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Life After Life (2016)

Trailer
Sinopsis
Género
Drama Fantástico Naturaleza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ China China
Título original:
Zhi fan ye mao
Duración
80 min.
Guion
Fotografía
Compañías
3
Reencarnación
Planos fijos y generales, largos, nada de música, nadie hace ningún aspaviento ni fuerza el tono o el gesto, no mueven un músculo de la cara, tampoco hay efectos especiales ni acción estrepitosa, ni tensión o suspense, la fotografía parece un espejo, lo tengo merecido, todo, tanto, por quejarme amargamente del cine norteamericano y sus constantes desafueros. Ni tanto ni tan calvo. Que pasamos de discoteca con música que te estallan los tímpanos a convento de clausura en el que no se oye o escucha ni la respiración de los grillos, de atracones tremendos de grasas y azúcares todos los días a una jornada entera a pan y agua, de luces de colores, sustos, tropezones y desconsuelos a una calma china que no hay quien la mueva de su centro sitio, de no parar de decirte lo guapo y valiente que eres y la vida tan emocionante y maravillosa que te espera a ti y a toda tu estirpe en el mejor y más entretenido de los mundos posibles que por suerte es en el que te ha tocado vivir a que pasen de ti completamente, que ni te miren a la cara estos malditos orientales tan fríos e imperturbables ellos.
Las zonas rurales que se van quedando vacías. La gente que se va. Una central eléctrica en el horizonte como signo de los cambiantes tiempos.
Un padre y un niño. Y la esposa y madre muerta que se reencarna en el cuerpo del buen chaval.
Son los paseos que se dan estos dos personajes, el padre y el "niño poseído" por su madre con el fin de cumplir el deseo de ultratumba de la buena mujer, mover un arbolito de aquí para allá.
Los muertos y los vivos en feliz comunidad, en el día a día, nadie se asombra ni se inquieta por la presencia de los ausentes, perdieron la carcasa, el cuerpo, pero sus espíritus se aparecen en la forma de otras personas o animales. Todos lo saben y lo llevan con normalidad. Es algo tan lógico y normal como el sol o la luna. Naturalidad ante todo. Templanza y escepticismo de la mano, nada da para hacer espectáculo, estamos de vuelta de todo, la muerte no es ese ogro feroz que se come a la gente y nunca más ya se sabe, qué va, es como un hermano mayor un tanto bala perdida que se va durante largas temporadas, pero siempre vuelve por Navidad o de veraneo para ver cómo van las cosas allí o aquí y se vuelve a largar de nuevo, hasta la próxima. La muerte no es llorera y desgarro, más bien compañía y cotilleo. Los muertos no dan miedo ni hacen películas de terror, son cotidianos, amables y la mar de cercanos, aburridos de puro insustanciales. La vida no es un show, no vende entradas de cine ni paga tanto a los políticos, solo pasa y se deja ir, mala-buenamente, en tono menor, en sordina, con cierta tristeza cómica, leve, como siempre, hasta nueva orden.
Alguna charla, varias caminatas o movimientos motorizados y poco más. Ochenta minutos escurridos y se acabó.
Vamos a ver, mal, lo que se dice muy mal no está, para qué nos vamos a engañar, tiene cierta intención poética; es un cuento simpático, sencillo, esencial, un ejercicio de austeridad y despojamiento de correcta ejecución, incluso hasta hermoso en algún momento.
Ahora bien, está a todo a medio cocer, a lo bruto (quizás el bruto sea yo), la sencillez termina en simpleza, lo escueto en ralo, lo poco en nada. No tortura, se aprecia el intento esfuerzo, pero es demasiado poca cosa (o quizás excesiva para uno, con el gusto estragado e irremediablemente perdido) todo.
En cualquier caso, es una experiencia solo apta para boinas verdes del Vietnam, artistas del hambre, ultramaratonianos o héroes del silencio y la más pura nada. También apropiada para exploradores del vacío.
Yo como que no. Más bien no.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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