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Ménilmontant (1926)

Ménilmontant
38 min.
7,6
1.269
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Mediometraje completo (MUDO)
Sinopsis
Muestra la terrible vida de dos hermanas huérfanas en el París de los años 20. Considerado como uno de los filmes precursores del "realismo poético" francés y del neorrealismo italiano, prescinde de los diálogos y narra toda la historia mediante imágenes y sin recurrir al uso de intertítulos explicativos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Pobreza Familia Cine mudo Drama psicológico Cine experimental Película de culto Mediometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Ménilmontant
Duración
38 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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10
No hacen falta palabras
El desamparo en un fuego ardiendo.
La felicidad inconsciente en la risa de dos muchachas.
El dolor en un abrazo conjunto.
La tranquilidad rutinaria en un toque de reloj.
La pobreza en un trozo de calendario arrancado.
La ilusión en un trozo de papel bajo la puerta.
La magia en un juego de ser perseguido.
El coqueteo en un movimiento de cabeza.
El deseo en un ligero apretón de una mano en un brazo.
La indefensión en una caída de ojos.
La triste incertidumbre escrita en la pared.
La miseria en una mujer contemplando el río.
La desesperación en los ojos de Nadia Sibirskaïa mientras come un trozo de salchichón.

Y todo ello en el rostro de una mujer que se muerde una uña.

Ménilmontant no sólo es una obra adelantada a su tiempo. Es imperecedera.
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66 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La cámara desesperada
El ruso Dimitri Kirsanoff plasmó en treinta y siete minutos de celuloide una lección magistral de cine, expresionismo y tragedia.
La imagen habla por sí sola con un virtuosismo delirante, rechinante en su capacidad para contagiar impresiones, sensaciones, estados de ánimo, sentimientos y emociones. Los dramas humanos se perfilan con toda su crudeza, en un juego de planos truculentos y muy inquietos que destacan los gestos, la expresión de los rostros y la percepción subjetiva y móvil del entorno. Además, realizan un uso muy hábil de las elipsis, tanto narrativas como visuales. No hay necesidad de ver explícitamente cómo un hacha o una piedra caen sobre un cuerpo, para notar el escalofrío en la espalda. Tampoco necesitamos que el director nos ofrezca la narración mascada y minuciosamente explicada. Lo que no se muestra es una llamada a la imaginación y al sobreentendido, y es tan importante o más que lo que se nos pone delante.
Se nos introduce de golpe y sin preludios en la desgraciada fortuna de dos hermanas de origen rural, que se quedan brutalmente solas, sin nadie que las guíe y las proteja.
Las escenas no precisan de palabras para comunicarse con plena locuacidad. Los recursos visuales son abundantes y cargados de simbolismo. El tremendo comienzo, reflejo de la mezquindad de nuestra esencia; las bucólicas instantáneas de las niñas jugando felices en el campo, pura inocencia al estilo más romántico; el estrés y el ajetreo de París, las multitudes nerviosas, el tráfico en aumento, la mareante variedad de comercios, hoteles, luces, la ciudad agresiva y voraz; imágenes evanescentes, superposiciones y profusión de planos, perspectivas y encuadres en los que cada chispazo de imagen deja una impresión en la retina, despertando ecos de tristeza, crispación y desesperanza.
Unos ojos claros que emplean ese lenguaje especial de las miradas, que pasan de la alegría expansiva de la niñez despreocupada, a la melancolía y el miedo de la adultez precoz y desventurada.
Dos hermanas que, como dos corderitos sin pastor, se encaminan a las redes del depredador que es la gran urbe parisina, y que son tragadas por la vorágine inmisericorde del corazón pétreo de la ciudad, que mira con indiferencia y descuido mientras muchos de sus habitantes, ávidos de carne joven y tierna, engullen a las pobres presas.
El modo de contar esta historia, la manera en que la cámara llora, grita y se deja arrastrar por el paroxismo del temor, la pena, el abandono y la locura, es lo que hace de este mediometraje mudo una obra de sorprendente potencia y lirismo que continúa derramando las lágrimas heladas de una muchacha en esa tarde gélida de invierno, en la que ella creyó ver el final.
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38 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
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