Los 13 fantasmas (1960)

A pesar de ser una opción apenas pasable y que obtiene la mínima nota para ser aprobada es aún mejor que su remake del 2001.
Comparándolas, la versión nueva tiene más intensidad y además posee mejor acabado visual por cuestiones obvias de adelantos técnicos desde los efectos visuales.
Este clásico lamentablemente no se destaca por tener mucha intriga en sus variantes, además no goza de gran elaboración desde la trama y resulta muy improvisada en su desenlace.
Pero si a esta película le consideramos como una oferta para comienzos de la década del sesenta, pues es de sorprender por la originalidad para desarrollar el despliegue sobrenatural mediante logrados trucajes y efectos especiales que habrán dado que hablar por entonces.
Vista hoy día se le nota mucho el paso del tiempo, y ello lamentablemente para un clásico no es buena señal. Además tiene un carácter bastante naif donde hay mucha ingenuidad en el guión y ello no favorece para generar zozobras.
Por ende, la apruebo con lo justo, más por respeto a su fecha de lanzamiento que por méritos propios.
A los fanáticos del terror nos terminará por satisfacer a pesar de sus limitaciones porque tiene como puntos positivos sus sugerentes locaciones dentro de esa casa embrujada, porque tiene logrados efectos de trucaje que verdaderamente ponen en evidencia la imaginación y la ocurrencia del departamento técnico para sacar adelante toda la fenomenología paranormal con los recursos tecnológicos de la época, y porque minimamente está bien interpretada para lo que exigen los personajes dentro de un guión simplón y sin sorpresas.
Ahora bien, a quienes no les importe tenerle respeto por su año de realización y estén acostumbrados al frenético ritmo y al aire más corrosivo de las cintas de terror actual, esta cinta le parecerá de una ingenuidad calamitosa. Por ello, para ese tipo de público está contraindicada. También lo está para los que le dan mucha relevancia a la historia, ya que aquí no hay grandes elaboraciones desde el entramado narrativo, sino que es una muy discreta y austera producción de terror sobre fantasmas.
Es ingenua, pero tiene sus buenos años y por entonces minimamente habría causado impactos y habrá dado de qué hablar. Obvio que ello fue seguramente más por el despliegue de efectos que por la evolución de las emociones en su sencillo argumento.

No es lo mismo ver esta película en 2011 que en 1960. Vista con la distancia es muy infantil y candorosa para la época actual. Supongo que viéndola en su momento impresionaría al mismo nivel que su remake de 2001.

Hoy en día es una película de miedo que no da miedo con unos impresionantes trucajes fotográficos que no impresionan. Obviando esto es una entretenida película de fantasmas que apuesta por el efectismo de mostrártelos en pantalla. El resto es una historia sencilla con la típica familia feliz de los años 50 americanos.

El paso del tiempo le ha perjudicado bastante. Hay que verla con cierta benevolencia.