No tan duro de pelar (Drillbit Taylor) (2008)

En los viajes largos, ya sea en avión o en barco, y según la compañía, te suelen poner películas para que te entretengas. En mi caso tenía como unas once horas de vuelo para entreterme en la ida, y otras once en la vuelta. En la ida vi "Jumper" y "Un plan brillante" y para la vuelta me reservé esta cosa llamada "No tan duro de pelar". Las tres son muy malas.

Tres chavalitos en su primer día de instituto. Tres pardillos medio paletos que se topan con el matón del insti. Un joven que se dedica a meterlos dentro del armario, a bajarles los pantalones y a darles cachetes. Lo típico.

Estos tres dulces y cándidos niños contratan a un guardaespaldas (Owen Wilson) para que les proteja, lo que ellos no saben es que el guardaespaldas es un vagabundo. La película es una chorrada de dimensiones estratosféricas, y no es más que una recopilación de gags baratos y estúpidos.

Si estás en un largo viaje de avión y te dan la opción de ver esta peli, lo mejor que puedes hacer es leer detenidamente todas las instrucciones de seguridad del avión (Chaleco salvavidas, máscara de oxígeno, cinturón, etc...). Sentirás que tu tiempo ha estado mejor aprovechado.

Creo que Owen Wilson es un buen actor de comedia... de reparto. Es un tío que será capaz de darle la réplica y mejorar un sketch con Matt Dillon o Ben Stiller... pero los papeles protagonistas le vienen grandes. Su habilidad cómica no da para aguantarle hora y media y suele provocar (a mí por lo menos) que películas que empiezan como comedia a secas terminan convertidas en comedia con moraleja y final feliz (puaj).

"No tan duro de pelar" empieza bien. A pesar de ser la típica película de chavales raritos y abusones vista ya mil veces, resulta simpática y consigue mantener el tono un buen rato... Exactamente hasta que aparece Owen Wilson con ganas de hacerse la estrella y decir "aquí estamos yo y mi (discutible) carisma". A partir de ese momento hay dos películas, como si hubiesen dividido a los guionistas en dos grupos, uno para los gags de Owen y otro para los gags de los empollones. La película de los chavales es divertida porque no tiene más objetivo que hacer reir. La de Owen es la tradicional, estirada y aburrida comedia con moralina, amor y buenas intenciones.

El resultado, el que cabría esperar: demasiado empalagosa e infantil para el público adulto y demasiado zafia para dejarla sin más en manos de los niños. De todos modos, se puede ver y reirse a ratos.