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Philip K. Dick's Electric Dreams: The Hood Maker (TV) (2017)

Philip K. Dick's Electric Dreams: The Hood Maker (TV)
52 min.
5,9
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Sinopsis
En un mundo sin tecnología avanzada, los telépatas mutantes se han convertido el único mecanismo de la humanidad para comunicarse a larga distancia. Pero sus poderes tienen implicaciones no planeadas. Cuando el público comienza a usar unas capuchas misteriosas que bloquean a los telépatas, dos detectives con un pasado común han de empezar a investigar. Adaptación de la historia corta "The Hood Maker" de Philip K. Dick. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Mediometraje Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Philip K. Dick's Electric Dreams: The Hood Maker
Duración
52 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Philip K. Dick Electric Dreams
6
Teeps.
300/20(28/12/17) Interesante puesta de largo de esta antología de episodios en los que adaptan en su primera temporada diez relatos cortos del escritor de culto especializado en la ciencia ficción de Chicago Philip Kindreck Dick del que se han llevado a la gran pantalla relatos como “Blade Runner”, “Desafío Total” o “Minority Report”, donde sobre todo sus historias estaban enmarcadas en mundos distópicos oscuramente futuristas, micro-universos paranoicos. The Hood Maker es la primera entrega de esta serie de 10 partes y está escrita libremente por Matthew Graham (“Life on Mars” o “Doctor Who”), se basa en una historia corta de Philip K. Dick, publicada original en 1955 en la revista Imagination, en donde Dick la escribió como una crítica al macartismo, cuando la lealtad y la traición eran asuntos de estado. Dirigida por Julian Jarrold (“Regreso a Brideshead”o “The Crown”). Producidos por Ronald D. Moore (especialista en series como “Carnivale” u “Outlander”), para la cadena británica Channel Four, en lo que viene a ser el sustituto de la emigrada (a Netflix) “Black Mirror”. Este episodio tiene puntos en común con “Minority Report”, con “Blade Runner” (el interrogatorio es emulo de los de Deckard a los sospechosos de replicantes)cruzado con los “X-Men”, y sazonado por la orwelliana “1984”, donde se tocan temas como el derecho a la privacidad, el derecho a la libertad de pensamiento, el derecho al libre albedrio, sobre la paranoia máxima de que alguien pudiera penetrar en nuestra mente y saber lo que pensamos, sobre los prejuicios sociales, sobre el amor, la traición, la integridad personal, todo esto es tratado de forma desigual, en sucesión de esbozos de ideas por exprimir que apenas se rascan. Destaca la ambientación decadente retro-futurista, con filtros de color ocre, donde lluvia es constante (influencia de “Seven”?), y la solidez interpretativa de la co-protagonista Holliday Grainger en una labor sugestiva.

La Unión Libre, un régimen represivo, usa personas con poderes telepáticos llamados "Teeps", físicamente caracterizados por una cicatriz en el rostro, para erradicar y eliminar a sus oponentes políticos. La historia se cuenta a través de los ojos de Honor (Holliday Grainger), un telépata forzada a trabajar con el agente Ross (Richard Madden), ambos forman una estrecha relación a pesar de sus diferencias. Su misión será descubrir quien está fabricando unas capuchas que impiden que los tepes penetren en las mentes ajenas.

El episodio tiene una enorme agilidad en el ritmo, ya desde el principio va al grano, sumiéndonos en una manifestación en un entorno mugriento donde los policías antidisturbios contemplan pacientes, y entre ellos una misteriosa mujer con una cicatriz roja en el rostro que va desgranando lo que tienen en mente los reclamantes, y de pronto aparece uno con una capucha y la telépata entra en shock, iniciándose una persecución contra el manifestante, sabiendo colocarnos en pocos minutos en el centro de la historia; Tras esto se produce un interrogatorio de la teep, Honor, a un sospechoso en el que sentimos la acción cual experiencia cercana a la violación cuando ella penetra en el cerebro del tipo.

Se nos muestra en varias pinceladas el submundo en el que viven estos mutantes cicatrizados, cual maldición-bendición tienen un Don, y estese nos muestra en su crudeza, de cómo se puede pervertir algo en beneficio de nuestras bajezas humanas, como en el caso de utilizarlo para la prostitución. Un Don que es filtrado también como una maldición, algo muy de Philip K. Dick, pues el hecho de poder leer mentes convierte sus cabezas en caóticos recipientes imanes de todos los pensamientos de los que pasan por su lado, e incluso cuando un teep tiene pesadilla, todos los teep la comparten, con lo que sus cerebros son un constante y eterno volcán en erupción continua, este dolor muy bien escenificado por omisión en la escena en que Honor se pone la capucha, y se produce el silencio absoluto, su calma, la paz interior.

Taras: El relato resulta harto confuso, incoherente en su desarrollo, y es que nunca queda claro que es lo que quieren los manifestantes, si un fin espurio, como una Revolución contra el poder, o únicamente acabar con los teeps, esto es una nebulosa mal explicada; Resulta una historia que suelta reflexiones-preguntas, pero estas se diluyen en una ambigüedad retorcida, pues en su desarrollo no se sabe si invadir nuestra libertad de pensamiento está justificado o no, se queda en tierra de nadie, no hay valentía; No se sabe si las capuchas son un progreso bueno o algo malo, esto acentuado por el hecho de que todos pensamos que Honor, tras ponerse la capucha y hallar la paz, puede querer estar a favor de este artilugio, pero en su final todo queda huérfano de sentido. Y es que parece que estos mutantes creen más es una maldición que un Don su telepatía, pero en su conclusión no es complejidad lo que ofrecen, dan desconcierto; Además el rush conclusivo (spoiler) se presenta falto de garra, y su pretendido giro sorpresivo no llega a pellizco de ursulina, te deja con una mueca de “pues vale”, pero habrá algo más”, y no lo hay.

Lapueswta ewn escena dentro de su frugalidad de notarse rodada en interiores, gracias al buen quehacer en el diseño de producción Lisa Hall (“This is England ‘86”), impregnando los lares de decadencia feista, destaca el inquietante diseño de las capuchas, en su sencillez reside su fuerza, como estar a las puertas del apocalipsis, esto realzado por la buena cinematografía de Felix Wiedemann (“Una cita en el parque”), bañando en tonos verdosos los fotogramas, con profusión de luces de neón. Como estimulante la edición de Adam Bosman (“Ripper St.”) con las escenas en que Honor “entra” en las mentes ajenas, radiante de punción.
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