Karate Kid, el momento de la verdad (1984)

Comenzaría alabando cada fotograma para poder justificar un diez en mi valoración, pero sé que estaría cayendo en la lamentable farsa de la subjetividad. Karate Kid es una película para adolescentes, llena de tópicos y dudosas virtudes. Debo estar loco si después de estas palabras sigo manteniendo mi nota.

No nos confundamos, aquí no se trata de valorar lo que Karate Kid supone para el cine, se trata de aplaudir lo que Karate Kid supuso para la gente de mi generación. La vi cuando era un niño y dejo tal huella en mi que a dia de hoy es casi mi película favorita. A otras personas les marcó Star Wars, Ciudadano Kane, Kramer contra Kramer, El Padrino. A mi no, a mi fueron el señor Miyagi y Daniel Larusso quienes me enseñaron muchas cosas, entre ellas que el Karate no es para atacar, sino para defenderse, que dar cera no significa sólo sacar el brillo de una carrocería y que la amistad es más importante que un cinturón negro.

Esto es cine, y quien quiera criticarla, que la critique porque yo seguiré viéndola por lo menos una vez al año. Es mi ritual.

Por una ridícula suma de dinero no sé si 5 ó 7€ me compre hace ya bastantes meses el DVD de esta película, lo cierto es que fue más que nada por nostalgia, el buen recuerdo de mi época de adolescente, pensando que se habría quedado totalmente desfasada. Pero hace unos días me decidí a verla y mi sorpresa fue mayúscula. No sólo no es una mala película sino que es absolutamente recomendable para los tiempos que corren. Es rigurosamente cierto que resulta sumamente predecible en muchos aspectos, sin embargo la conciencia maliciosa de algunos adolescentes no sólo no ha cambiado sino que se ha potenciado de una manera escandalosa. Mientras hoy vemos como en las escuelas, alumnos se dedican a dar palizas a otros alumnos e incluso profesores grabando las imágenes, “Karate kid” nos ofrece una versión un tanto suavizada de actos parecidos pero en otros tiempos. Con un mensaje sencillo pero esperanzador, en el que las cosas pueden cambiar cuando van mal, que los amigos aparecen cuando menos lo esperas y que la conducta de un adolescente mal enseñado como se nos muestra al instructor de los Cobras (excelente Martin Kove) tiene siempre consecuencias fatales. Estos aspectos dan cuerpo a una maravillosa película en la que la relación entre Miyagi y Daniel son el pilar fundamental, una relación de amistad en la que ambos entregan todo su cariño y respeto el uno hacia el otro, Miyagi se convierte un adorable personaje que con su filosofía y experiencia ayudará a Daniel a salir de la jaula en la que se encuentra. Imagino que para muchos el film no pasará del “dar cera, pulir cera” o de su operístico final fácil de criticar, yo desde luego he vuelto a descubrir una película con tremendos valores en los que la violencia es representada como absurda e innecesaria, lo bueno y lo malo simplificado y bien identificado, he visto una historia más allá de lo que recordaba, bonita, simplona pero respetable. Casi me atrevería a decir que de imprescindible visión en cualquier instituto para que los gamberros impresentables que acosan cobardemente se vean dibujados como ridículos anormales que siempre han existido, y aquellos que reciben tengan al menos la esperanza de que las cosas pueden cambiar cuando recurres a la persona adecuada.