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El juego del calamar (Serie de TV) (2021)

El juego del calamar (Serie de TV)
60 min.
7,0
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Disponible en:
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Trailer (COREANO con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Serie de TV (2021-). 9 episodios. Cientos de jugadores con problemas económicos aceptan una extraña invitación para competir en juegos infantiles. Dentro les esperan un premio tentador y desafíos letales.
Género
Serie de TV Thriller Intriga Distopía Supervivencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Corea del Sur Corea del Sur
Título original:
Squid Game
Duración
60 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
El juego del calamar
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Premios
2022: Emmy: Mejor actor (Lee Jung-jae), actriz invitada y dirección. 8 nominaciones
2021: Globos de Oro: Mejor actor secundario (Oh Yeong-su). 3 nominaciones
2021: Premios BAFTA TV: Nominada a mejor serie de TV - Internacional
2021: American Film Institute (AFI): Premio Especial AFI
2021: Critics Choice Awards: Mejor serie lengua extranjera y actor drama (Jung-jae)
7
Cumple con lo que promete.
Pues muy bien 'Squid Game', una suerte de 'Battle Royale' al estilo 'Alice in Boderland' de la mano de Hwang Dong-hyuk (Silenced). Tiene buen pulso narrativo, bastantes giros, muertes que sorprenden y un resultado redondo en general. El reparto da la talla. Hay un par de cameos sorprendentes y, en ese reparto repleto de personajes interesantes, un grandísimo hallazgo: Jung Ho Yeon. Excelente en su rol con un personaje que se roba el show por momentos, auguro futuro para esta modelo que da el salto al mundo de la interpretación. Si tuviera que criticar algo señalaría que ese final abierto que da pie a una segunda temporada podría haberse evitado con un final cerrado, pero como ante el vicio de pedir (en este caso de hacer más temporadas) está la virtud de no dar (ignorar lo que venga después) podemos pasarlo por encima. De anunciarse otra temporada si se mantiene el director dirigiendo todos sus episodios, seguiré en el barco. En caso contrario, para mí estas casi 10 horas son más que suficientes. Muy recomendable, se disfruta y se sufre a partes iguales.
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126 de 167 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Antídoto contra el veneno del Calamar
En sus afanes por expandir el mercado asiático, Netflix ha decidido elevar a superproducción la que ya es una serie de moda a nivel mundial. Parece que esto ha generado emociones encontradas entre los surcoreanos, divididos entre el orgullo de ser los primeros en algo pero afectados por la visión del país (igual que pasó con Parásitos) que se exporta al extranjero.

No es de extrañar. La OCDE sitúa a la convulsa Corea del Sur como uno de sus países miembros más desiguales. Tras la devastación sufrida primero en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y después en la Guerra de Corea (1950-1953), el país culminó la concentración del capital necesaria durante la dictadura militar de Park Chung-hee (1961-1979), con lo que pudo despegar hacia lo que es hoy viviendo dos décadas (1980, 1990) de expansión económica a costa de una fuerte intervención colonial del capital norteamericano. La crisis financiera de 1997 se resolvió con más intervención norteamericana (nos suena) y más precariedad laboral.

El abismo entre el triunfo capitalista y el fracaso marginal, es una realidad palpable en nuestro mundo y particularmente en Corea del Sur con sólo mirar ciertas estadísticas. Más del 30% tienen empleos para los que están sobrecualificados en un país donde el 60% de los estudiantes obtiene un título universitario. Precios de la vivienda prohibitivos y alquileres salvajes estilo “chonsei” para que la gente viva hacinada y eso les cueste la mitad del salario (también nos va sonando). Una de las tasas de suicidios e incidencias laborales más altas de la OCDE. En el año de la pandemia más de trece mil personas se quitaron la vida.

Imbuido de esta realidad, el guionista y director Hwang Dong-hyuk, declara haber visualizado la historia cuando al pasar apuros económicos trató de imaginar si estaría dispuesto a apostar jugando a vida o muerte. Él mismo aclara que ha tratado de hacer una sátira sobre el capitalismo. El problema y lo realmente preocupante es que una sociedad tan empapada de los principios que alimentan el abismo social capitalista y cuya referencia de la alternativa socialista es el esperpento fraternal del norte, sólo puede hacer sátiras del capitalismo reproduciendo en ellas los mismos principios que aspira a denunciar.

Al igual que pasa con Parásitos, el tramo inicial resulta atractivo y adictivo, hasta que a partir del tercer o cuarto capítulo comenzamos a intuir las trampas que encierra el discurso de fondo. Es como escuchar los consejos para dejar de fumar que te da alguien que sigue fumando como un carretero.

La serie no es apta para cardíacos y nada recomendable para los que usamos las ficciones de Netflix para desconectar después de un día laboral antes de irnos a dormir. Un acabado visual potente (con muchos plagios a Stanley Kubrick), violencia extrema muy explíticita a ratos desagradable, buen trabajo de interpretación y un ritmo trepidante enganchan a espectadores (ojo porque sobre todo jóvenes) de todo el mundo. Muy interesados en saber cómo acabará el bueno de Seong Gi-hun metido en semejante distopía.

Pero detrás de todo el barullo que ha generado, sólo queda el lamento inconsolable de una sociedad herida de muerte. Porque la idea que da a luz a la serie se ha tragado y reproduce el veneno principal del capitalismo: el cuento de que todos somos igual de egoístas si llega el caso y por lo tanto tan culpables de lo que pasa como la logia macabra de la bacanal de oligarcas que se ríen de nuestras desgracias. ¿No apostabas tú a los caballos? Ésa es la venenosa moraleja. El embuste burgués de que las condiciones salvajes a las que nos expone a todos el capital son propias al género humano. Sólo uno entre miles trata de proponer la cooperación y la solidaridad, razón por la que acaba en la fosa del fracaso. Una visión distorsionada de nuestra realidad donde lo malo llama más la atención y queda amplificado, mientras que el trabajo y la solidaridad cotidiana que sostiene el mundo queda olvidada y enterrada bajo capas de cemento, y no suele ser elegida por la industria audiovisual.

Existe otro veneno que pone en circulación esta serie. En su alegoría sobre la democracia burguesa vuelve a reproducir sus valores sin deslindarse apenas un metro. Ustedes están aquí porque lo han elegido. Han venido por su propia cuenta. Como si estar al borde del abismo no tuviera nada que ver con el trágala de los protagonistas. Como si las condiciones de vida de este mundo fueran aceptadas democráticamente por los pobres y no impuestas forzosamente por los que se enriquecen a su costa.

Y finalmente, después de habernos dicho que la competencia capitalista es capaz de trasformarnos a todos en asesinos, resulta que lo mismo da ser rico que pobre, porque te acabas aburriendo de ser rico. Retorcidas ideas de una sociedad que se siente sin escapatoria.
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