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El silencio del mar (1949)

El silencio del mar
83 min.
7,2
1.362
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free
Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Durante la ocupación de Francia por las tropas alemanas, un anciano y su sobrina deben compartir alojamiento y convivir con un afable oficial nazi. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Nazismo II Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le silence de la mer
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
LA INSOSPECHADA HUMANIDAD DEL INTRUSO
En el cine, al igual que en la literatura, la figura del intruso que irrumpe en una comunidad, familia u hogar, ha tenido muchas versiones y perspectivas, si bien de entre todas ellas pueden destacarse dos, de carácter moral; así, en ocasiones el intruso es vehículo del bien, y su llegada anuncia tiempos mejores, esperanza o salvación (muy habitual en los westerns, como "Raíces profundas"). Sin embargo, en otras tantas, el intruso trae el mal consigo, o bien es el mal encarnado (¿qué otra cosa es Robert Mitchum en "La noche del cazador", por ejemplo?).

En el filme que nos ocupa el intruso es un oficial alemán que se aloja como huésped indeseado en una casa habitada por un tío y su sobrina, situada en una zona rural francesa durante la ocupación nazi en la segunda guerra mundial. La película explora los sentimientos de los dos pobladores de la casa hacia el oficial, en el que concentran el odio y el desprecio que en ellos, y por extensión en gran parte de la sociedad francesa, genera la ocupación. Lo llamativo es que ese desprecio se materializa en incomunicación; el intruso es concebido como una bestia, como un ser inhumano, natural prolongación de la barbarie nazi, y por tanto no merece que se le dirija la palabra. Pero aún más importante que esto es la reacción del oficial, un hombre sensible, culto y educado, que en los "solitarios" discursos que pronuncia en presencia de sus mudos "anfitriones", expresa su esperanza en un futuro de paz y de entendimiento entre franceses y alemanes, al tiempo que deja ver la atracción amorosa que en él provoca la sobrina.

La película carece prácticamente de diálogos, estructurándose en torno a la voz en off del tío, que recuerda la estancia del oficial, y en los ya mencionados discursos que este último realiza en el acogedor salón de la casa, en los que la única respuesta que recibe es la del tiempo que pasa, materializado en el constante y omnipresente tic tac de un reloj. El escenario sólo cambia con el eventual viaje del oficial a París, viaje que constituye una fatal toma de conciencia para este personaje, que constata entonces su soledad, tanto física como espiritual.

Pese a tratarse de una opera prima, el talento de Melville, tantas veces glosado en otras obras suyas, está ya presente; es impresionante su facilidad para transmitir emociones y estados de ánimo con primeros planos y planos de detalle (las manos), y lo natural que en su forma de filmar resulta esto, cuando en otros realizadores parece forzado. Si a ello unimos buenas interpretaciones, una magnífica fotografía y el interés de lo narrado, sólo queda disfrutar de esta estupenda película.
Continúa en spoiler.
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60 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Bella y Bestia.
84/27(18/03/11) Fascinante ópera prima del iconoclasta Jean-Pierre Melville. Una obra que es casi teatro y en la que apenas dos personas hablan, es una extraña cinta que nos habla del entendimiento de los pueblos en las condiciones más adversas. Se desarrolla en una casa de una villa a las afueras de París durante la ocupación nazi, esta vivienda está ocupada por un francés (buen Jean-Marie Robain) y su sobrina (correcta Nicloe Stephane), en ella se instala a la fuerza un teniente alemán, un idealista Werner von Ebrennac (Soberbio Howard Vernon), que en la vida civil era músico, la forma de combatir al invasor del tío y la sobrina es no dirigirle la palabra, a pesar de esto todas las noches va a la salita donde están ellos, y se esfuerza, de modo muy educado, por hacerles entender que los alemanes no son el enemigo, les suelta soliloquios sobre la forma de entender el mundo que tiene, habla de cómo la cultura puede unir a las naciones, les dice que ellos no han venido a destruir si no a sumar y hacer renacer Francia. El film está basado en una novela de Jean Marcel Bruller publicada en 1942 en Francia bajo la ocupación, lo hizo con el seudónimo Vercors, cuento un hecho real que le ocurrió al escritor, como curiosidad está rodada en el interior de su casa, donde sucedieron los acontecimientos. Melville dota al relato de una atmósfera asfixiante, impregnada de un sórdido pesimismo, donde los monólogos de Werner poseen en eco doloroso, nos penetra su pasión, su sentimiento, sus argumentos rebosan emoción y están inundados de un optimismo utópico. La cinta te deja huella por el uso del silencio, te angustia el no escuchar al tío y sobrina, de, el que no hablen a alguien tan amable y que la única respuesta que tenga sea el doloroso tic tac del reloj, esta forma de que el invasor sea el agredido por el invadido resulta turbador, como se puede sentir lástima por un nazi, sentimos su conmovedora soledad, esto hace que nos cause empatía, pues parece ser puro de corazón que no sabe realmente en que está metido. Es una cinta donde se le da la vuelta al estereotipo de nazi, no se le caricaturiza, se le dota de sentimientos para de esta forma poder confrontarlo con la desgarradora realidad y de este modo el mensaje llega diáfano. Reseñable para entender la personalidad del teniente es su analogía que hace con la situación al contar la historia de Bella (Francia) y Bestia (Alemania), el autoengaño de muchos alemanes. Recomendable a todos los que gusten de un notable drama original y minimalista antibélico. Fuerza y honor!!!
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36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
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