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El diablo siempre pierde (1952)

El diablo siempre pierde
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“Las ideas fijas conducen a la obsesión… y ésta puede inducir a la locura”
Los Siete Pecados Capitales, son una selección de los principales y más comunes vicios que dañan al hombre, identificados desde los primeros años del cristianismo. La clasificación no figura en La Biblia, habiendo sido diversos religiosos quienes los definieron como tales.

En el siglo IV, el monje Evagrio Póntico, escribió en griego, “Sobre los Siete Vicios Malvados”, actos impropios de los que sus compañeros debían guardarse y los citó de esta manera: 1. Gastrimargia (Gula y Ebriedad) 2. Philarguria (Amor por el oro) 3. Porneia (Lujuria) 4. Acedia (Depresión) 5. Orgé (Ira, violencia) 6. Lúpê (Tristeza) 7. Uperèphania (Orgullo, soberbia).

Con el paso de los tiempos, otros religiosos (Juan Casiano, Gregorio Magno…), adecuaron a sus respectivas épocas Los Siete Pecados Capitales… hasta que, finalmente, fueron acogidos en los siguientes términos: Avaricia – Ira - Soberbia – Gula - Lujuria – Envidia – Pereza.

Tomás de Aquino, escribía: “Un vicio capital es aquel que tiene un fin harto deseable, de manera tal que, en su deseo, un hombre comete muchos pecados originados en aquel vicio como fuente principal”.

Estos vicios, ¡que tantas veces han llevado a la perdición humana!, son los que animaron a reunir a importantes guionistas (Diego Fabbri y Charles Spaak, Jean Aurenche y Pierre Bost…) para recrear segmentos en los que, cada uno, tuviese aplicación, y varios notables directores europeos, se encargaron de dirigirlos contando con acreditados actores de la época. En lo general, es ésta una película que resulta dinámica y divertida, habiendo segmentos, muy calificados, que nos dejaron más satisfechos que el resto por su eficacia argumental y sus logros actorales:

“La Avaricia y la Ira”. Dirigido y protagonizado por Eduardo de Filippo, resulta estupendo con ese profesor de clarinete tratando de superar el acoso del arrendatario de su casa. Isa Miranda y Paolo Stoppa (la esposa y el avaro marido), complementan un trío impresionante.

“La Soberbia”. Con un orgullo que rememora a la Bette Davis de “Jezebel”, Michèle Morgan es la bella mujer venida a menos que, al sentirse discriminada por los que antes la respetaban, decide dar la cara con inimaginable resultado. Un segmento dirigido con clase por Claude Autant-Lara, y escrito por éste en colaboración de Aurenche y Bost.

“La Lujuria”. Escrito también por Aurenche y Bost y encargado al director Yves Allégret, este segmento recrea la ingenuidad de ciertos jóvenes de la época y también los alcances de muchos adultos. Viviane Romance (Madame Blanc), resulta tan bella y provocativa… que estuvo a punto (¡!) de hacernos caer en este pecado capital.

Y también muy diciente, “La Envidia”. De la mano del director, Roberto Rossellini, la joven esposa Camille (Andrée Debar), debe padecer a un marido pintor cuyas preferencias son los lienzos, su gata, y su habitual modelo femenina (Rosina)… quedando ella relegada al lugar de la mujer incómoda y casi invisible.

Como anfitrión, el inolvidable Gérard Philipe… y recuerden siempre que, “Las ideas fijas conducen a la obsesión… y ésta puede inducir a la locura”.

Título para Latinoamérica: <<LOS SIETE PECADOS CAPITALES>>
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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