Topaze (1933)

El 9 de octubre de 1928, en el Teatro de Variedades de París se estrenó, “Topaze”, una obra que había escrito el celebrado, Marcel Pagnol (“Marius”, “Fanny", “Manon des Sources”…), la cual estuvo en cartelera alrededor de ¡800 funciones!

¿Y qué es lo que resultaba tan atractivo en ésta exitosa obra? Primero, cuenta con unos toques de comedia que siguen sintiéndose frescos y deliciosos. Enseguida, muestra de manera muy efectiva, el arribismo y las patrañas de ciertos empresarios. Después, da cuenta de cómo la ingenuidad (ser bueno y no ver mal en nadie) puede convertirnos en juguetes de los tramposos, llegando incluso a caer en aquello que cuestionamos… y finalmente, nos da una lección de integridad que bien nos valdría tomar en cuenta porque, se puede tener éxito, lujos y mucho dinero en el bolsillo, pero, si no se vive con dignidad, se sigue siendo un indeseable… y lo más lamentable, es saberlo uno mismo.

En lo personal, lo que más me atrae de ésta historia -según la ha adaptado, Ben Hecht- es la manera como queda plasmada esa terrible contradicción social, según la cual, la honradez muy pocas veces es reconocida, mientras que los bellacos reciben aplausos y honores cada día.

Quizás sea por éstas, u otras razones, que también el cine se sintió interesado en la adaptación de esta reluciente obra, porque, en tan sólo tres décadas (1933 a 1963), se hicieron 9 versiones en países tan diversos como Francia, Estados Unidos de Norteamérica, Egipto, China, Suecia e Inglaterra.

La primera en estrenarse fue la del francés, Louis J. Gasnier, con Louis Jouvet en el rol de Topaze; y con apenas nueve días de diferencia, se estrenaría, en los EE.UU., el <<TOPAZE>> de Harry d’Abadie d’Arrast, con un inolvidable, John Barrymore, como protagonista, el cual nos ofrece un personaje altamente sensible y muy divertido, que muchos imitarían después. La siempre recordada, Myrna Loy, es su co-equipera, haciendo el “penoso” papel de amante del inescrupuloso barón, Philippe La Tour-La Tour, para el que, el profesor August Topaze, se verá abocado a trabajar.

La palabra, Topaze, se traduce, Topacio, en español y alude a aquel mineral que es un aluminosilicato logrado mediante fórmula química. Se lo ha tratado como piedra preciosa, al punto de que hay quienes llegan a confundirlo con un diamante. ¿Tendrá alguna relación con el ingenuo profesor?

En su aparente simpleza, la película es de gran precisión en sus acciones y duele pensar en la terrible actualidad que aún tienen muchas cosas de las que en ella suceden… ¡y hasta las aguas con gas carbonatado nos las siguen vendiendo como si fueran champaña!

¡Valdría la pena poder acceder a la versión cinematográfica que, en 1951, haría el propio Pagnol de su agradable obra!

Nos encontramos ante unos de esos films que ostenta el marchamo de culto y la vitola de imprescindible por lo que su carta de presentación representa una tentación.
El argumento es voluntarioso, ejemplar y moralizador pero se encuentran un poco descompensados los tiempos de cada una de las tramas.
A lo largo de la película siempre subyace un notable sentido de probidad, demuestra una gran capacidad de fabulación y la ambientación es irreprochable.
La dirección es muy correcta, está planteada con buen sentido cinematográfico y aunque le falta algo de sutileza para el público actual -se estrenó en 1933-, el resultado final raya a gran altura.

Entre el humor, el drama y la estupefacción hay que destacar una magnífica actuación de J. Barrymore muy bien secundado por R. Mason y por M. Loy.