que fabrica estos seres acomodados y abúlicos, casi exentos de vitalidad. También una renovada denuncia del problema de la violencia de México, un país maravilloso a pesar de esa rutina diaria que supone leer noticias sobre muertes violentas. Habrá quien se quede en la superficie y envidie los privilegios de este hombre, que se puede permitir desentenderse de las cosas y aún y así vivir despreocupadamente. En todo caso, se nos ofrece un relato acerca de la proximidad de la muerte, de un hombre que ya no sabe dónde está su casa, y que demanda espectadores activos, no amantes de lo obvio o inmediato, prestos a que no se les de todo masticado y, a la salida del cine, puedan reflexionar la historia que han presenciado, en este caso pintada con colores más sutiles que en sus anteriores títulos del director mexicano.
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32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Apatía existencial
Con más o menos acierto, desde sus primeros trabajos, el director mexicano Michel Franco ha buscado elementos perturbadores que saquen sus películas de lo lineal. Ya sea a partir del retrato de una familia disfuncional, en la disección de la omnipresente violencia de su país, tratando la vejez como paso inevitable hacia el dolor y la muerte, con trasfondo distópico o pegado a la realidad, se mueve en la indefinición conceptual, exprimiendo sus potencialidades.

‘Sundown’, presentada en la última edición de la Mostra de Venecia, juega la misma liga. Fija su atención en una acomodada familia inglesa, disfrutando unas lujosas vacaciones en un resort de Acapulco. Quedan interrumpidas tras el fallecimiento de la madre, lo que les hace regresar. Todos, salvo el personaje al que interpreta Tim Roth, que finge haber extraviado su pasaporte para permanecer en el lugar.

A partir de aquí, la cinta se recrea en el comportamiento enigmático del protagonista, impasible ante la gravedad de lo acontecido. Nada parece ir con él. Pasa las horas muertas tirado en la playa, bebiendo cerveza y disfrutando del ardor latino que le aporta una lugareña (Iazua Larios). Ligero de equipaje, flemático y distante, saca de quicio a su entorno más cercano cuando se haga bueno aquello de que cualquier circunstancia, por penosa que sea, siempre es susceptible de empeorar. Es el alter ego de Clive Owen en ‘La canción de los nombres olvidados’ (2019). En la película de François Girard era precisamente Roth el que naufragaba intentando descifrar actitudes laberínticas.

‘Sundown’ transforma la violencia de ‘Nuevo orden’ (2020) en un conflicto existencial, de pachorra indescriptible, dónde el espectador queda atrapado a partir de un genial Tim Roth y un viaje hacia los abismos de la mente que nunca ofrece pistas para escrutarla. Como en otros trabajos de Michel Franco, las taras impuestas por lo ambiguo convierten su serpenteante propuesta en un ejercicio de estilo tan personal como intangible.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
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