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Caminos de tiza (1988)

Sinopsis
Una monja dedicada a la enseñanza parte al encuentro de sus tres alumnas más destacadas, en cuanto recibe la noticia de que su fin está próximo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Caminos de tiza
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Premios
1988: Nominada al Goya a la mejor actriz (María Fernanda D'Ocón)
6
Sor Citroen.
”Y se va a meter a monja,
monja de la caridad.”

La Monja Mora, Manolo Escobar

Caminos De Tiza es uno de los dos únicos largos guionizados por Eduardo Mallorquí, siendo el otro ya a título póstumo y obra de su amigo Antonio del Real. Parece ser que Jose Luis Pérez Tristán anduvo años buscando financiación para sacarlo adelante en el que fuese su debut, y se entiende que fue el patronato de turismo de Castilla y León quien obrase la viabilidad pecuniaria habida cuenta de la infinidad de largos –y bonitos- planos de las recias plazas y calles de los cascos históricos de Burgos, Segovia y Valladolid. En buena medida el ochenta por ciento del film se sustenta de este tipo de tomas, quedando un regusto a haberse merendado unos Turrillos o unas Yemas de Ávila elaboradas por Sor Liliana y Sor Beatriz, las afamadas monjas cocineras de la tv.

Aquí una monja en edad ya de Vaginesil para al desprenderse las bragas no hacer llama tiene un vahído y su ordenación la manda de vacaciones, cosa que la doña aprovecha para irse con su hermano. E inician una road movie atípica, ya que entre ambos dos suman 406 años y de cuando una película de esta índole ha contado con gente senecta –al margen de Una Historia Verdadera- y mucho menos qué otra peli existencialista de carretera versa sobre verificar si se anduvo la senda correcta en lugar de ir abriendo camino. Porque a eso se dedica la buena mujer, a visitar a tres antiguas alumnas prometedoras a ver qué tal les ha ido la vida, si de forma indirecta ella hizo bien su labor docente y puede quedar satisfecha. Y entre viaje y viaje la señora, aperturista, a veces suena unas ranciedades que ni Garci leyendo en alto un catálogo de moquetas, pero otras se destaca como una mujer libérrima e incluso cita a Rilke cuando dice que la única patria es la infancia.

Su hermano, un Jesús Puente crepuscular, sabe desde el inicio que el viaje de reafirmación de su hermana en lo pedagógico –que en buena medida es lo único que le une ya a la Iglesia, así de hasta el coño anda la buena señora- en realidad es el último que haga en vida, pues le quedan a lo sumo meses de ídem. Y a su manera, gracias a ese detalle de ser un film muy próximo a La Misa Ha Terminado de Nani Moretti, termina por convertirse en algo más cercano a la infravaloradísima El Último Viaje de Robert Rylands, de Gracia Querejeta. Se tocan todos los temas chungos de la primera –incluida una salida del armario de Jesús Puente gracias a una ex alumna bastante traumática, pues quería el buen hombre su hermana planchase el gorro sin saber que él gusta de acariciar venas de polla- y encima aparece doña Lydia Bosch antes de que Micky Molina la llamase cada madrugada para decirle que retirase la denuncia, que es cuando más follable estaba. Ah, y se alude al Proceso de Burgos a través de otra ex alumna, a la que el indulto no libra de que sus vecinos le hundan la vida tan sólo por ser marxista, los muy hijos de puta.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Descubriendo a un portento de actriz!!!
Otro de los títulos malditos del cine español de los 80, hoy totalmente olvidado y desconocido para el gran público, pero que permitió aspirar a un Goya a María Fernanda D'Ocón, intérprete múltiplemente galardonada y homenajeada por su excelsa labor teatral y con escasa trayectoria cinematográfica para la que éste suponía su primer y único papel netamente protagonista en la gran pantalla. De nuevo como una monja, esta vez dedicada a la enseñanza, que buscaba reencontrarse con sus tres alumnas predilectas tras conocer la noticia de su próxima muerte, la D'Ocón se apuntaba un deslumbrante y emotivo éxito personal acometiendo su trabajo desde una agradecida naturalidad, alejando a su rol del cliché al que podía haber quedado reducido gracias a una entusiasta actitud no exenta de un feliz infantilismo. De este modo, su Madre Mercedes se convierte en el vehículo perfecto para seguir con buen ánimo este drama sensible y emotivo, tendente por momentos a cierto sentimentalismo edulcorado, algo que la actriz sabe sortear de manera estoica a través de una mesurada y metódica contención, con las lágrimas siempre humedeciendo esos ojos inmensamente comunicativos, rozando en algunos solemnes y brillantes momentos algo parecido a la perfección dramática, sobre todo en aquellos que comparte mano a mano junto a un estupendo también Jesús Puente. Por suerte para todos, la Academia tuvo a bien incluir este preciso y tierno trabajo de esta dama de la escena entre las cinco finalistas al Goya de aquella tercera edición, pues sirve así la posibilidad de recuperar y no pasar en balde un filme que merecía mayor repercusión de la que le ha dado el paso del tiempo, además de significar un importante e inesperado reconocimiento del cine a una verdadera eminencia del teatro.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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